Diez canciones esenciales para recordar a Mercedes Sosa, la gran cantora argentina
Mercedes Sosa encarnó como pocas voces la diversidad de la raíz folclórica, pero sobre todo captó la esencia y el sentir de su gente. En 1997, en una entrevista con LA NACION, decía: "Un artista es un mundo de colores y de sonidos. Captamos la tristeza, la belleza, el dolor, las emociones, alegrías y desconsuelos del pueblo. Todo eso se mete en el artista y es lo que sale cuando uno canta. Es la vida entera que pasa a través de tu sensibilidad. Por eso digo que el canto es milagroso". Estas diez canciones recorren su dimensión como artista y sus distintas etapas solistas, desde la Consagración en Cosquín en 1965 al legado artístico de Cantora, su álbum póstumo, editado pocos meses antes de su muerte.
"Zamba de los humildes"
La canción compuesta por el poeta Armando Tejada Gómez y el músico Oscar Matus adelantaba el Manifiesto del Nuevo Cancionero, que inauguraría un folclore con un discurso social, a partir de 1963. Cinco composiciones en total de esa dupla creativa estaban incluidas en su álbum debut Canciones con fundamento, de 1959. El álbum traía otras gemas de su repertorio folclórico como "Chacarera del 55", de los Hermanos Núñez, que relataba la bohemia tucumana y tres temas clásicos del poeta misionero Ramón Ayala.
"Canción del derrumbe indio"
Este tema le significó la Consagración en el Festival de Cosquín, aquél 31 de enero de 1965, en la última luna del festival. Mercedes ya era una cantora conocida en todo el norte pero esa presentación le dio una proyección internacional y le significó su primer contrato con el sello Philips. Mercedes Sosa fue invitada a cantar por Jorge Cafrune, que se declaró en rebeldía frente a la Comisión organizadora del festival. La tucumana de 30 años impactó por la austeridad de su acompañamiento, una caja vidalera y la voz. El tema del compositor tucumano Fernando Iramain fue ovacionado y la figura Mercedes, a partir de ahí se convirtió en un ícono de la cultura nacional.
"Alfonsina y el mar"
La canción pertenece a la obra cumbre de Mujeres Argentinas (1969) que este año está celebrando su 50 aniversario. El disco conceptual -creado por el pianista Ariel Ramírez y el letrista Félix Luna y con la voz de Mercedes Sosa- estaba dedicado a ocho mujeres reales y de ficción que simbolizaban momentos importantes de la historia argentina. La canción de "Alfonsina y el mar", se convirtió en un clásico de su repertorio y una de las piezas más populares de la década del sesenta.
"Piedra y camino"
Esta canción abre el disco dedicado al músico y poeta Atahualpa Yupanqui, de 1977. Es un regreso a la raíz del folclore y a un sonido más criollo en la instrumentación. Elogiado por la crítica y bien recibido en el ámbito popular, la artista plasma versiones que serán definitivas dentro del cancionero popular. La canción tendrá tanto impacto que será recuperada con el tiempo por formaciones del rock como Divididos. Aunque esta versión de la Negra Sosa está más cerca del sentimiento nostálgico de su creador, que se sintetiza en el estribillo de la zamba: "Es mi destino, piedra y camino. De un sueño lejano y bello viday. Soy peregrino".
"Volver a los 17"
Otro de los clásicos de su repertorio se desprendió de un álbum dedicado a la obra de la cantautora chilena Violeta Parra, que marcó la década del sesenta. La pieza ya era un clásico en América Latina en la voz de Violeta, que era un símbolo del movimiento de la nueva canción chilena. La voz de Mercedes Sosa, intérprete notable, le dio otro color a la pieza y la proyectó a países como el Brasil, donde se convirtió en un himno entre artistas como Caetano Veloso, Milton Nascimento y Chico Buarque.
"Como la cigarra"
Prohibida por la dictadura militar entre 1976 y 1983, la canción creada por María Elena Walsh, a principios de la década del setenta, fue grabada por Mercedes Sosa en el exilio y fue incluida en la edición mexicana del álbum Serenata para la tierra de uno (1979). Ese par de canciones de María Elena Walsh pasaría a formar parte fundamental del repertorio de la Negra en el exilio. La canción se convertiría en un símbolo de la primavera democrática, después que la cantora tucumana la incluyera en su regreso a la Argentina en aquellos memorables conciertos del Teatro Opera en febrero de 1982.
"De mí"
La relación entre Charly García y Mercedes Sosa se afianzó a partir del regreso de la cantante a la argentina, después de años de exilio político. Los temas de Charly García empezaron a formar parte del repertorio de la Negra en la década del ochenta y sellaron una amistad creativa que se plasmó en distintos discos de la Negra Sosa. La cantora bautizó De mí a su disco de 1991, pero grabaría una nueva versión para el disco Alta fidelidad (1997). Así como había hecho antes con Atahualpa Yupanqui y Violeta Parra, la cantora dedicó un disco a la obra de Charly García, bajo la dirección artística del bigote bicolor.
"Razón de vivir"
Después del estallido social y la crisis económica de 2001, Mercedes Sosa se juntó con León Gieco y Víctor Heredia para realizar una gira conjunta. El resultado de ese encuentro es un disco llamado Argentina quiere cantar (2003). De allí hay versiones de los temas más destacados de su repertorio que hacen a trío de voces. "Razón de vivir", a esta altura, también era uno de los temas preferidos de Mercedes Sosa para sus conciertos en vivo y un himno de Víctor Heredia de la primavera democrática.
"El olvidau"
Siempre a la búsqueda de nuevos compositores de la música de raíz folclórica, Mercedes adopta a este poeta santiagueño conocido en el ambiente como el Duende Garnica. Esta chacarera de corte social, post crisis económica y social, que ya había grabado Claudio Sosa, uno de sus sobrinos en el disco Flores y ayuno, pasa a formar parte de la lista de temas de La Negra en vivo. La fuerza de la canción aporta una mirada cruda de la realidad que Mercedes Sosa embellece con su voz. El tema forma parte del disco Corazón libre, de 2005.
"Barro tal vez"
Cantora no solo fue un disco, sino el legado musical de Mercedes Sosa para las nuevas generaciones. Es el disco póstumo, donde termina por sellar definitivamente su alianza con el mundo del rock y el pop que había establecido en su regreso a la Argentina en 1983. El espíritu de este álbum colectivo lleno de invitados del rock, el folklore y el tango se sintetiza en la versión de esta la zamba de Luis Alberto Spinetta, que había grabado en su disco Kamikaze. El poeta del rock junto a la voz de la pachamama, cantando una zamba. Es el punto creativo más alto de este álbum que rompe con las divisiones de los géneros en la música popular argentina.
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