Dylan y Baez, tan actuales hoy como en los sesenta
Los tiempos al fin de cuentas no han cambiado tanto. En estos días, como hace ya tantos años, Bob Dylan y Joan Baez volvieron a ser noticia y, de alguna forma, a estar pendiente uno del otro.
Dylan estuvo nuevamente en boca de todos por partida doble, o triple. Por un lado, por Triplicate, su nuevo álbum, aparecido esta semana, en el que vuelve a ponerse el traje de crooner para entonar clásicos que interpretaba Sinatra. Además, el sábado pasado, retomó su continuo girar y como los dos primeros conciertos -en los que no hubo cambio ni en los músicos ni, en general, en la lista de temas- fueron en Estocolomo, aprovechó para "pasar a retirar" su Nobel. Allí, en una ceremonia pequeña se encontró con doce de los miembros de la Academia sueca.
Ayer, Joan Baez -la que fue la gran princesa del folk de los 60 y la madrina del apenas más joven Bob- fue incorporada al Rock and Roll Hall of Fame. Pero además, los aires que se respiran en su país le han devuelto las ganas de componer y levantar su voz: en estos días subió a Facebook "Nasty", un tema dedicado al presidente Trump, y promete más. Y disco. Y gira.
Y también se dedicaron algunas palabras. "Su voz era como la de una sirena de una isla griega -dijo Dylan en la única entrevista que dio por la salida de Triplicate-. Su sonido provocaba encantamientos. Era una hechicera. Había que atarse al mástil como Ulises y taparse los oídos para no escucharla. Te hacía olvidar quién eras."
Baez, por su parte, en la nota que publicó la Rolling Stone esta semana, fue consultada por la demora de Dylan en aceptar el Nobel. "Es tímido -dijo-. Pero no lo sé realmente. Tengo el suficiente criterio como para saber que no lo voy a entender a él".