Divididos y Las Pelotas: del golpe por la muerte de Luca Prodan y el fin de Sumo a dos extensas carreras que llegan en paralelo a los 35 años
Divididos celebra este año sus tres décadas y media de carrera con un show en el estadio de Vélez, mientras que Las Pelotas emprende una extensa gira por todo el país
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Nadie dudaría en señalar el 22 de diciembre de 1987 como el último día de Sumo: la muerte de Luca Prodan marcó el punto final de la banda que puso de cabeza al rock en Argentina. Sin embargo, esa historia tiene un epílogo: los integrantes sobrevivientes dieron un concierto más con ese nombre, el 5 de marzo de 1988 en el Chateau Rock cordobés, para homenajear al compañero caído. Del micrófono se hicieron cargo Roberto Pettinato y Ricardo Mollo (aunque uno de los temas lo cantó Mónica Stromp, una novia de Luca), y también fue el saxofonista el encargado de dejarle en claro al público que no habría continuidad: “Esta es la única presentación que vamos a hacer bajo el nombre de Sumo y la quisimos hacer en Córdoba porque... ¡la puta madre! Después de todo, Sumo nació en Nono y en Mina Clavero, ¿no?”.
Así las cosas, 1988 fue un año de finales rotundos y principios ásperos para los miembros del grupo: el pasado había quedado atrás pero el futuro asomaba, tímido e incierto, con la fundación de Divididos y Las Pelotas. Hoy, a 35 años de aquella diáspora, todas las dudas mutaron en certezas: el proyecto de Mollo y Diego Arnedo vuelve a Vélez este sábado y el que lidera Germán Daffunchio (alguna vez en co-comando con Alejandro Sokol) sigue encabezando grillas y llenando estadios por todo el país.
Uno podría pensar que el éxito de Sumo le habría dado a sus integrantes un plafón para no tener que empezar de cero, y sin embargo la realidad tenía otros planes. Se dice que unos sesenta espectadores vieron a Divididos en su primer show (con Gustavo Collado, ex La Sobrecarga, en la batería), el 10 de junio del 88 en el Rouge Pub de Flores. No fueron muchos más los que presenciaron el debut de Las Pelotas, en el bar Dallas de Villa Luro, en noviembre de ese mismo año. Tampoco podría tildarse de “masivo” el estreno de ambos grupos en las bateas: 40 dibujos ahí en el piso (1989) y Corderos en la noche (publicado en cassette en 1991 y en CD al año siguiente) son debuts celebrados por haber dejado clásicos como “Che, ¿qué esperás?” y “Haciendo cosas raras” o “Bombachitas rosas” y “Shine”, pero ninguno de los dos fue precisamente un suceso de ventas.
En el interín se dio la primera reunión parcial: el 15 de junio de 1989, cuando ambos grupos compartieron fecha en Cemento. Sobre el final del set de Las Pelotas, Daffunchio invitó al escenario a sus ex compañeros para un puñado de versiones (“Lo quiero ya”, “Que me pisen”, “Fuck You”), y ahí fue donde Mollo pronunció la famosa frase que simboliza esta unión fraternal: “Dicen que los ex Sumo estamos divididos... ¡Divididos, las pelotas!”.
El salto a la popularidad de las dos bandas no fue en sincro ni llegaron a él por el mismo camino. Acariciando lo áspero (1991) fue un upgrade para Divididos pero su consagración definitiva fue La era de la boludez, un estallido con el que vendieron 60 mil discos, tocaron trece veces en Obras y lograron la proeza de ubicar hits propios (“¿Qué ves?”, “Dame un limón”, la versión hendrixiana de “El arriero”) en las FM de fórmula. Las Pelotas, en cambio, se afianzaron primero como grupo de culto, herederos de la mística de Sumo en el imaginario popular rockero. Aunque su convocatoria fue creciendo con cada disco y para principios del nuevo milenio ya eran un nombre de peso en la escena nacional, podría decirse que su ascenso definitivo al mainstream recién se dio con Esperando el milagro (2003), a caballo de su canción estandarte “Será”. Ese mismo año se sumaron a la primera edición del Quilmes Rock, con lo cual inauguraron una práctica que se les haría costumbre: la de tocar en festivales.
Divididos siempre se mantuvo muy activa en vivo, pero después de Vengo del placard de otro (2002) su relación con los estudios de grabación se volvió conflictiva: desde ese momento hasta nuestros días apenas sacaron un disco de material nuevo (Amapola del 66′, de 2010) y algunas regrabaciones y singles (entre ellos el flamante “San saltarín”). Las novedades pasaban más por quién ocupaba la batería: después de Collado llegó Federico Gil Solá, luego Jorge Araujo y finalmente Catriel Ciavarella, que ya lleva casi veinte años en el puesto.
Las Pelotas no compartieron la reticencia a grabar de sus ex socios ni sufrieron tantos cambios de formación de mediados de los 90 en adelante, pero sí se vieron obligados a superar el cimbronazo de la muerte de Alejandro “Bocha” Sokol, en 2009. La partida del cantante y miembro fundador no mermó su convocatoria pero sí les hizo perder algo de la mencionada mística ante el público rockero.
En medio de todo eso, una no-reunión, una casi reunión y una reunión full. En 1997 los dos grupos tocaron en el Teatro de Verano Ramón Collazo de Montevideo, Uruguay. Se rumoreaba que podrían compartir escenario, run run que fue alimentado por la presencia en el recinto de Alberto “Superman” Troglio (ex baterista de Sumo), de Roberto Pettinato y de Andrea Prodan, hermano del líder fallecido. Más aún: la fecha era el 17 de mayo, cumpleaños de Luca. El encuentro quedaba supeditado a una “onda” que, al final, no apareció: Diego Arnedo no quiso saber nada, Mollo le siguió la corriente y el público se quedó sin la resurrección tan ansiada.
En otro festival (el Andes Vivo de Mendoza, en 2006) tuvo lugar la reunión parcial: “El ojo blindado”, “Debede”, “Fuck You” y “Mejor no hablar de ciertas cosas” fue el mini-set que encararon todos, menos Pettinato y Troglio. La reunión -ahora sí- completa se dio un año después en el Quilmes Rock que se organizó en el estadio de River: todos los integrantes sobrevivientes de la última formación de sumo, más Gillespi en la trompeta, hicieron “Crua chan”, “Divididos por la felicidad” y “Debede”.
Consagrados como dos de los grupos más importantes de nuestro rock, unos y otros llegan así a este 2023 en el que ambos celebran sus primeros 35 años de carrera con conciertos importantes. Del lado de Divididos: este sábado vuelven a Vélez, cancha en la que tocaron durante la fiebre de La era de la boludez en 1994 (para la segunda mitad del año tienen prevista una fecha en el Movistar Arena para el 2 de septiembre y una gira por todo el país y una visita a Uruguay). Por parte de Las Pelotas: un tour que los va a llevar por La Plata (20 de mayo, Estadio Atenas), Ituzaingó (10 de junio, Microestadio GEI), Formosa (22 de junio, Club Vialidad), Resistencia (24 de junio, Club Sarmiento), Posadas (25 de junio, Posadas UMMA) y Córdoba (18 de agosto, Plaza de la Música). De reuniones ya no se habla, pero nunca podrá descartarse alguna alineación espontánea de planetas que devuelva a lo que queda de Sumo, aunque sea por un rato, a este plano de la existencia.
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