Djavan: "Ningún gobierno puede avasallar nuestros derechos"
Djavan se acaba de levantar de la siesta. Es uno de los rituales cotidianos que tiene cuando no está componiendo o está de gira. Uno de los artistas más importantes de la música brasileña- autor de clásicos como "Flor de lis", "Açaí", "Samurái" y "Sina"- tiene una vida normal. Se levanta temprano. Lleva a sus hijos pequeños al colegio. Asiste a las reuniones de padres. "No soy un ET. Me ven como una persona normal", dice el músico y compositor que acaba de llegar al millón de seguidores en Spotify. Si le queda tiempo se refugia en su finca en las afueras de Río de Janeiro, donde cultiva todo tipo de flores. "Yo no hago nada. Hay una persona que se encarga. Sólo contemplo su belleza".
Hace 16 años se dedicó a las orquídeas, una flor exótica que inspiró una de las canciones más originales de su nuevo disco Vesubio, que presenta en la Argentina hoy en el Teatro Gran Rex. "En realidad fue una brincadeira (broma). Quería usar los nombres científicos de las distintas orquídeas para hacer una canción y al final salió una melodía muy bonita y es un tema que me gusta mucho".
"Orquídea", como dijo la crítica de su país, resulta una de las canciones "más Djavan" que tiene Vesubio, un álbum compuesto por doce canciones, que definen ese estilo referencial para colegas como Caetano Veloso , donde conviven el jazz, el pop y las músicas populares del Brasil. El músico rompe con el trabalenguas de nombres científicos de orquídeas para fluir en música y letra con un samba compuesto en medio de esa naturaleza explosiva con la que creció de niño.
La naturaleza es muy importante en su vida. Djavan nació en Maceió, al nordeste brasileño, en el seno de una familia humilde. Su madre era una mujer sabia que trabajaba de lavandera. "Ella era muy musical. Cantaba y danzaba mientras lavaba la ropa. Yo nací y me crié mirando a mi madre haciendo esas cosas". Doña Virginia no llegó a ver su hijo triunfar en Río de Janeiro en 1976. "Ella partió antes". Sin embargo, le enseñó todo lo esencial que tenía que saber de la vida. "Tenía una relación profunda con la naturaleza. Con ella aprendí el nombre de las constelaciones y las plantas. Son las cosas con las que me relaciono desde niño".
La fuerza de la naturaleza, el amor y la situación social y política de Brasil inspiró el título de su disco número 24: Vesuvio, nombre del volcán que estalló en 1979 en Italia, funciona como metáfora para hablar de los temas que dan vueltas en la cabeza de Djavan cerca de cumplir los setenta años. "Hablo del amor, las relaciones, la naturaleza y la política. Esos temas están ahí en el disco porque son parte de mi vida cotidiana y con las que convivo en este momento".
El arte de tapa del nuevo disco fue lo primero que llamó la atención de la prensa por su parecido al álbum Tutú (1986) del genio trompetista de Miles Davis. "Cuando hice esta tapa tenía la intención de quería hacer una analogía con el volcán. Conozco la tapa de Miles pero no pensé en eso. La diferencia es que Miles no se pintó para hacer la tapa. Esta es una fotografía de mi cara pintada de negro y un dorado que refiere a la lava viva. Pero es verdad que Miles Davis fue una gran influencia, así como toda la gente del jazz como Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan, Duke Ellington, Count Basie, John Coltrane. Son todos grandes del jazz que siempre estuvieron en mi universo de atención y observación.
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Djavan es una especie de unicornio dentro de la música popular brasileña. Recibió la bendición del legendario Aloysio de Oliveira, que había trabajado con Carmen Miranda y Tom Jobim y del productor Quincy Jones. Sus canciones fueron grabadas por Nana Caymmy, Chico Buarque, Manhattan Transfer y Stevie Wonder. Su forma de hacer música fue definida por Caetano Veloso con el verbo djavanear, por esa manera tan sofisticada que tiene para combinar la musicalidad de las palabras con un fraseo rítmico que fluye con el pop, el jazz, el soul y el sentimiento nostálgico del samba. Un sincretismo complejo y de alta fidelidad. En su último disco hasta incluyó como bonus track el bolero "Esplendor" de su autoría y en español, que grabó junto al cancionista uruguayo Jorge Drexler.
"Hago las cosas de una manera personal. Para mí la diversidad musical siempre fue una búsqueda. Me gusta el clásico, el flamenco, la música africana, el bolero y la música negra americana. En mis comienzos aprendí a cantar de todo y conocer que todo tenía un valor importante para mí. Hago una música que es original por la búsqueda de la libertad".
Dice que no fue fácil imponer su estilo, cuando tocaba en las boites de la noche carioca antes de ser descubierto y grabar su primer disco "A voz, o violão, a música de Djavan", de 1976, un álbum sofisticado de samba, que lo transformó en una nueva revelación de la MPB en una época dominada por vacas sagradas como Caetano Veloso, Elis Regina, María Bethania, Tom Jobim, Chico Buarque, Gilberto Gil y Gal Costa. "Luché mucho. Hay mucha gente que quiere lo mismo. Tiene que haber muchas ganas y en mi caso que siempre hice una música distinta tuve que trabajar duro".
-En una nota decías que su estilo todavía estaba en construcción.
-Cuando trabajás con el arte nada es definitivo. Nosotros estamos siempre buscando nuevas lecturas, nuevos perfumes, nuevos asuntos y aspectos. Busco siempre un frescor en las ideas. En la manera de hacer.
-¿Tu estilo musical es complejo o parece complejo?
-En realidad mi música tiene dos aspectos. Por un lado, está el pop y una cosa más elaborada y más compleja que surge de reunir varios elementos en una misma canción. Quizás para las personas en general eso pueda parecer complejo, pero para mí es lo normal. Es lo que soy. Siempre hice la música de esa manera. No busco complejidad sino hacer las cosas naturalmente.
-¿Qué sensaciones tenés una vez que el disco sale y va pasando el tiempo?
-Ya no soy el mismo de cuando hice este trabajo que fue lanzado en setiembre de 2018. Soy muy objetivo para el arte de componer canciones y letras. Lo hago cuando lo necesito. Este disco fue compuesto en dos o tres meses. Aprendí a hacerlo así. Tengo un ciclo de dos o tres años hasta un nuevo disco. Organicé mi vida para que funcionen las cosas de esta manera. Tengo hijos pequeños todavía y me gusta hacer cosas con ellos. Convivo con la naturaleza. Tengo una finca donde cultivo flores. Me gusta la arquitectura. Construyo cosas. Hay muchas actividades que me gustan hacer por fuera de la música. Mi vida es dinámica. Me gusta hacer todo lo que tengo en mi cabeza y así voy a seguir por siempre.
-En tu último disco hablás de política, ¿cómo lo afecta el nuevo gobierno del presidente Jair Bolsonaro?
-Brasil está en transformación. Está viviendo un momento difícil. Tengo esperanza que cambie para mejor. Mi preocupación es exclusivamente por el pueblo. Sólo se puede decir que un gobierno es bueno si lo fue para el pueblo. Brasil es un país de una potencialidad increíble, pero con un futuro que nunca llega. Espero que ese futuro llegue. Tengo una cosa que me deja tranquilo. El pueblo brasileño aprendió desde 2013 que puede salir a la calle para reivindicar sus derechos. El pueblo es el que hace la transformación. El pueblo es soberano. Vamos a salir de esta confusión. Ningún gobierno sea el que sea puede avasallar nuestros derechos.
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