Con un show en el Movistar Fri Music, el cantante cerró el año como el artista argentino más escuchado de 2021; armó su primera banda, se consolidó en el escenario y se animó a blanquear su relación con Emilia Mernes
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Incluso cuando no sean antagónicas ni conflictivas, Duki es un artista que vive de tensiones. Lo dominan situaciones que en principio parecen opuestas o distantes pero se encarga de ponerlas en diálogo, en “hacer que se retroalimenten”, según sus propias palabras. 2021 ha sido para él un mojón consagratorio en su carrera: fue destacado como el músico argentino más escuchado del año. Para cerrarlo, su show en el Movistar Arena (en el marco del Movistar Fri Music) totalmente agotado fue una celebración a la que no le faltaron sus momentos de honestidad brutal. “Estoy aprendiendo a dar shows en vivo, gracias por bancarme y espero que lo disfruten”, dijo en medio del recital.
Ser extremadamente popular y estar desarrollándose en vivo es dinámica impensada en otros géneros pero que para la música urbana es una realidad con la que Duki convive a gusto. Mientras una banda de rock tenía que recorrer el under durante años para llegar a tocar para 5 mil personas, y gracias a ese recorrido llegar con experiencia escénica, para un artista de trap todo pasa a la velocidad de la luz. A algunos, de hecho, la masividad les llega incluso antes de haber pisado un escenario por primera vez. “Hoy en día, con todo el caudal de oyentes que se puede ganar en las distintas plataformas todo es muy rápido. Una canción que se pegó y listo”, analiza Duki. “Como Tiago, Mari [María Becerra] o Nicki [Nicole], que hasta este año no superaban los 10 shows en vivo. Es una locura porque hay que subirse ¿eh? y estamos tan sorprendidos. Hablo por mí, que me permite enfocarme en mejorar y no sentir la presión o el miedo. Mucho tiempo sentí el miedo pero no perdí nunca el disfrute del show en vivo, yo sabía que iba a mejorar. Siempre tuve en mente que me caía, tropezaba, pero que iba a mejorar”.
-Y ahora diste un show completo con banda, ¿sentís que es otro paso en ese desarrollo arriba del escenario?
-Me pareció por mucho el mejor show que hice. Hay otra fuerza, otra energía. Andy es una bestia [ su baterista es Andy Villanova, exintegrante de Carajo]. Tiene una pegada y una cancha. Toca desde los19 años el atrevido, debe tener como mil fechas encima. Con las bandas de rock pasa que ya desde el ensayo y la composición tocan en sí. Cuando nosotros vamos a grabar no tocamos en vivo porque grabamos de otra manera. La banda está en constante ensayo y nosotros los artistas urbanos no tenemos eso. Todos venimos de lo digital. Había que aprender a editar las pistas, pedirle a alguien que las masterice, que al principio se nos pasaba y por eso si las escuchás las más viejas estaban súper flacas, no estaban a la altura de la situación. Son muchos cabos sueltos que hay que empezar a atar. Antes de nosotros no había artistas haciendo lo mismo a nivel show, alguien que te guíe la performance y te diga cómo mirar al público o esas cosas.
-¿Estás disfrutando más del vivo ahora que tenés más experiencia?
-Todas las noches son especiales y eso tiene mucho que ver. Hicimos shows en Lomas de Zamora y en Escobar que tuvimos que parar muchas vece porque había mucha gente y tenía miedo de que alguien se lastimara. Sacaban gente desmayada del público y para mí, que estoy muy pendiente y me conecto mucho con lo que pasa abajo, me puede desconcentrar. De repente me voy, me desconecto. Ahora sí pasa que ya me subo muy seguro, sé cómo sonamos, que ensayamos mucho y sé cómo canto.
-También tenés un público amplio y de pronto los más grandes pueden ir a meterse a un pogo y para los más chicos el mensaje tiene que ser otro.
-Obvio, es eso, la gente más grande que me escucha y tiene su vida bastante realizada, es gente que tiene su laburo, su vida normal y disfruta de mi música; paga la entrada para verme y todo bien. Pero hay otro público más joven que siento que por ahí puede estar pasando algo que pasé yo y por ahí puedo darles una mano, enseñarles. Uno lo que más quiere es cambiar el mundo, marcar la diferencia y tal vez hacer eso: abrirles la cabeza a los pibes un poco. Quiero eso con mi música. A mí me sirvió para salirme de la realidad, de lo que me hacía mal y me dejaba soñar despierto parado en un colectivo. Y no hay nada más lindo que enseñar, poder transmitir todos los consejos que me dio a mí gente que sabe mucho en distintas áreas y espero eso: aportar mi granito de arena.
¿Y te molesta cuando te echan en cara que en tus letras hablás de excesos? Como si quedara eso y no el mensaje que bajás en todas tus notas para que tus seguidores vayan a la escuela y sean agradecidos con su familia.
-Siento que antes podía pasarme por cómo manejaba mi imagen pública, que no la manejaba bien. Ahora que estoy en otro momento la verdad que me da igual que piensen lo que quieran pensar. Hoy estoy más seguro de mí, después de haber peleado con mis inseguridades. Estoy más enfocado, más concentrado en mente, alma y cuerpo.
-En relación a tu imagen pública, decidiste subir una foto a Instagram con Emilia Mernes, como oficializando la relación. ¿Llegaste a la decisión de hacerlo público para evitar especulaciones?
-No sé si fue tan así, pintó subir la foto. Pasa que vamos a todos lados juntos, era obvio. Y si es cierto que todos los medios quieren ponerse el premio de decir “Nosotros blanqueamos la relación”, entonces, para que me dejen de romper las p... subimos la foto. Pero no nos gusta la exposición de la pareja, fue para que no nos molesten más.
-Y aprovechar tus redes para comunicarlo sin intermediarios también es tu forma de jugar ese juego, ¿no?
-Yo creo que más que saberlo jugar es jugar con respeto. La mediatización y la exposición es algo muy jodido. No es fácil de llevar, sabemos cómo es el mundo, mucha gente hatea por hatear. Los medios mal usan la información. Entonces, es, sobre todo, jugar con respeto. Siempre me muevo tranquilo y apelo al sentido común y al corazón de la gente. No ando dando vueltas con las cosas que digo. Siempre apelo a eso, le hablo a personas que son personas como yo y le pasan las mismas cosas que a mí.
¿Y qué balance hacés de este año en el que te convertiste en el artista más escuchado de Argentina?
-Un pedazo de año (risas). Es un año muy especial, muy épico y como muy necesario en el momento en que estaba. Llegó en buen momento.
-También puede pasar que te llegó precisamente porque vos estabas en un buen momento.
-Claro. Es una retroalimentación constante, como cuando empezás a ir al gimnasio. Al principio no querés arrancar y cuando vez los cambios te cebás, más voluntad tenés y más ganas de hacerlo. Desde el fin del mundo es de este año pero parece del año pasado con todo lo que pasó. Es muy flashero, en el vivo hay 18 temas nuevos para tocar. En el medio metí 6 o 7 feats más y después los del EP Temporada de reggaetón. Eso fue una locura para decidir cuáles hacer en el show.
-Sacás una cantidad muy grande de temas por año y en eso vas a contramano de muchas discográficas y productoras, que no quieren sobreexponer a sus artistas. Demostraste que se puede...
-Sí, demostré que la fórmula sirve. A veces la industria le tiene miedo a que el artista se queme, pero la clave está en que si vas a sacar mucha música, que sea distinta, variada. Hay que aprovechar la oportunidad. Hoy en día todo es multigénero, entonces tenemos que hacer cosas distintas para que la persona que te escucha no se aburra, que no vuelva a ver siempre la misma faceta de un artista.
-Y sacar un tema tras otro está en tu naturaleza, evidentemente...
-Lo que pasa es que no me da miedo sacar una canción que no sea un hit, no me da miedo que mi próxima canción tenga menos números que la anterior. No tengo esa visión que por ahí tiene un equipo de una discográfica, que está diciendo que lo próximo tiene que romper records y están cuatro meses laburándolo para que no haya margen de error y que sí o sí tenga mejores números. Yo no le tengo miedo a eso, no le tengo miedo al no hit. Y eso es clave para la forma en la que me muevo.
-Es como una voracidad pero también un disfrute de hacer música y compartirla, ¿no?
-Yo lo veo como una necesidad. Es una práctica: hasta que no saqué la canción siento que no se terminó. Hay un entrenamiento ahí, un poder que estoy aprendiendo y que no lo termino de sacar. Necesito dejar el cuadro terminado y decir: “Acá estoy practicando la técnica de pintura al óleo” (risas). Dejarlo ahí y que esté terminado.
-¿De ahí también viene ese interés por el multigénero?
-Pasa que a medida que empieza a evolucionar la técnica, el cuerpo se acostumbra y le da más hambre y quiere más. Entonces, cuando uno se especializó en la rama que quería, lo que hay que hacer es buscar las ramas que están adyacentes e ir perfeccionando esas cosas. Este año me pasó algo. Antes, cuando hacía temas rápidos, no me gustaban. No tengo temas rápidos sin autotune porque cuando los hacía no me gustaba mi voz, no sabía como ponerla. En 24 tengo un par, pero es como que quedan suaves las canciones, les faltan fuerza, que es muy distinto a cuando estoy improvisando. Con “Día de pago”, que hicimos con Ovi, me tiré el freestyle y partió de ahí y me encontré mucho mejor. En “ En movimiento” al principio también me pasó que me encontré y me gustaba mucho cómo quedó esa primera voz. Entonces, sigue pasando el tiempo y uno sigue conociéndose, aprende trucos nuevos, aparecen cosas y es hermoso. Ahora para el vivo empecé a cantar un poco más, entonces me ayuda la voz. Antes gritaba mucho y forzaba a vivir de la corrección del autotune, ahora me estoy enfocando en cantar más, en vocalizar antes de los shows. Estamos mirando mucho ese aspecto, cómo pulirlo, mejorarlo. Agregar la banda fue otro claro ejemplo. Es un poco arrancar de cero porque tenés que ver qué sensaciones querés generarle al público en cada canción. Por ahí con “Hello Cotto”, que es muy pesado, es fácil porque es obvio, pero en otros por ahí se te van muy punk y no querés transmitir eso. Entonces es eso, es una lucha constante por cubrir todas las áreas.
-Este año hiciste temas cancioneros, un EP de reggaetón, tuviste tus hits con estribillos y el trap que siempre está. ¿Tenés ganas de volver a rapear más duro en el futuro?
-Sí, me voy a poner a rapear. Esa es la próxima búsqueda, algo trap-rap, no tan canciones. Pero con tiempo queremos hacer algo para fin de año que suene bien rapero, hacerlo worldwide. Por eso apuntamos al año que viene, para hacer algo icónico.
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