El artista lanzó hoy su nuevo disco, Atlántico a pie, una propuesta que, entre flamencos, reggaes y baladas, invita a transportarse a distintos rincones del mundo; cada canción tiene el sello del cantante de “Color Esperanza” y el testimonio vivo de aquel “vientre feminista” del que nació
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Para Diego Torres, su madre, Lolita, aún vive en los distintos miembros de su familia, dado que todos ellos conservan alguna parte de la icónica cantante que en los 50 y 60 se abrió paso en la música y la actuación y conquistó los corazones argentinos (y también los rusos).
Así, al hablar con LA NACION, el cantante cuenta que, en la repartija de dones, a él le tocó la lucha. “Soy un guerrero, lo heredé de la vieja”, dice orgulloso.
Ese espíritu aguerrido escribe un nuevo capítulo este viernes, día en que Diego lanza Atlántico a pie, su nuevo disco. “En este mundo detenido donde se nos ha parado la vida a todos, viajamos con las canciones y yo viajé con la mente”, cuenta. Es un álbum con movimiento, donde el hombre que dejó su huella en el mundo al ritmo de temas como “Color Esperanza” o “Tratar de estar mejor” recorre distintos rincones del planeta con sus melodías. Y lo hace cuando la realidad obliga a parar: “En este disco pude hacer catarsis con las canciones, escribir lo que sentía, refugiarme y casi que pude naufragar”.
De alguna manera encontró en estas canciones una anestesia para sobrellevar una carencia: la de la libertad, condimento clave de su andar por la vida, viajando y haciendo música. “Estoy que me subo en el primer vuelo al olvido para sentirme libre”, anuncia en el primer corte del disco (“Para sentirme libre”), donde le pone alegría y esperanza a la pandemia. En este álbum de 13 temas contó con aliados, como la puertorriqueña Kany García y los colombianos Carlos Vives y Fonseca.
Desde su casa, Diego recibe a LA NACION. El recuadro de Zoom que lo tiene en el centro refleja su armonía. Todo convive a la perfección y transmite su paz. Luciendo una camisa caribeña abierta, una camiseta blanca y sus pelos largos -libres-, bromea: “Armé el plano, regué las plantas y tengo que devolver el cuadro a las 6”. Y casi como si fuera un unipersonal de humor, irrumpe con un “¡vieja! ¿cómo va?”. Ríe. Actúa. Sonríe. Se entrega a la charla. En sus declaraciones, cuida cada una de sus palabras y muchas veces opta por evitar el “yo” para hablar de un “uno” genérico. Es que este cantante de himnos está acostumbrado a representar las vivencias de muchos con su voz.
-¿Cuál es el concepto detrás del disco?
-Tiene que ver con esta ruta que uno viene haciendo desde hace tantos años con la música: empecé en Buenos Aires y el resto de Argentina, siempre fui a Latinoamérica, Estados Unidos y España, y después se incorporaron algunos otros lugares, pero siempre fue cruzando el Atlántico, yendo y viniendo. Son historias de vida, esas que mi madre le cantaba a los inmigrantes españoles que venían a la Argentina en esa época y que yo terminé cantándole a los inmigrantes, tanto argentinos como del resto de Latinoamérica, en España. Tiene que ver con la música que hago, que se fusionó con el flamenco, con lo latino y con todo eso que se me ha ido mestizando. Es un disco muy de fusión y variado porque, dentro de lo que yo soy como esencia musical, me encanta jugar con la libertad de la sonoridad y buscar las canciones.
Según recuerda este cantante que viene sacando discos sin parar desde 1993, cuando le surgió el concepto “Atlántico a pie” supo que allí estaba el nombre del disco. Y luego ese pálpito se transformó en enseñanza: “Le di muchas vueltas porque el tema no quería nacer en el lugar al que lo queríamos llevar con ‘Yadam’ (Miguel González, su productor). Me agarró la crisis, la revolución hormonal, como digo. Pero finalmente mutó y nació más como una balada. Yo era como un padre que necesitaba que ese hijo naciera de alguna manera”.
-¿Cuál es el Diego que más se refleja en la obra?
-Yo creo que este disco me refleja porque habla de los conflictos cotidianos, que siempre son los más importantes, que nos dan vueltas en la vida: los desencuentros afectivos, los problemas con la gente que querés, las idas y vueltas que el ser humano tiene, y la libertad.
-En tu música, siempre se respira mucho positivismo, ¿es una decisión o podrías llegar a lanzar una canción con otro tinte, más desde la protesta?
-Lo que pasa es que hay canciones que han tomado mucha notoriedad, pero yo tengo temas que son nostálgicos y melancólicos. Soy una persona guerrera y luchadora, otra herencia que creo que viene de la vieja, que ha sido una gran luchadora. Eso se transmite a muchas letras de mis canciones que hablan de dejar un mensaje, pero hay otras que son tristes también. Hay de todo un poco.
-“Amanece”, una de las canciones que incluiste en este disco, está nominada en la categoría Mejor canción en los Premios Gardel, ¿qué pensás de los premios? ¿qué expectativas tenés?
-Es muy especial y significativa para mí por lo que digo en esa canción y por compartirla con mis colegas que han puesto su colaboración en un momento complicado del mundo. Creo que ‘Amanece’ tiene una energía muy buena detrás y eso se nota. La canción de verdad me acompañó en esos momentos raros donde uno decía ‘¿qué está pasando? se suspendió esto, se paró aquello’, así que estoy muy agradecido porque estemos nominados a los Gardel, que es un premio al que le tengo mucho afecto.
-Una de las canciones que más fuerza tiene en tu trayectoria es “Color esperanza”, que salió en pleno 2001, “Amanece” nació en este contexto, también muy hostil, ¿sentís que te da la libertad que no pudiste tener en el último tiempo, por lo menos, en el uso de “Color esperanza”? ¿Te da una especie de revancha de poder ponerla donde quieras y cantarla donde quieras teniendo un poco más de libertad?
-No, ¿por qué? No. Todas las canciones las puedo poner con libertad.
-Pero cuando la cantaste en Venezuela se generó ese roce con Coti, que ha dicho que le ofrecieron poner la canción en muchas campañas a las que dijo que no.
-No, y además ‘Color Esperanza’ no fue usada para ninguna campaña, simplemente fue un concierto que se hizo para el corredor humanitario de alimentos en la frontera, hecho por productores sobre todo de Colombia. Eso fue lo que pasó, pero no, yo respetando la situación de Venezuela como país no entro en ese discordia de la izquierda o la derecha , de un sistema u otro. Creo que las realidades de los países hablan por sí solas. Es obvio que Venezuela tiene una situación donde hay muchos problemas, y fue la gente la que sacó, naturalmente, la canción a la calle en muchas manifestaciones. Eso no lo podés parar. Nadie. Y con Coti no tengo ningún problema. Nos reencontramos cuando hicimos la versión de ‘Color Esperanza 2020’. De hecho, lo invité a ser parte del video. Estoy profundamente agradecido por su aporte como compositor, y me parece que es hora de dar vuelta la página en ese sentido.
"Con Coti no tengo ningún problema. Estoy profundamente agradecido por su aporte como compositor, y me parece que es hora de dar vuelta la página"
La pandemia: un tiempo para la reflexión y... para casarse
En diciembre, y después de 16 años juntos, Diego se casó con la modelo Débora Bello, con quien es padre de Nina, de 8 años. “Nos imaginábamos que el casamiento se daba al final de nuestra película”, confiesa a LA NACION al recordar la ceremonia íntima, en la playa, en la que finalmente dio el “sí”.
-¿Cómo sos como papá?
-Trato de estar a la altura de la situación. Uno se va descubriendo como padre y se va reconociendo a medida que va pasando el tiempo, sobre todo porque los hijos van creciendo y te van exigiendo otro tipo de relación y de charlas. Realmente disfruto mucho de la paternidad y de Nina. Si hay algo que rescato en este momento complicado que venimos viviendo fue que me hizo estar muy cerca de ella. A veces me pregunto cómo será cuando uno vuelva a viajar. No va a ser fácil poner el engranaje en movimiento.
-En ese sentido, vos vivís un poco acá y un poco en Estados Unidos, ¿cómo transitás la pandemia de coronavirus en estos dos mundos, tan distintos pero atravesados por el mismo dolor?
-Yo creo que es una situación muy grave, que nos ha desacomodado a todos. Lo que uno desea es que se vaya vacunando cada vez más, sobre todo en nuestro país, para que eso vaya generando inmunidad y se gane de a poco normalidad, porque la gente tiene que trabajar y porque hay que reconectarse de alguna manera. Así que me parece tan triste y tan poco de sentido común entrar en una contienda, como a veces veo que pasa con la política, que se mete en el medio de la pandemia y con todos peleándose. Se ve tan clara la política sucia, cómo intenta utilizar algo tan duro y terrible para ver de qué lado estás, y si sos humano o no. Me parece que eso no da para más en nuestro país. Entonces, vuelvo a mi bandera de siempre de ser independiente y decir: “Hagamos foco en los problemas, tengamos sentido común y dejemos de pelearnos porque no nos lleva a ningún lado”.
-En tu familia tenés dos mujeres muy fuertes. Dijiste que naciste de “un vientre feminista”, por Lolita Torres, y también está tu sobrina Ángela, que refleja el presente de esa lucha. ¿Qué pensás del rol de la mujer en la música?
-Tuve la suerte de tener una madre muy especial, no por el amor que uno siente por su propia madre, sino porque se combinó una persona con una historia de vida muy intensa y plena, con hermosos momentos, pero también con otros difíciles y duros. Y yo creo que eso la hizo ser una persona muy sabia, observadora, guerrera y luchadora. Yo crecí como hijo viendo y aprendiendo eso. Yo siempre dije que nací viendo a una madre que trabajaba y se realizaba. No conozco otra manera, para mí es así, y amo a las mujeres que se realizan y trabajan. Admiro a las que llevan adelante su proyecto y oficios. Creo en una pareja complementaria, en una sociedad moderna y de integración. Respecto a Ángela, a ella como nieta, le toca vivir otros tiempos a los de mamá, y creo que refleja su personalidad y su búsqueda como artista. Realmente ha empezado muy chica y ha sabido ir haciendo su camino y aprendiendo, porque así lo hicimos todos. Es una chica con mucho talento, personalidad y compromiso con su arte, con lo que hace, con sus causas y con lo que cree y está convencida. A mí me da orgullo como tío cuando veo que se realiza y que sale para adelante, y ahí estoy siempre acompañándola.
-¿Qué cosas puntuales ves de Ángela que te recuerdan a tu mamá?
-Todos en mi familia tenemos algún gesto o algo de mamá, y ella no puede escapar a eso, si bien también es muy parecida a su madre. Después, en otras cosas, no, porque son diferentes personalidades y otras épocas. Lo que sí veo es el talento y el convencimiento por hacer las cosas. Eso creo que es una herencia de mamá que nos transmitió a todos: la convicción, la vocación, el respeto por lo que uno hace, el compromiso y el respeto por quien te escucha o para quién estás haciendo esa obra o ese espectáculo.
Cuando Lolita murió, el 14 de septiembre de 2002, Diego le cantó: “Hoy, tan solo hoy / Yo perdí de mi vida lo mejor que tenía / Y sé, me dijo al partir / Estoy muy segura que nos volveremos a ver / Y guardé su voz de papel / Su olor en mi piel” (“Tal vez”). Hoy siente que algo de ella aún suena en aquellas canciones suyas que son lucha y alzan un mensaje. Lolita Torres viaja entonces, a través de la voz de su hijo, y también ella recorre el Atlántico a pie.
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