Este sábado el músico “desbloquea” un nuevo nivel en su meteórica carrera: se presenta en el estadio del Real Madrid; la charla con LA NACIÓN, el testimonio de quien está a su lado desde sus inicios y la Casa Blanca por dentro
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MADRID.- Es imponente la Casa Blanca. Y es aún más imponente este flamante Santiago Bernabéu arropado por una coraza metálica que la asemeja más al museo Guggenheim que a un estadio de fútbol. Cerca de 1200 millones de dólares costó lavarle la cara por completo al hogar del flamante campeón de la Champions League y adaptarlo para ser convertido en un espacio multipropósito, donde el fútbol y los megaconciertos puedan convivir en armonía. Este sábado le toca a Duki poblarlo de 65.000 fans y elevar la vara de la música argentina.
En pleno receso futbolístico, por fuera continúan las obras para dejar todo listo de cara a la próxima temporada. Por dentro, un mar de personas trabaja en el armado del escenario, en la puesta y en cada detalle del show de este sábado. Las voces argentinas, que son muchas, se entremezclan con las españolas y dan la verdadera magnitud de lo que está sucediendo. Mauro Ezequiel Lombardo, Duki, jugará de local este sábado, con la seguridad que le da el haber conquistado paso a paso al público español. ¿En tiempo récord? Sí, claro que sí, a la velocidad de la luz, a una velocidad difícil de asimilar para quien no está al día con lo que le sucede tanto a él como a la escena de la música urbana argentina que integra y lidera.
Veamos los números antes de charlar con él cómodamente sentados en los pupitres de prensa del Bernabéu, en las butacas 32 y 33. En 2018 debutó en estas tierras en la Sala But, con capacidad para 1500 personas. En 2019 se presentó para 2500 fans en La Riviera. Tras el largo año de restricciones por la pandemia, retornó en 2021 y ya tuvo que instalarse en un espacio bastante más grande, el Palacio Vistalegre, en el que lo vieron 13.500 personas. El año pasado, no solo dio un nuevo paso en Madrid sino que también desembarcó en Barcelona. Realizó dos funciones en el moderno Wizink Center (un arena) y otras dos en el imponente Palau Sant Jordi catalán. En total fueron 60.000 los fans que lo vieron en esas cuatro fechas. Ahora, el Bernabéu, el mismo estadio en el que días atrás se presentó Taylor Swift y que en julio actuará Julio Iglesias, le pertenece y todos aquí trabajan contrarreloj para llegar a tiempo a la gran cita.
“La gente está desesperada por ser famosa”, comenta Duki en conferencia de prensa. De un tiempo a esta parte, el trapero número uno de la Argentina asimiló su lugar en la música local, su rol en la escena urbana y, sobre todo, los valores que debe compartir y transmitirle a su público, integrado mayoritariamente por chicos, adolescentes y veinteañeros. Por caso, en abril de este año, en una charla en el Movistar Arena para adolescentes que estaban terminando el secundario, manifestó: “Lo más increíble del ser humano es la capacidad de evolucionar. Te podés bajar un tutorial, podés aprender algo que te guste: piano, inglés, lo que sea”. Y es lo que hizo él desde que participó de las batallas de freestyle de El quinto escalón, que se realizaban en el Parque Rivadavia y de las que también salieron Wos, Trueno, Paulo Londra e Ysy A, quien las creó con tan solo 13 años.
-Decías hace un rato que la gente está desesperada por ser famosa. Vos no lo buscaste pero te sucedió. ¿Cuándo sentiste que empezabas a entrar en esa categoría?
-Me empezó a pasar más o menos en 2018, 2019, cuando empecé a llegar a un público que no era mi público. Te pasa cuando rompés esa pared y empezás a llegar a más gente y a mucha gente que no entiende la movida, que critica un montón, que prejuzga; entonces te empezás a sentir inseguro. En ese momento me tocó pelearla con todo eso, pero fue el impacto que provocó precisamente ese primer contacto con la fama.
-Estás muy centrado en dar un mensaje positivo y te pusiste la camiseta de líder de un movimiento. ¿Cómo se dio eso?
-No fue tanto sentirme líder sino que buscaba aliados y por mi necesidad de armar una escena, mi primer pensamiento fue: ahora vamos a sacar las canciones, ya tenemos música, pero, ¿cómo creamos un circuito real, cómo hacemos que nosotros logremos llegar a más gente, tocar en lugares mejores, ¿cuál es el próximo paso que tenemos que dar? Uno siempre busca aliados y los míos eran los artistas que tenía al lado. Entonces, para nosotros, la primera fuerza que teníamos era generar esta comunidad con la gente que nos escuchaba uniendo los oyentes de cada uno. Colaborando uno con el otro y después empezando a tener que ver con la visión de cada uno y con las cosas que le van pasando. A mí me tocó ser el primero por venir de un país en el que el género urbano no había atravesado fronteras. Me tocaba ser el que empezaba algunas acciones que causaban ciertos hitos. Y uno siempre quiere crecer. Sí tal vez me tocó el rol de líder pero no es que yo me lo tomo como tal, como que realmente soy un líder, sino que hago lo mío para que todos crezcamos y todos nosotros en Argentina creamos que la mejor forma de crecer es acompañándonos, ayudándonos, aprendiendo de los errores que tuvimos.
-”Se equivocan los que hacen”, solían decir los abuelos...
-Tal cual. Es que todos los de la primera camada cometimos un montón de errores sobre cómo distribuir nuestra música, qué teníamos que hacer y de repente los que vinieron después tomaron nota de esos errores y pudieron llegar a lugares más grandes más rápido gracias al camino que ya se había hecho. Siento qué sí tuve el lugar del líder por todo esto que te digo, pero tiene más que ver con el crecimiento en comunidad.
En paralelo a ese comienzo, al momento en el que Duki deja las batallas de freestyle y pasa a concentrarse en crear su propia música, aparece otro nombre clave. Esa otra persona es la que ahora va de un lugar a otro del Bernabéu y se preocupa por un chaparrón que puede atrasar unos minutos el plan de armado del escenario (vale aclarar que nada puede afectar al show, el Bernabéu cuenta con un moderno techo corredizo que demora solo veinte minutos en cerrarse por completo). Se trata de Federico Lauría, Fede para todos, quien fundó Lauría Entertainment primero, Dale Play Records después y que hoy, bajo el nombre de Dale Play, maneja la productora y discográfica más importante de la escena urbana argentina y latinoamericana. La historia de cómo lo conoció a Duki es una de esas historias que tiene los componentes ideales para convertirse en mito.
“Yo lo conocí a Duki cuando él recién había sacado sus primeras dos canciones”, cuenta Lauría en pleno campo de juego del Real Madrid. Lo conocí a finales de 2017. Nosotros ya veníamos desarrollando artistas del género urbano de Puerto Rico, de Colombia. Trabajábamos con Bad Bunny, por ejemplo. Yo miraba mucho lo que estaba sucediendo en el consumo de plataformas digitales, en 2016, 2017. En ese momento no era tan masivo aún pero sí era muy fuerte en los más chicos, en los jóvenes y ahí en un chart veo el nombre de Duki. No sabía quién era. En paralelo a eso, yo siempre le preguntaba a los chicos de un colegio que está en El Salvador y Bonpland que paraban en la esquina qué estaban escuchando. Un día me dijeron que estaban escuchando al Duki y el hijo de un amigo también me lo nombró en la misma semana. A partir de ahí empecé a rastrear cómo llegar a él”.
El olfato de manager y promotor le decía a Lauría que algo estaba pasando y que había que moverse rápido para ser parte de eso. “Le escribí por Instagram, no tuve respuesta y seguí rastreando hasta que llegué a quien era su manager o amigo que trabajaba con él y logré que viniera a la oficina después de insistir varias veces. Tuvimos una charla muy linda y a partir de ahí empecé mi deconstrucción, porque tenía que demostrarle que le servía para algo. El ya había sacado su música sin ningún tipo de intermediarios, le empezó a ir bien y obviamente tenía mucha desconfianza de la industria y con mucha razón. Nosotros, como industria teníamos que entender de qué se trataba y mostrarle que podíamos serle útil. La charla duró un par de horas y en el comienzo él me midió mucho, con mucha desconfianza y de manera medio desafiante. Fuimos llegando a puntos de encuentro, yo lo fui entendiendo y en ese primer contacto me di cuenta que podía haber algo importante, que podíamos construir algo juntos. Así empezamos”.
-Duki, en muchas notas hablaste de los problemas con los que se encontraron al comienzo quienes primero intentaron desarrollar el trap en el país. La industria musical ya existía, claro está, pero sintieron que no estaba preparada para ustedes...
-Exacto, fue así. El circuito no estaba hecho, en nuestro país ni se sabía qué podía pasar con nosotros. La gente decía: “los raperos están re locos, flashan que son yanquis, son unos cipayos de mierda”, y de repente llegamos nosotros, empieza a pasar algo que los demás no veían. Era un poco mostrarle a la gente que controlaba esto, la industria y decirles: “estamos acá, loco, tiren un centro que se lo devolvemos y armamos el partido”.
-En los noventa hubo una escena de rap, con el epicentro en el oeste del Conurbano y no pasó nada en términos de masividad. Había un compilado que se llamaba Nación Hip Hop...
-Si, lo conozco...
-Pero con tu generación pasaron otras cosas...
-Para mí lo que impactó fuerte y que no había pasado antes fue el freestyle, que tenía algo distinto al rap. Los primeros que intentaron hacer rap acá copiaron al rap en inglés, la forma que afuera tenían de rapear y las cosas que ellos vivían y su forma de ser. Nadie se iba a sentir muy identificado con eso, en cambio en el freestyle vos contás lo que te está pasando en ese momento y cualquier persona que sea argentina te va a contar su realidad. Es más fácil sentirse identificado cuando las historias son cosas que uno ve en su país y que a uno también le pasan que cuando se canta en inglés y se dicen cosas de otra realidad. El freestyle ayudó un montón a que la gente se interesara. De repente apareció alguien como DToke rapeando con todos los berretines argentinos, sonando local, descansando a todos súper rápido, con esa inteligencia y picardía argentina, y parecía que el freestyle era algo que había nacido en nuestro país. Se creó El quinto escalón y eso era algo nuestro y la gente se sintió identificada.
-¿Cómo llegaste a las batallas de freestyle de El quinto escalón, te llevó alguien?
-Fui solo, llegué después de haber visto las batallas por Internet. Yo me empecé a juntar con otros traperos por otras competencias pero todos sabíamos ya que existía El quinto escalón.
-Tu mamá te sorprendió en la conferencia de prensa con una pregunta que los emocionó a los dos. Cómo es trabajar con tu familia, viajar con ellos. Es una contención también?
-Sí, es una contención. Es difícil, costó tiempo, más que nada acostumbrarte, dejar que se crucen los mundos de Mauri y de Duki y que cada uno pueda tener su protagonismo, pero era lo mejor que me podía pasar. Es la gente que más me quiere, que me conoce como soy, que me quiere por lo que soy y es la gente que siempre va a poner primero mi salud y mi persona antes que el éxito. Sí costó al comienzo, cuando se sumaron a trabajar conmigo, pero hoy te puedo decir que es lo más lindo que me pasó.
-¿Cómo es la previa de un show de Duki? ¿Hay alguna preparación especial, alguna cábala?
-Cábalas no tengo, solo estar tranquilo en el camarín. Entreno un rato antes para estar con el cuerpo activo y después jugamos unos trucos, algo para distender y la verdad que lo tomo con mucha calma. Ya es algo rutinario, normal y nunca sé cómo me va a pegar, por eso no tengo ninguna cábala ni nada, no elijo. Hay días en los que estoy más nervioso y no es precisamente en el show más grande; se da cuando se da y no sé muy bien por qué pasa. Este sábado puedo llegar al Bernabéu y puedo estar más tranquilo que otras veces, no tiene que ver con el lugar. Nunca hay nada armado, no sé qué va a venir después.
“Tuve la humildad de entender que nosotros teníamos que cambiar y adaptarnos a lo que estaba pasando y no forzar a ese nuevo movimiento a ponerle nuestras reglas”, suma Federico Lauría. “Las reglas las pusieron ellos y yo tuve que adaptarme y entender una nueva forma de trabajar y de sentir, de cómo relacionarme con un artista y seguramente él entendió en ese momento que conmigo podía encontrar un aliado, un compañero, alguien que lo iba a acompañar a cumplir sus sueños. Siete años después estamos en el Bernabéu”.
La nota debería terminar con unos sugestivos puntos suspensivos, porque esta claro que la historia continúa.
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