Diego Frenkel: sus nuevas canciones, la vuelta de La Portuaria y por qué cree que no es su rol “repartir alegría”
El músico, que se presenta el 6 de agosto en Café Berlín, habla con LA NACION de su último disco, Medusas, del arte y el mercado, de la escena actual y de las novedades de La Portuaria
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Diego Frenkel está sentado en un bar en Colegiales, se pide el primero de dos cafés descafeinados y se prepara para hablar. Viene de un año muy productivo. En medio de la pandemia concibió un disco, Medusas, que viene presentando desde mediados de año y que lo tendrá el próximo 6 de agosto en Café Berlín. Reflexivo y metafísico, el músico de La Portuaria cuenta a LA NACION cómo fue el proceso creativo de este nuevo trabajo discográfico, que llega justo después de Frenkeltronic, su álbum electrónico. Antes de entregarse a la danza de las palabras y la filosofía, Diego pide que bajen un poco la música y analiza a los “pibes de al lado”: “Cualquier cosa cambiamos de lugar”, dice. Tiene un oído sensible.
De la vida eterna, la sociedad argentina y la salud alimentaria pasando por las nuevas tendencias musicales y el negocio que a veces se contradice con el arte va esta charla. También de los ansiados hits, de las redes sociales, del amor a la poesía y del yoga, una de las disciplinas de la que no puede prescindir.
-¿Cómo surgió Medusas?
-Muchas veces tomamos el nombre de algún tema. Creo que después de decidir que esa era la canción empezaron a aparecer los conceptos que unen a la obra. Creo que existo y luego pienso, en el arte, en lo musical. Es lo contrario a lo cartesiano. No está esa estructura racional absolutamente conceptual ligada al ansia del control de las cosas y luego los hechos. Están los hechos, la obra y después uno descubre que estaba entramando un concepto general y le da la forma. Por supuesto, hay un montón de líneas de pensamiento, ideas poéticas, citas, resultantes de la investigación literaria y de todo mi imaginario que aparecen en las letras.
-¿Y fue el tema “Medusas” el que, de alguna manera, englobaba el espíritu del disco?
-La imagen misma de las medusas me pareció tan atractiva, tan magnética. El tema empieza hablando de una suerte de robotito que habla al final y las medusas suenan de manera musical. El primer párrafo dice: “Un robot con tristeza nos pide amor, aceite y naturaleza, sabor dulce de naranjas y la certeza de mortalidad”, porque el peor trauma que podrían tener los robots es la inmortalidad. Al final, las medusas cantan en lo más profundo del agua. Es un universo que linda entre el borde de lo imaginario y la sospecha de una existencia paralela que vive en nosotros.
-La inmortalidad...
-Después de hacer el disco vengo a enterarme de que hay una medusa milimétrica que es el único animal inmortal en el planeta. Es una medusa que tiene una etapa asexuada donde procrea, tiene cría y después en vez de morirse vuelve a donde había venido, que son unos pólipos que viven en un entramado, una especie de red, parecen plantitas pero son animales, copulan. Ni siquiera la mortalidad es una condición absoluta de los seres vivos. Conecto esto con el momento de la letra en que dice que el robot pide mortalidad. No puedo creer que escribí esto: las medusas de alguna manera le hablan al robot. Y hablan de la inmortalidad.
-¿Cómo fue el proceso creativo de este disco?
-La pandemia es una mier... que aparentemente está dejando de existir y de eso uno no quiere saber más nada. Las experiencias desagradables uno las olvida y se adapta más rápido a una vida confortable que al revés. Lo que viene a perturbarme y a decirme que somos mortales y limitados, vamos a tratar de olvidarlo. Lo compuse durante parte de la pandemia, no en pleno confinamiento; ahí saqué un tema que se llama “Ayer”, que forma parte de mi mundo electrónico. Me volqué a la intimidad de mi estudio, de estar para adentro. Y eso fue encontrar refugio, inspiración y tesoros que quizá no están tan en el afuera. Al no estar tan invadido por el afuera, produje una situación de límites que fue agradable. Voy a componer con los elementos que tengo, pensé; voy a tener un tiempo que quizá nunca había tenido. El tema “En casa” habla todo el tiempo de ese lugar que es la casa, el hogar, que no es el ideal soñado y es donde encontramos la intimidad, donde está el despliegue de todo el ser, la calidez. Es sustancial que exista ese capullo, ese fuego. El tema más evidente que hice en esos tiempos fue “Cuando salga”, el primer corte, que describe de manera literal un estado de ánimo y una sensación con la cual mucha gente se sintió identificada.
-¿Como artista sentiste la necesidad de llevar un mensaje esperanzador?
-Es un momento social muy complejo, no es mi rol ni el de ningún artista repartir alegría. Dicho de esa manera parece frívolo, negador. Lo que siento es que estoy agradecido por poder conectar con emociones sumamente placenteras a través de la música que me dan un goce enorme y que además me ayudan a tener una visión distinta y permanente y una subjetividad sobre el mundo. Si yo puedo empapar con un poco de eso a otros, bienvenido. No creo en el arte negativo, pesimista. Lo mismo me pasa con la filosofía pesimista. Hay muchos que se dicen filósofos que escriben libros con palabras de difícil acceso a la mayoría para demostrarnos que el apocalipsis está siendo. Si la filosofía y la poesía se tratan de abrir ventanas, me parece que eso no es demasiado digno de llamar filosofía.
-¿Hay un poco de libre albedrío en el proceso?
-Contrario a lo que mucha gente piensa, creo que los artistas son las personas más disciplinadas que he conocido. En realidad, está lleno de prescripciones, de autorregulaciones, disciplina, en definitiva. Porque para abordar un mundo de lo inasible, a veces el intangible, que puede ser caótico o fundamentalmente inaprensible, mutante como la física cuántica que parece que está acá pero está allá... y encima en una sociedad donde si estás por fuera del sistema económico, no existís, no tenés posibilidad de sobrevivir porque no te queda ni un terreno de campo que no esté privatizado para plantarte un árbol y vivir como quieras: Por ser extremo, sobre economías totalmente precarias y mutantes, el artista tiene que tener, sí o sí, una conducta disciplinada. A veces la rompés, pero si no es muy probable que seas devorado o por el caos de lo inaprensible, y es muy difícil hacer obra, o es muy probable que seas devorado por las tentaciones del ego, las adulaciones y diversas formas del egoísmo. Es muy fácil que seas devorado por la depresión y la pobreza.
-Hay muchos artistas a los que no les alcanza solo con ser disciplinados, ¿qué lugar ocupa la suerte?
-No creo en la suerte. La suerte es poner en un factor demasiado externo lo que tiene que ver con otro orden. Yo me refiero a que el artista necesita ser disciplinado para combatir las enormes adversidades que aparecen, pero también para poder estar situado en un mundo que para poder aprehender la materia caótica de dónde viene el arte, tenés que estar lúcido. Para poder insistir y tener convicción de poder, justamente, ir a favor de la suerte o encontrarla donde sea, tenés que estar entrenado. Es parte de ser artista, ser lo suficientemente “vivo” para saber nadar en distintas aguas, ¿no?
-Y también saber adaptarse a los cambios...
-Es una frase muy corriente y muy adecuada en muchos casos... Siempre pareciera ser que el cambio viene de afuera y vos te adaptás. Muchas veces los artistas propician cambios. Los cambios los estamos haciendo vos y yo en este instante. No hay determinados cambios que vienen de una ola llamada Dios o...
-¿De las redes sociales?
-A las redes sociales las inventaron un par de millonarios y propician cambios porque hay personas que hacen que eso suceda. Como te digo, hay que ser bastante vivo para poder ir surfeando con esta forma cruel que tiene este sistema donde el valor es lo cuantitativo de la producción y la exposición mediática del yo hasta puntos ridículos, que no genera más que soledades en multiplicación. Pero parte de uno es ir fortaleciéndose para, a través de este sistema, colar esa gota de poesía, que es lo único que me importa. A mí me gusta tener plata para vivir y estar bien porque no me gusta la pobreza, pero no me interesa la riqueza material como un hecho en sí mismo o la fama como un mandato que tenga que tener. Me gusta ganar plata porque quiero comprar más instrumentos, porque quiero que mi familia esté bien y porque no me gusta pasar frío en invierno. Pero en general, toda la inversión energética va a los lugares de amor o a los lugares de creatividad. Para poder entrelazarse en el sistema y poder sacar ese jugo, hay que tener una especie de viveza constante.
-¡Aunque me imagino que los hits son bienvenidos!
-Son hermosamente bienvenidos. Es hermoso cuando todo el mundo canta una canción que compusiste y encima te entra plata y podés ir a La casa de la música y comprarte un teclado nuevo para seguir haciendo música o irte a una playa medio desierta y mirar el mar. Ahora si no vienen, porque el mercado está muy dominado por mentes perversas, gente a la que en realidad no le importan ni los artistas ni los chicos que hacen trap, lo que les importa es el quantum del dinero, así esté adelgazando, al punto de la inanición, la mitad de la humanidad. A esa gente que domina los mercados no le va a pasar nada porque su Dios es la acumulación. Tener un hit es una posibilidad de ganarse un ojo de la torta para poder vivir bien y mejor si la podés repartir de la manera que sea, musicalmente, artísticamente. Pero para que algún tema hoy sea hit, sea popular, depende de factores tan extraños que nadie podría planificarlos.
-¿Cómo cuáles?
-No hay dominantes, pero que una música esté de moda y que sea unilineal, eso tiene mucho que ver con los manejos de los mercados. Hay millones de departamentos de marketing, de diseño, que permiten que algo entre o no. Quizá originalmente fueron creados por chicos, por artistas. Pero después hay todo un universo del marketing que apoya determinado estilo, determinada búsqueda. Y es más difícil que el mercado vaya a apoyar a lo que pueda crear sospechas sobre la realidad. Si yo creo sospechas sobre la realidad vivida, estoy transgrediendo porque el mercado, el sistema mercantil, necesita constantemente afirmar verdades tangibles y controlables. Si yo creo sospechas sobre esta realidad, hago ruido.
-En definitiva, ¿escuchás trap?
-El trap es un subgénero del hip hop con exponentes excelentes. No me parece más que otra forma rítmica del hip hop. En Argentina o en Latinoamérica tomó variantes muy distintas. No escucho en general, digo, pero rescato cosas de algunos artistas jóvenes que me gustan. No necesariamente son trap, porque ni Ca7riel, ni Wos, ni Paco Amoroso hacen trap. Sí he escuchado un par de cosas muy alternativas, que me han mostrado en estudios que no son las más famosas, que están entre el hip hop y el trap, y evidentemente son brutales y están alucinantemente producidas y me llamaron mucho la atención. Ahora el trap comercial que suele ser como la representación del mismo mundo pop pelot... melódico meloso de toda la vida. Eso existió siempre y ahora tiene esa forma rítmica y capaz las voces trabajadas con el autotune y letras que fundamentalmente no alteran la conciencia de nadie. Eso no, no voy a escuchar.
-Ahora que cada vez más artistas hacen colaboraciones, ¿te imaginás haciendo alguna?
-Muy concretamente, no tengo prejuicios. Si algo me gusta, no me importa ni la edad que tenga ni de qué género sea, estoy tratando de derribar todos los prejuicios estériles que puedan quedarme de acá hasta que me muera. Si tengo que ir derribando más... bienvenido, en tanto yo vibre bien con algo voy para adelante. Me encanta, me encanta que exista música nueva, que existan jóvenes que traigan ideas nuevas. Para qué quiero yo quedarme en el podio del viejacho que hace un tipo de música, me parece conservador y triste. Estoy abierto a toda propuesta, obvio que sí.
-¿Hay planes cercanos con La Portuaria?
-Estuvimos haciendo shows el año pasado y ahora, bueno, metido en mi disco y cada uno en sus proyectos. Pero quedamos en reunimos a partir de fin de año y estamos preparando material nuevo. No voy a hablar de eso ahora porque vamos a dejar esa nota para el preanuncio.
-¿Cómo son estos encuentros, después de tanto tiempo de trabajar juntos?
-Es positivo porque fuimos mutando, entonces nos reencontramos desde un lugar distinto y con todo el aporte del conocimiento del recorrido. Eso es lo lindo del reencuentro.
-Hablabas un poco de los hits y pensaba, ¿qué te generan hoy con el tiempo y la distancia esos temas que te hicieron conocido?
.-Bueno, básicamente, agradecimiento, porque tener la posibilidad de haber tenido “Selva”, “Nada es igual”, que son canciones bastante generacionales, o “Llévame a lo hondo”, que fue un tema muy popular y de una alegría muy brillante y vital, o “Diez mil kilómetros” o “El bar de la calle Rodney”, que para mí es poéticamente de lo que más me gusta que escribí, y algunos otros hits menos conocidos, me da una satisfacción grande como de estar en el acervo de la cultura popular. Y además tener esos faroles permite que la gente también escuche la continuidad de mi obra.
-Lo interesante es que nunca paraste de investigar tu camino en solitario...
-Si no lo hago me aburro. Yo hago música porque me gusta. Que sea trabajo es una consecuencia de la necesidad que uno tiene para vivir pero... Mirá los Rolling Stones, si no tocan se mueren y se van a morir tocando. Hay tanta, tanta, tanta sobrevalorización del éxito masivo y cómo el dinero, además, se aleja tanto de la gente... Estamos como tan contaminados pensando que todo se hace por la gran acumulación de dinero. Te repito, el dinero es necesario y bienvenido pero si el éxito fuera el único objetivo, después de ese éxito qué. Supongamos que yo pudiera vivir de “Selva” por el resto de mi vida, igual seguiría haciendo música y haciendo otros temas también, como han hecho todos.
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