Latin Grammy: Mon Laferte protestó y se desnudó por la crisis en Chile
No todo es agradecimiento y premios en mano en la vigésima entrega de los Latin Grammy. La cantante chilena Mon Laferte aprovechó la alfombra roja para repudiar con un topless la situación actual de su país de nacimiento. Y lo hizo escribiendo en su cuerpo la frase: "En Chile torturan, violan y matan".
Previamente, durante la primera ceremonia de los premios, la que no es televisada y en la que se entrega la mayor cantidad de distinciones, la cantante subió al escenario a recibir su estatuilla por el disco Norma, en la categoría Álbum de música alternativa, y declaró: "Esto es para Chile. Quiero leer una décima de una compañera cantora chilena, La Chinganera. «Chile me dueles por dentro, me sangras por cada vena, me pesa cada cadena que te aprisiona hasta el centro. Chile afuera, Chile adentro, Chile al son de la injusticia. La bota de la milicia, la bala del que no escucha, no detendrá nuestra lucha, hasta que se haga justicia»".
También durante la primera ceremonia de los Latin Grammy, Andrés Calamaro le puso su tono de color (¿salmón?) a esta ceremonia en la que todo el mundo viste de sobrio negro, conversa educadamente en cada mesa con el resto de los comensales y escucha con atención los discursos de los premiados.
Calamaro tuvo un par de oportunidades para adueñarse del micrófono en el sentido más literal. Con él, la tarde había comenzado (¿afilada?). Porque apareció un Andrés que, al recibir su premio por el tema "Verdades afiladas", en el rubro Mejor canción de rock, apoyó la estatuilla en el piso y dijo: ¿Tengo tiempo de leer un verso?". Sacó de uno de sus bolsillos una serie de papeles en los que había escrito mucho más que un verso y declamó por décimas criollas: "Soy del palo musiquero, desde que tengo memoria, escribo en versos mi historia, letra y música primero. Solo quise ser rockero, en las malas y en las buenas, para cantarle a las penas el camino recorrido. Vivir es haber vivido, con la música en las venas". Y para rematarla exclamó: "¡Qué viva la música! dijo [el escritor colombiano] Andrés Caicedo... se suicidó después. ¡Gracias!" y salió del escenario.
Esa era la segunda estatuilla del Salmón. Antes había recibido, por su disco Cargar la suerte, el premio a Mejor álbum pop/rock. En ese momento pidió un aplauso para David Lebón, que había estado ternado en la misma categoría y se deshizo en elogios hacia él con una síntesis de su historial musical. "David, te quiero mucho donde estés, fuiste mi inspiración, me envenenaste con tu deseo de hacer música, con tu talento para la guitarra y para cantar".
Con una estatuilla en cada mano, minutos después Andrés se fue para la siguiente ceremonia y al pasar por la alfombra roja, Ricky Martin, que estaba transmitiendo en vivo por su cuenta de Instagram, se acercó para saludarlo y contarle a su público que Calamaro es una leyenda de la música argentina.
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