El público surcoreano se entusiasma con la música del Río de la Plata; músicos consagrados como Néstor Marconi, Rafael Gintoli y Juan Pablo Navarro realizan giras por todo el país y se cruzan con jóvenes que quieren perfeccionarse en el arte del fueye
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Con unas 50 milongas en Seúl y una receptividad capaz de apreciar al tango en su versión de concierto, Corea del Sur da cuenta de que, en materia musical, el K-pop no es la única expresión. Por supuesto que a otra escala, pero el tango va ganando adeptos en aquel país. Hay una prueba muy reciente que trajeron el bandoneonista Néstor Marconi, al frente del trío que comparte con el violinista Rafael Gintoli y el contrabajista Juan Pablo Navarro. A instancias de la Fundación Manyoung, que impulsa Dante Choi, realizaron a finales de 2023 una gira de conciertos en teatros y ofrecieron clases magistrales en donde se encontraron con músicos muy jóvenes, muy comprometidos con el tango. Mientras tanto, hay una movida local alimentada por cortes y quebradas, que disfrutan los bailarines veinteañeros.
Yoon Kang Choi es profesora superior de danzas coreanas graduada en la Universidad de Kyung Hee. Vive en Argentina desde 2009, donde da clases de danzas tradicionales no solo para la comunidad coreana sino también para argentinas de otras ascendencias que se interesan por todo lo relativo a esta cultura asiática. Mientras vivió en Corea primero se interesó por la salsa y luego por el tango. Ya lo había visto por televisión y le había interesado su música. No tenía mucho tiempo, pero se hizo un lugar en la agenda para aprender.
“Corea tiene una historia con el tango de unos 22 años -dice Yoon-. Yo comencé a bailarlo hace unos 18. En ese momento solo había tres milongas en Seúl. Hoy no hay menos de cinco por cada noche y también hay en otras ciudades de Corea. Es posible que haya unas cincuenta cada semana”. La bailarina dice que para ella representa un hobby, no lo toma como algo profesional. “A Corea viajan cada año profesores de tango desde la Argentina. Algunos se quedan durante dos o tres meses trabajando. Los más top van a por una semana”, explica.
Según explica, las milongas de aquí y de Seúl tienen algunas características similares. En algunos salones se puede ver parejas vestidas con mucha elegancia, en otras milongas la onda es “mas hippie”. “También, como acá, se puede ver gente de jeans y remera”, asegura. Y agrega que las milongas pueden comenzar a las 20 y terminar a la medianoche durante la semana, pero el fin de semana se pueden extender hasta las 3 de la madrugada. Como diferencia con las de acá, en las porteñas algunas veces se dan clases antes de cada milonga; en Seúl las clases y las milongas suelen ir por separado. En cuanto al público, allá es más acotado: “Se ve un público joven. Unos 35 años de promedio. El público de más de 50 ya es re viejo”, dice y se ríe. El próximo paso de la música argentina en esta cultura asiática podría darse con el folklore; de a poco, las zambas y las chacareras van empezando a sonar.
De concierto
La música de concierto también tiene su llegada. El trío de Marconi, Gintoli y Navarro no arribó a Seúl con una propuesta for export, con bailarines y formas tangueras bien clásicas y de fácil llegada a los oídos: “Esto fue la gran sorpresa para los tres. Sobre todo, para mí -dice Marconi-. Tenía ciertos temores de cómo podría entrar esta música en Corea. En Japón ya lo hemos hecho, pero a Corea no habíamos ido nunca. Me dio una gran satisfacción que el público se acercó antes y después del concierto, y algunos me dijeron que ya me conocían. A su modo nos pidieron más temas”.
Al menos diez alumnos de bandoneón llegaron a las clases de Marconi. Esto fue gracias a Go San Ji. “Dejé la Universidad KAIST en 2009 para estudiar bandoneón en Argentina. Conocí al maestro Marconi por primera vez durante el proceso de admisión en la Escuela de Tango Emilio Balcarce. Él era uno de los jueces en ese momento, siendo el director general de la escuela. Fue la persona que más me influyó en mis actividades de interpretación, composición y arreglos. Personalmente, escuché muchos discos de mi maestro aparte de lo que veía en la escuela. Escuché mucho sus riffs únicos, acordes, todo, y luego naturalmente se reflejó en mi trabajo”, explicó la bandoneonista a un medio local, a propósito de la llegada del trío.
“Progresó mucho y ahora muchos llegaron a estas clases gracias a ella -se entusiasma Marconi-. En algunos casos, algunos de estos chicos fueron a estudiar a Tokio, donde hay varios bandoneonistas importantes. Otra de las cosas que me sorprendió fue que tenían varios arreglos míos con los que trabajaban. Por suerte, me estaban esperando”, dice el bandoneonista.
El grupo primero dio un concierto en la ciudad tecnológica de Bucheon, cercana a Seúl, luego se presentó en la capital y en tercera instancia lo hizo cerca de las fronteras con Corea del Norte. La ciudad satélite de Bucheon tiene un flamante teatro con un órgano de tubos. Por ese motivo, se aprovechó este instrumento para el concierto. Marconi escribió un arreglo de “El día que me quieras” para órgano y violín. “Hoy es un acontecimiento tener un órgano de esas características sobre un escenario”, dice Marconi. Por el momento, los que están en plena formación toman todos los gestos del tango argentino, y la manera como tocan los músicos de aquí. “A diferencia de Japón, el fenómeno del tango en Corea es todavía joven, incipiente. No estuché a los grupos, pero sé que los hay. Lo mismo pasa con el baile. Todas las noches, en algún lugar, existe la posibilidad de bailar tango”, agrega.
“En Seúl existen más de 50 milongas. El furor del tango es un fenómeno importante en Corea y todos los años vienen alumnos desde allá a estudiar a la Argentina”, dice Dante Sun Choi, titular de una importante empresa de electrodomésticos y actual presidente de la Fundación Man Manyoung. “La del trío fue realmente una gira muy exitosa y estamos orgullosos de haber contribuido para la difusión de la música argentina en Corea. Y queremos seguir trabajando para los próximos años”, propone.
Gintoli también se reencontró con una alumna de violín. “Se llama Cristina, no llega a los cuarenta años. Llegó con sus padres a la Argentina cuando tenía 8. Hizo todo el colegio acá y estudió violín. Luego regresó a Corea”, enumera Gintoli. Pasaron más de dos décadas de aquello: Gintoli habla del reencuentro: “‘Maestro, me parece que no me reconoce’, me dijo. ‘Soy Cristina’. Claro, era muy joven cuando estudió conmigo. Luego volvió a Corea donde tiene ahora a su familia”.
El violinista también habla de su experiencia reciente en Seúl: “Lo bueno, para nosotros, es que hay una idea para el año que viene de extender esta gira. Fue lindo, interesante y enriquecedor para ambas partes. En Corea gusta mucho nuestro tango, que tiene tinte de música erudita contemporánea, porque Marconi, por lo que escribe y compone, es un modernista. Y eso nos permite expresarnos en cuanto a la técnica y musicalidad de cada instrumento. Eso es importante. En cuanto al público, lo interesante es que una audiencia tan lejana para nosotros pueda comprender lo que hacemos en conciertos sin baile, sin canto ni texto. Solo música instrumental. Sin embargo, la gente fue muy efusiva. Hasta era difícil salir de la sala. Nos pedía que siguiéramos tocando. Se zambulleron en el mundo de la música de cámara y no extrañaron a cantantes o bailarines”.
Publicada por 유현근 en Sábado, 14 de octubre de 2023
En bambalinas también se trabajó bastante. Han circulado algunos videos de las masterclasses que ofreció el trío. Allí se puede ver, por ejemplo, la destreza de un bandoneonista de 14 años o la labor de la violinista que estudió en la Argentina, con Gintoli. “Los violinistas tenían una excelente técnica. En general, soy jurado de concursos internacionales de violín y sé que los coreanos tienen un nivel muy alto. Con ese nivel pueden indagar en otros géneros que no sean de la música clásica”, completa.
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