El popular cantante reconoce la dolencia con la que convive desde hace cuatro décadas, pero que no le impide llevar adelante su vida; siempre activo, el próximo 24 de julio ofrecerá un concierto por streaming en homenaje a las grandes estrellas del bolero, aunque no faltarán sus inolvidables hits
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Lidia con los perros, una mamá y su cachorro, a los que calma con una onomatopeya, como aquellas que definieron su poética musical. Los animales insisten con hacerse notar, así que Donald apela a esos sonidos tan característicos, indefinidos y entendibles al mismo tiempo, como aquellos reconocibles “Sucundum, sucundum”, “Rakatakatá” y “Chequendengue, chequendengue”, que repitió todo un país en los 60 y 70 y que aún hoy están arraigados en la memoria colectiva. Ahora, el santo y seña para que las mascotas dejen de hacer bullicio es algo así como “res, res”. Funciona. El silencio vuelve a reinar en la casona de San Isidro en la que vive el querido cantante desde hace años y en la que está preparando Donald le canta al amor, el concierto que brindará por streaming el próximo 24 de julio por la plataforma passline.
“En la virtualidad hay que ser creativo e imaginar a ese inmenso público que está del otro lado. Al no verlos, no se sabe quién es quién, aunque se intuye que tal o cual persona puede estar allí”, reflexiona el intérprete que logró una inmensa popularidad con aquellos recordados hits como “En una playa junto al mar”, Siempre fuimos compañeros” o “Tiritando”, aquel tema que muchos creen que se llama “Las olas y el viento”, en coincidencia con la instalada frase que abre la primera estrofa.
-Hablabas sobre la intuición en torno al público que se produce en un concierto virtual, algo que, desde ya, no sucede en la presencialidad. Más allá del espectador ocasional, ¿reconocés caras recurrentes en cada uno de tus shows?
-Eso sucede y también hay gente que solo quiere escucharme cantar los hits, pero en este streaming solo habrá tres o cuatro.
Es que la nueva propuesta encontrará a Donald Clifton McCluskey, tal el nombre con el que lo inscribieron cuando nació hace 75 años, desandando un camino musical que lo llevará a los títulos referenciales del bolero.
-A fin de año se cumplirá el primer aniversario de la muerte de Armando Manzanero. Tu nuevo show, ¿es un homenaje a su figura?
-No específicamente a él, aunque lo incluyo, pero estarán presentes los grandes del género como Daniel Riolobos, Roberto Yanés o Antonio Prieto. El show girará en torno a la canción romántica, sobre todo boleros de los años 60 y 70. La orquesta de ocho músicos estará dirigida por Miguel Ángel Castellarín y tendrá un sonido que recordará a Tito Rodríguez, a los años cincuenta. Cuando Tito Rodríguez estuvo en Buenos Aires se convirtió en un boom, fueron los tiempos en los que yo comenzaba, en los que se imponía lo que se llamaba “La Nueva Ola”.
Dany Martin y César Banana Pueyrredón serán dos de las figuras invitadas que acompañarán al artista nacido un 9 de Julio en el seno de una familia de músicos. Su padre fue el recordado Don Dean, una figura muy reconocida del jazz y el swing, y sus hermanos fundaron aquella recordada banda The Mac Ke Mac’s, cuya repercusión era tal que llegaron a ser invitados a participar en El show de Ed Sullivan de la televisión norteamericana.
Una que sepamos todos
Aquellas letras candorosas se instalaban rápidamente y eran repetidas por las multitudes que compraban sus discos, llenaban los clubes y estadios donde se presentaba y agotaban los tickets de los cines donde se proyectaban sus películas, producciones para un público familiar que solían llevar por título el nombre de alguna de sus canciones: En una playa junto al mar y Siempre fuimos compañeros fueron éxito de taquilla.
El viento y la arena, sucundum, sucundum, no me dejan ver, da-ra-ra-ra-pa-pa-pa-ra-pa, eres una ola, da-ra-ra-ra-pa-pa-pa-ra-pa, muy pronta a romper.
-Instalar un hit tan coreado, algo que pocos inspirados logran, ¿puede volverse en contra del crecimiento artístico de una carrera?
-No es algo que se vuelve en contra, pero sí, quizás, un hit, en algún momento, puede ser un ancla. De todos modos soy un agradecido que eso me haya sucedido y sigo en esa tesitura.
“Tiritando” fue la cortina musical de la publicidad de una marca de cigarrillos. Aquel aviso, protagonizado por la modelo Liliana Caldini, se convirtió en un suceso y llevó a que aquella canción vendiera más de 600.000 copias.
-¿Recordás el momento en el que compusiste aquellos singles que fueron tan famosos o se pierde el recuerdo a través del tiempo?
-Sí, me acuerdo.
-¿Cómo nació “En una playa junto al mar”?
-Era un creación de Don Dean, mi padre, que había compuesto en Playa Grande.
Donald comienza a cantar el famoso tema, pero en la versión original en inglés y mencionando al rectángulo de arena marplatense más aristocrático de la ciudad. Escucharlo es transportarse a un tiempo y revivir las melodías con el timbre y la calidez de esa voz con identidad y estilo propio.
-¿Por qué se modificó el nombre de la canción?
-El productor Carlos García Nacson me llamó para hacer una película con ese tema como leitmotiv, pero le pareció que era más apropiado ponerle “En una playa junto al mar”, dado que permitía no identificar la canción con un lugar en particular. Nacson había tenido mucho éxito con las películas de Leo Dan, como Santiago querido, y tenía el deseo de recrear una historia al estilo de las que hacía Doris Day en Hollywood, por eso convocó a Evangelina Salazar, con quien compartí el elenco.
Compañeros, chequendengue chequendengue, siempre fuimos compañeros, chequendengue chequendengue, de alegría y de tristezas, en la escuela y en el bar.
Con una carrera tan extensa, Donald no se privó de los éxitos ni de ser el protagonista de algunos hitos musicales como ser el artista que grabó el primer reggae argentino: “Scaba badí bidú”, tema de Fernando Monsegur, quien compartió la autoría con Donald. El trascendental episodio tuvo lugar en 1970 y fue una bisagra fundacional para el género en estas latitudes. Una versión reciente reúne a Donald con Bahiano, uno de los referentes locales de la música jamaiquina.
Dolores
Era un bebé cuando falleció un hermano mayor, tragedia que sumió a sus padres en una profunda depresión que los llevó a un duelo de varios años y a un estado de ostracismo que los confinaba a estar durante días encerrados y con las persianas bajas: “Fue un momento muy duro, traumático para ellos. Quizás, la pandemia que vivimos actualmente me llevó a recordar y sentir la necesidad de escribir en Facebook aquello que forma parte de mi historia personal”.
-Una experiencia catártica a través de la escritura.
-En cierta forma, sí.
Años después, la familia debió afrontar estafas y quiebras, y reacomodar una vida holgada de acuerdo a las nuevas posibilidades: “Mi papá se embarcó en la aventura de abrir un casino en Merlo, provincia de San Luis, pero sus socios se escaparon con el dinero, razón por la cual debió responder con sus bienes como garantía ante la provincia, así que perdió prácticamente todo”.
-¿Fue en esa época cuando decidiste continuar tus estudios en el colegio Cardenal Newman pagándote vos mismo la cuota con los cachets que cobrabas en televisión?
-Así es. Durante dos años actué los fines de semana en Ritmo y juventud, donde me pagaban muy bien, así que esa era la mejor garantía que yo le podía ofrecer a las autoridades del colegio para que no dudaran que abonaría la cuota en tiempo y forma.
-Siendo un adolescente, ya trabajabas en televisión. ¿Cómo se convive con la fama desde tan joven y durante toda la vida?
-No lo sé, es lo que me tocó vivir, lo transité de la mejor manera posible y así lo haré en lo que me reste por vivir.
-Nunca te mareó la fama. Nunca tu popularidad se vio involucrada en un escándalo.
-A mí me guió el recuerdo de mi padre, aunque cuando yo nací, él ya había dejado de actuar. También mi modelo fueron mis hermanos, diez años mayores que yo. Así fue.
Uno de sus hermanos, Alex McCluskey, fue manager de Luis Miguel, en los albores de la carrera del cantante mexicano. Indudablemente, todos los McCluskey se criaron con la clara influencia y sensibilidad por el arte que supo legarles Don Dean, el patriarca que se hizo famoso en la Argentina por aquella elegante partitura de “Bailando en el Alvear”.
En Donald, acaso buena parte de la inspiración para su próximo concierto de tinte romántico la encuentre en su propia vida. Está casado desde hace casi medio siglo con Verónica Zemborain, aquella novia de la juventud. Juntos fueron padres de cuatro hijos, algunos de ellos hoy viviendo en Hawái, y abuelos de nueve nietos: “Se dieron todas bien”.
-No es fruto del azar, una cuota de responsabilidad tenés en todo eso.
-Soy un agradecido, disfruto mucho de mis afectos. Hace poco estuve 110 días en Hawái y fue muy lindo compartir el día a día con la parte de la familia que está allá.
-Poca gente sabe que sos abogado. ¿Hubo vocación o solo te recibiste para cumplir con ese deseo y pedido que tu madre te hizo poco antes de morir?
-En mi juventud había comenzado a estudiar la carrera, pero no pude terminarla por los compromisos artísticos. Eran tiempos de giras, presentaciones en televisión, hacer shows todos los fines de semana, con lo cual era imposible que me pudiera sentar a estudiar.
-Imagino que no le habrá caído muy bien a tu madre la decisión de dejar la carrera.
-Había cursado bastantes materias, así que lo lamentó mucho. Ella estaba ilusionada que, cuando pasase el furor de mi vida artística, iba a volver a estudiar. Nunca dejé de trabajar, pero, ya adulto, logré recibirme.
-Te especializaste en las cuestiones vinculadas a los derechos de autor. ¿Aún ejercés como abogado?
-No, hubo un momento en el que tuve que elegir y me quedé con la música.
-En 1999 fuiste elegido concejal por un partido vecinal de San Isidro. Cumpliste con tu mandato y no reincidiste. ¿Demasiado hostil y oscuro el mundo de la política?
-No fue específicamente eso lo que me sucedió. En aquel momento hice un análisis de la situación y no puedo decir que no me sentía capacitado, pero sí que no estaba en condiciones de poder rendir más. Lo que había rendido lo sentía como insuficiente. Mis logros, quizás, no fueron todos los que me propuse, pero en la política cumplí lo mejor que pude. A pesar de todo fue una muy buena esa experiencia de cuatro años.
-En la actualidad estás abocado cien por ciento a la vida artística. ¿Seguís componiendo?
-Sí, me divierte, aunque es un gran esfuerzo.
-¿Por qué no existen las galas musicales en la televisión argentina?
-No lo sé, antes había programas donde los músicos podían actuar. Es más, un streaming como el que voy a hacer sería fantástico que se pudiera hacer en un canal de televisión.
Resiliencia
-Trascendió que convivís con una enfermedad desde hace 40 años. ¿Es cierto?
-En realidad estoy sano.
-¿No convivís con una dolencia desde hace décadas hasta que dieron con el tratamiento correcto?
-Eso tiene una explicación. Tengo una afección neurológica, pero tomo una medicación que mantiene a raya los síntomas que, durante cuarenta años, no sabíamos qué podían ser. Ahora, incluso, me cuido mucho más con los alimentos. Es una patología que antes afectaba seriamente a la gente, pero hoy con la medicación se puede llevar una vida normal, aunque cuando me enteré fue un balde de agua fría. Cuando todo se descubrió fue una tranquilidad para mí entender qué era lo que producían determinadas reacciones en mi cuerpo.
-¿Qué síntomas tenías? ¿Cómo se manifestaba?
-Por consejo médico es preferible que no ahonde ni piense en esta cuestión que la medicina cataloga como incurable, pero tengo la sensación que me la voy a curar.
-Has convivido con la dolencia, conocés muy bien sus pormenores.
-Ahora sé a quién tengo que combatir, quizás es a mí mismo.
-La causa de la mayoría de las enfermedades es emocional.
-Yo diría que sí. La salud empieza con llevar una vida lo más sana posible, empezando por comer sano.
-Esta dolencia, ¿te ha impedido hacer algo?
-No. Alguna vez me planteé que podía ser una limitación, pero no fue así. No hay imposibles en la vida.
-¿Te interesa el rol de jurado?
-Siempre que sea para aportar mis conocimientos y experiencia y para estimular a los concursantes, por supuesto que sí.
-¿Formarías parte del tribunal que juzga a los concursantes de La Voz Argentina?
-Sí, claro, ¿por qué no?
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