Eddie Vedder y Chris Cornell: una chispa en el estudio, la consolidación de un sonido disruptivo y el terror ante una muerte inesperada
En plena ebullición del sonido grunge, sus caminos se cruzaron por casualidad en Seattle y llegaron a colaborar en un disco de Temple Of The Dog antes de alcanzar la fama con sus respectivas bandas, Pearl Jam y Soundgarden
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Nacido en Seattle a finales de los ‘80, de la misma escena punk de la ciudad, el movimiento grunge alcanzó su cumbre en los ‘90, extendiéndose mundialmente con Nevermind, de Nirvana o Ten de Pearl Jam. En ese contexto, nacía una amistad entrañable entre dos héroes de esa resistencia musical que sorprendió a toda una generación con el sonido “turbio” de esa ciudad ubicada en el estado de Washington: Chris Cornell y Eddie Vedder.
“Con el grunge lo que teníamos en común era la geografía. Después, la música, el sonido y las actitudes de las bandas eran muy diferentes unas de otras. Pero era una manera de clasificar a todas esas bandas de Seattle de la época, porque éramos todos del mismo lugar, por así decirlo. Creo que Sub Pop [el legendario sello discográfico surgido en los ‘90] ayudó un poco, porque la mayoría de nosotros de cierto modo tuvo que ver con Sub Pop en algún momento -reflexionaba el propio Cornell en una entrevista con la revista Rolling Stone-. Algunos de los miembros de Mother Love Bone, Mudhoney y Pearl Jam, estuvieron en Green River, que hizo parte de Sub Pop, Soundgarden estaba en Sub Pop, Nirvana estaba en Sub Pop… Entonces se interesaron en lo que estaba pasando en Seattle, era una nueva historia porque nadie se refería a Seattle en términos de una escena musical”.
Alejadas del mainstream, nacieron como bandas que seguían sus pulsiones musicales por fuera de la gran industria, pero de algún modo fueron adoptadas por la radio y los medios comerciales, incluso por MTV y sin dudas sorprendieron a toda una generación que de repente tenían su propio sonido. A mediados de los años ‘80, Cornell ya estaba al frente de Soundgarden abriendo camino a aquella novedosa escena del rock. Había alcanzado cierta popularidad como vocalista y posteriormente tuvo una gran influencia en la creación de Pearl Jam, la banda liderada por Eddie Vedder, que junto a Nirvana, Alice in Chains, Stone Temple Pilots y la misma Soundgarden, lograron establecerse como las más grandes e influyentes de la escena.
La historia de la amistad entre Chris Cornell y Eddie Vedder se remonta octubre de 1990. Vedder había llegado a Seattle por primera vez para ensayar con su nueva banda, Mookie Blailok; por esos días, sus compañeros Jeff, Stone y Mike eran parte de otro proyecto junto a Chris Cornell y Matt Cameron, que tenía como nombre Temple of the Dog.
Así las cosas, Mookie Blailok y Temple of the Dog compartían la misma sala de ensayo. Mookie Blailok ensayaba primero y luego llegaban Cris y Matt para sumarse. Un día, en uno de esos ensayos de Temple of the Dog, Chris tenía problemas para lograr la melodía en una de las canciones. Entonces, Eddie Vedder, quien se había quedado en la sala de curioso, intervino y se puso a cantar junto a Chris, y la chispa entre ambos pronto se encendió.
Días después, Mookie Blailok tocó por primera vez en el Off Ramp Café. Chris Cornell asistió al concierto y quedó impresionado por el talento de Eddie. Luego del show, Eddie volvió a su casa en San Diego, pero semanas después, regresó a Seattle para instalarse definitivamente. En ese momento, Chris lo contactó y lo invitó a acompañarlo al estudio London Bridge a grabar unas pistas. Allí se juntaron solos y grabaron las voces para Hunger Strike. Luego de la grabación, Chris invitó a Eddie a dar una vuelta por la ciudad para darle la bienvenida. Desde entonces, ambos músicos consolidaron un vínculo que se extendió por muchos años, a medida que el éxito comercial del “Sonido de Seattle” aumentaba cada vez más a base de guitarras fuertemente distorsionadas y baterías pesadas con influencias punk de los setenta, melodías repetitivas y letras que se caracterizaban por reflejar apatía y desencanto, y abordar temas como la alienación, la búsqueda de la libertad, la marginación y los prejuicios sociales.
Así las cosas, luego de la disolución de Temple of the Dog, la banda concebida por Chris Cornell como tributo a su amigo fallecido Andrew Wood, a su vez vocalista de Malfunkshun y Mother Love Bone, Eddie Vedder se sumó como segundo vocalista. A su vez, junto a Gossard, Ament y McCready editó el primer álbum de la banda que los haría mundialmente famosos: Pearl Jam.
“Pasaba más tiempo con él [Cornell] fuera de la banda que con los demás, y no conocía a tanta gente en Seattle. Así que íbamos a locas aventuras de senderismo, íbamos en bicicleta de montaña o perseguíamos al perro bajo la lluvia mientras bebíamos cerveza de mierda, y era genial. No tenía nada que ver con estar rodeado de otra gente de la música o de algún tipo de vida en Los Ángeles. Era simplemente genial. Esto es lo que hace una estrella de rock legítima, esto es lo que hace: ¿Perseguir a un perro bajo la lluvia con su amigo un sábado por la noche con un pack de 12 Schmidt?”, contaba Eddie Vedder sobre la relación de amistad con Cornell, años después, en una entrevista.
En medio del espiral ascendente de popularidad, durante los 90 y a comienzos de este siglo, el movimiento grunge se cobró la vida de artistas muy talentosos como Kurt Cobain, el líder de Nirvana -considerado como un icono y voz de la generación X-; Layne Staley, compositor y vocalista de Alice in Chains o Andy Wood, vocalista de las bandas Malfunkshun y Mother Love Bone, todas germinales del “sonido de Seattle”.
Así las cosas, el 18 de mayo de 2017, el manager de Cornell, Brian Bumbery, anunció a The Associated Press que el músico había sido encontrado muerto en el baño de la habitación del hotel en el que se hospedaba, después de su última actuación en Detroit con la banda Soundgarden. Los análisis forenses concluyeron que el músico “se quitó la vida ahorcándose en el baño de la habitación del hotel”, a la edad de 52 años.
Durante una entrevista radial con Howard Stern, Eddie Vedder declaró que no había querido “lidiar” con la tragedia de la muerte de su amigo por temor a las consecuencias que podrían causarle a su persona. “He tenido que estar un poco en negación. Ni siquiera siento que tuviera elección. Simplemente, estaba aterrorizado de adónde iría si me permitía sentir lo que necesitaba sentir o lo que instintivamente quería sentir o lo oscuro que sentía que iba a sentir”, admitió visiblemente emocionado, y se lamentó no haber pasado más tiempo con él antes de su partida: “No lo vi tan a menudo en los últimos 10 años, probablemente solo cuatro o cinco veces, y por lo general en un concierto o algo así. Todavía no lo he superado. Me haré más fuerte con el tiempo”.
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