Tras ganar el título en el Luna Park, el battle rapper cristiano habla sobre la final, rimar en los trenes y cómo se prepara para la internacional
“Estaba re agradecido con Dios, pero sabía que si yo había llegado a la final era para ganar”, dice Dozer, el battle rapper cristiano que se coronó campeón en la última edición argentina de Batalla de los Gallos , el sábado 4 de agosto en el Luna Park, ante 6000 personas. “Lo que suena más loco es cuando me digo a mí mismo: ‘Soy el campeón’. Eso me hace flashear mucho y hasta rapear mejor”, sigue él. “Quizás alimenta mi autoestima, que toda la vida me jugó en contra.” Ahora representará al país en la final internacional, que –como en 2013– volverá a disputarse en Argentina, en diciembre.
Hijo de un taxista tucumano y una costurera, Dozer (Juan Matías Varela, 25 años) lidió con el acoso escolar desde pequeño (“Me bullyneaban por tener aspecto de norteño”) y en la adolescencia aprendió a defenderse de otro tipo de bullying: el de las barras de sus rivales, que se hacían una fiesta hablando de su acné juvenil en batallas de rap under. Sus comienzos fueron en el Halabalusa, la legendaria competencia del bosque de Claypole de donde salió Dtoke, campeón internacional de BDLG en 2013.
Dozer participó en las ediciones argentinas 2012 y 2013 de Batalla de los Gallos y, al mismo tiempo que abrazaba la fe cristiana, despareció dos años de las grandes competencias. Durante esos años empezó a rapear en los trenes para poder comer (su madre es diabética y su padre tuvo un ACV). Volvió en 2016, ya con mucha más seguridad, y ese mismo año soltó un punchline en El Quinto Escalón que lo reposicionó en el draft: “Me hablás de mi apariencia, de granitos, pero eso es toy/¡Mi apariencia no define la paliza que te doy!”.
En 2016 y 2017, fue elegido para competir en BDLG y llegó a semifinales las dos veces, en sus propios términos: siendo devoto de Dios explícitamente, sin soltar rimas “personales” y sin insultar, algo que en el ambiente de las batallas es lo más normal del mundo. Pero este año, justo un día antes de la nacional de BDLG, mientras participaba de una competencia que se suponía que le sirviera “como entrenamiento” (la jam de Fuera de Límite del CC Recoleta), tuvo un traspié: le tocó contra Klan y se metió en el terreno del morbo. “Le tiré una rima a Klan sobre su hija, y me metí en un terreno en el que yo nunca me meto”, dice.
Perdió esa batalla, y llegó llorando a su casa, pensando “yo no soy de batallar así”. Habló con Claudia, su novia, y oraron juntos. “Entonces entendí que estaba poniendo mi enfoque en el premio de la Red Bull y no en lo que me hace bien, que es Dios.” Fue Claudia quien lo convenció de filmar y subir a las redes un video que hoy resulta premonitorio: parado contra la puerta de madera rebatible del baño, Dozer le agradece a sus seguidores y también a sus haters, “por ser tan sinceros”. Y después dice: “La mejor corona que pude tener es aceptar a Dios como mi salvador”.
“Fue como que, un día antes, renuncié a la Red Bull”, dice Dozer ahora. “Subí el video y al otro día, cuando llegué al evento, le pedí perdón a Klan como cuatro veces.” Ya estaba con el karma limpio y en los camarines del Luna Park cuando empezaron a pasar algunas cosas que podrían interpretarse como “intervención divina”: los dos favoritos de la noche (Papo y Nacho), se masacraron verbalmente en primera ronda, y Dozer quedó en el cuadrante fácil y avanzó sin muchas trabas hacia la final, donde le ganó en una batalla de tres rounds al santafesino Stuart.
¿Te sentías con más posibilidades que Stuart?
Yo creo que Stuart tenía las mismas posibilidades que yo de ganar, pero la diferencia fue la personalidad de cada uno. Mirá que lo mío es complicado igual, porque a veces siento como que voy a predicar en vez de a una batalla. Y la verdad es que yo no voy a predicar, voy a batallar. A veces no sabés cómo explicarle a la gente que vos sólo respondes a que te dicen que sos cristiano.
La energía entre Stuart y yo era muy diferente. Stuart empezó a hablarle al público como si no fueran personas, restándoles importancia. Y yo creo que siempre el MC que está más conectado con la gente es el que gana, como pasó con Tata en 2012, con Dtoke en 2013 y con Wos el año pasado.
Durante la final, ¿algún pensamiento se repetía en tu cabeza?
Pensaba: “Tirate un acote de otro planeta, dejá fluir, soltá una rima que toque a la gente, que traspase. Hacé algo eterno”. Eso pensaba. “No, no la voy a perder.”
¿Crees que el hecho de que hayas salido campeón puede ayudar a que otros chicos cristianos se animen a meterse al rap?
Yo creo que sí. A mi me llaman de muchas iglesias; hay iglesias buenas y algunas que son cualquier cosa, pero en todas hay jóvenes que a veces están siendo mal liderados. Y para esos jóvenes, ver a alguien como yo batallando les rompe la cabeza, porque tal vez antes creían que rapear era pecado. Entonces se rompen muchas estructuras y esto me da el lugar como para ser un nuevo referente. Le da la idea a esos chicos de que podés llegar a un determinado lugar sin venderte.
Estas clasificado para la final internacional, donde vas a representar a Argentina junto a Wos, campeón del año anterior. ¿Qué crees que podés aportar?
Wos para mi es uno de los grandes batalladores de Argentina, porque es bolacero pero también acotador. Eso es lo que tiene Wos, que ejecuta lo que tiene que decir de la mejor manera y si te clava un buen punchline, te mata. Yo en cambio soy más fuerte por el lado de las respuestas, creo que represento más a Argentina por el lado de los valores, por el corazón, por la calle. No digo que Wos no tenga calle, pero por la diferencia de edad y de experiencias de la vida, y por cómo me ven, represento un poco más eso. Somos diferentes, pero los dos representamos a Argentina.
¿Cómo vas a entrenar para la internacional?
Sony se ofreció para que nos juntemos y voy a entrenar con él. Después de la final se acercó atrás del escenario y me dijo: “Hermano, no puedo estar tan feliz. Me inspiraste. La gente no me dejaba llorar porque me pedía fotos”. Estaba muy emocionado y me decía que lo había sentido como una victoria propia. “Ahora te tenés que quedar con el título mundial”, me dijo. Así que nos vamos a juntar a entrenar para llegar listo. Le voy a pedir muchos consejos.
Sos un competidor muy completo: tenés punchlines, métrica, flow, dobletempo, buenas respuestas al momento. Pero, ¿qué dirías vos que es lo que te define?
[Se toma un segundo para pensarlo] Yo rapeo con el corazón. Dejo el alma siempre. No quiero presumir de eso, pero así como me la juego con mis convicciones, me la juego a la hora de rapear. Dame una pista y te voy a mostrar que amo la pista, que cada palabra que digo y cada acote que tiro es bien sentido. Es como que abro mi corazón y dejo todo.
Hasta la semana previa a ganar el título trabajabas rapeando en los trenes. ¿Vas a seguir yendo a rapear al transporte público ahora?
Creo que después de ganar el título todas esas cosas cambian. Yo llevo años trabajando en los trenes, a veces rapeando seis o siete horas por día, comiéndote la mala onda de los vendedores, de que te quieran pegar, a veces rapeando con un nudo en la garganta. Pero todo eso dio sus frutos, porque después de todo lo que pasé en los trenes lo que menos miedo me da en el escenario es el contrincante.
En los trenes también me curé del miedo al rechazo, y por la misma costumbre es probable que cuando me suba a un vagón me den ganas de rapear. Pero no creo que pueda ir tanto a rapear a los trenes ahora, no sólo por respeto al título sino por respeto a mi. A ver cómo me las puedo ingeniar de otra forma... Ahora tengo que tratar de ser ingenioso.
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