El Cigala: "Volveré a los orígenes porque tengo muchas ganas de hacer un disco de flamenco"
Diego "El Cigala" Jiménez Salazar vive por fuera de los cánones de la industria discográfica. Pero mal no le va. Porque es parte de ella. Un caso curioso. Muchos aspectos de su vida no se ajustan a normas ni preconceptos. Veamos. Gitano y cantaor flamenco, pero no de Andalucía sino de Madrid, que es donde nació hace 51 años. Hoy su casa no está en la querencia de El Rastro madrileño sino en una playa paradisíaca del Caribe, en Punta Cana. Allí se afincó hace casi una década. Su corte de cabello no se rige por los parámetros de la moda actual. Su música tampoco. Pero sigue siendo una figura. Y es cierto que puede hacer una colaboración reciente para un tema de Ricky Martin, pero su camino va por otro lado.
Sus discos –o la mayoría de ellos- son hijos de aquel emblemático Lágrimas negras, que en 2002 grabó junto al pianista Bebo Valdés, con producción de Fernando Trueba y Javier Limón. La copla española, el bolero, la música del Brasil, los tangos argentinos que tiene mucho de canción romántica (no sólo de tango). Un repertorio que terminó siendo a su medida y que se expandió a los álbumes siguientes. Porque El Cigala luego grabó salsa, flamenco (como una vuelta a sus comienzos, a ese chico que con apenas 12 años ganó un concurso de cantaores en Getafe) y música argentina para el disco Romance de la luna tucumana. Aunque El Cigala ya tenía un par de discos grabados, de finales de los noventa, aquellas lágrimas fueron el comienzo de todo. O casi todo.
Ahora El Cigala vive a ocho minutos de México. En realidad, no es que viaje en aviones supersónicos. Vive a ocho minutos del estudio donde terminó de ponerle las voces a su último disco, Cigala canta a México, que está dedicado íntegramente al repertorio romántico mexicano, con la participación de varios grupos de ese país. Esta nueva normalidad lo agarró en su casa, en República Dominicana. "El primer mes me la pasé grabando. Del estudio, que tengo a siete u ocho minutos de aquí, a la casa, y de la casa al estudio. Subir al coche, ir a cantar cuatro o cinco horas. Volver reventao a casa, ver Neflix, dormir y al día siguiente otra vez. No he tenido tiempo para otra cosas durante el primer mes. El segundo se ha hecho un poco pesado pero lo que se necesita es que la gente respete las normas. Ahora ya en España están en un nueva fase pero hay que tener mucho cuidado", dice, durante una charla telefónica.
La cuarentena no lo tiene como león enjaulado, porque durante el primer mes se dedicó a terminar su disco y para el mes que viene ya tiene varios conciertos agendados en España, lugar al que vuelve un par de veces al año. Pero no deja de ser un artista de escenario y lo que más quiere es cantar frente al público. A punto de subir al escenario estaba en dos de los momentos más difíciles de su vida: cuando falleció su esposa, en 2015, y tiempo después su madre. Todo pasa por su garganta. El resto es una historia que crea alrededor, cada vez que aborda un nuevo repertorio. Incluso, el álbum con canciones mexicanas plagadas de arreglos de cuerdas y grupos mariachi, que se puede adaptar a formatos más pequeños. "Esto nació años atrás; hace una década. Cuando empecé a conocer México en profundidad. Su música. A Agustín Lara, Armando Manzanero, Javier Solís, Consuelo Velázquez, Vicente Fernández. Maravillosos todos. Me fueron enamorando cada vez más sus canciones, sus poemas, sus rancheras. Chavela Vargas fue la artífice, la que me dio el aire para cantar a México. Pasado ese reposo ahora llegó el momento." Así sugió un repertorio que trae "Somos novios", "Soy lo prohibido", "Se me olvidó otra vez", "Perfidia" y "Vámonos", entre otros clásicos.
-¿Por qué optaste por orquestaciones tradicionales y no un formato mas "Cigala", digamos, de conjunto pequeño?
-Pero lo bueno que tiene este repertorio es que puede adaptarse fácilmente a un quinteto o un sexteto y queda divino, ¿Sabes? Esas rancheras con un guitarrón, un violín, una trompeta, piano, contrabajo y percusión quedan divinas. Luego, en un auditorio grande se puede compaginar con grupos más amplios o con mariachis.
-Pero, ¿el formato tradicional era una manera de darte el gusto?
-Tenía unas ganas locas de tener en el disco a los Gamma 1000 o al Mariachi Vargas.
-¿Cómo hacés para mantenerte vigente por casi dos décadas en una industria musical que marca modas? Tus discos nada tienen que ver con eso.
-¿Por ejemplo? [se ríe].
-No tiene trap tu último disco. Ni creo que estés pendiente de la cantidad de views de tus vídeos en YouTube.
-Bueno, tu sabes que yo no soy mucho de redes sociales. Las uso para lo justo. Musicalmente, son un avance, porque puedes grabar desde tu casa para todas partes del mundo. Incluso para la promoción de tus discos.
-Me refiero a que un disco como Cigala canta a México puede responder a una necesidad dentro de tu propio catálogo pero no es respuesta a tendencias actuales de la música.
-No, que va. Intento permanecer en mi raíz. Estoy atento a las nuevas tendencias siempre que estén en mis cánones. Pero no estoy en las tendencias ni en la nueva música.
-¿Nunca una concesión?
-No, incluso con las colaboraciones que he hecho. Todas han sido cosas que me han gustado y que han permanecido ahí por años. Se han grabado hace años y se siguen disfrutando.
-Lágrimas negras fue una revelación y consagración, al mismo tiempo que fue el antecedente de muchos de los discos que vinieron después. ¿Algo premonitorio?
-Creo que sí. Fijate que hubo un abanico amplio musical. Hice discos como Indestructible, de salsa. Ahora este, de México. Y luego volveré a los orígenes porque tengo muchas ganas de hacer un disco de flamenco. Ya es hora. Quiero hacer un disco con varias figuras. Pienso que un disco de flamenco es necesario, no porque yo sea mejor ni peor.
-Necesario para el flamenco o para vos.
-Para la afición al flamenco. Para que el flamenco nunca se pierda. Para que vean al Cigala haciendo flamenco. Ya pasaron muchos años de mi último disco de flamenco. Quiero hacer uno de estudio. Para todas estas incursiones [en otras músicas] que vengo haciendo me tengo que enriquecer cantando flamenco.
-Se dice que, si uno vive lejos del lugar donde nació, se comienza a relacionar con esa tierra de una manera distinta.
-Sí, esa Andalucía y ese barrio de El Rastro donde me he criado. Pero me gusta mucho el aprendizaje en el Caribe. La música latina, la afrocubana.
-¿Qué podés adelantar del disco de flamenco?
-Solo decir que será algo sencillo, pero con genialidades del flamenco y algunos mitos que ya no están.
-¿Cuando comienzan los conciertos?
-Si Dios quiere, en julio, para públicos de no más de 500 o 600 personas, por cuestiones de seguridad. Voy a España generalmente dos veces al año, para la Navidad y en verano. A partir del 8 de julio comienzo una gira por España de piano y voz. Luego con guitarras para hacer flamenco, con Diego del Morao y el Piraña [Israel Suárez]. Poco a poco, hasta que se vaya abriendo esto. Que sea paulatino y continuo y no haya pasos atrás. Pa’lante. Los conciertos, el cine, el teatro, la hotelería. Si no, muere. Por ahora todo está parado pero, Dios mediante, tenemos que volver a la normalidad para poder vivir de lo que más queremos. Tengo ganas de cantar y de sentir esa vibra. Incluso cuando, terminado el concierto, hay gente que se acerca al camarín a saludar.
-Hay alguna característica que se repita en el público de diferentes países?
-Siempre es distinto. Hay gente de la edad de nuestros padres, están los de cuarenta y cincuenta y los de 15.
-¿Qué es lo que más gusta del espectáculo?
-En general gusta todo. La puesta en escena. Quieren ver a El Cigala vistiendo una camisa, con zapatos muy chulos y cantando muy bien. De vez en cuando salen esos "oles".
-¿Y lo que más gusta del repertorio?
-La gente se emociona mucho cuando hago repertorio de Lágrimas negras. La gente cambia. Enloquece de satisfacción. Y en cada concierto es distinto. Porque nunca se sale igual.
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