El Coro Polifónico Nacional festejó sus 40 años de vida
Fue ovacionado el director fundador, Roberto Saccente
El Coro Polifónico Nacional creado en 1967 cumplió, del mismo modo que el Coro Nacional de Niños, sus primeros cuarenta años de existencia. Por ese motivo se llevó a cabo una presentación muy especial en la Basílica Nuestra Señora de Guadalupe, que convocó a una muy nutrida concurrencia que, además de escuchar un programa instrumental y sinfónico coral con obras de Vivaldi, participó de un acto presentado por una de las integrantes del coro, Julia Mercanzini que, con sencillez y espontaneidad, dejó traslucir los sentimientos de sus colegas por el orgullo de pertenecer a la institución. Luego se homenajeó a los coreutas fundadores que aún forman parte de la agrupación.
La presencia entre el público de Roberto Saccente, primer director del coro y su titular por veinte años, provocó que se lo invitara para decir unas palabras. Ahí se encontraba, quien con su eficaz trabajo profesional contribuyó en la primera época a que la agrupación fuera conceptuada entre las instituciones más calificadas del país. Fue un momento emotivo compartido por el público que sumó su júbilo al de los propios integrantes que ovacionaron al músico.
Cabe recordar que los directores estables del coro, después de Saccente, y en forma sucesiva, fueron de notable jerarquía: Antonio María Russo, Damián Sánchez, Julio Fainguersch, Carlos López Puccio y, en la actualidad, Roberto Luvini. El Polifónico Nacional nació con el proyecto de cumplir una muy variada gama de actividades, entre las que se destacaba la colaboración directa con la Sinfónica Nacional, y también con la idea de atesorar un repertorio sinfónico-coral, otro con reducidos grupos instrumentales, grandes obras a capella , piezas de cámara y coros de repertorio lírico.
En primer termino se ejecutó el Concerto alla Rustica, a cargo de un pequeño conjunto instrumental encabezado por el excelente violinista concertino de la Sinfónica Nacional, Norberto Pérez, que con empeño ofreció una versión aparentemente muy buena, pero que en razón del ruido de los ventiladores, del tránsito vehicular de las calles laterales y de la reverberancia del sonido, no pudo ser apreciada en su justa medida.
Fortuna
De inmediato se oyó el Concierto para guitarra y orquesta en Re mayor , del mismo creador del barroco italiano y por fortuna se escuchó mejor, ya que el destacado guitarrista argentino Víctor Valladango sumó la amplificación de su propio equipo y el público pareció estar más atento, contribuyendo con ello a una mejor receptividad y al gozo de la muy valiosa partitura. Frente a la ovación y al cariño que se le tributó al artista, éste agregó una pieza fuera de programa, ratificando las virtudes de su buena articulación, calidad de sonidos y refinamiento con que encara su labor artística.
Como cierre se valoró un Gloria, de Vivaldi, obra sumamente grata e ideal para lucir las cualidades de un coro que en todas sus intervenciones debe dejar percibir justeza y enorme variedad de planos sonoros, algunos de ellos de majestuosa grandeza. En este sentido, la actuación del Polifónico Nacional fue impecable, así como excelente la labor del director Roberto Luvini en su doble calidad de maestro del coro y de director de orquesta. Por su parte, las solistas vocales, integrantes de la propia agrupación, Raquel Weinhold, soprano, y Verónica Canevas, mezzo, resolvieron con musicalidad sus respectivas intervenciones.