Delfeayo Marsalis, el “tapado” de una familia de la realeza jazzera y su primera vez en Buenos Aires
Hermano de Wynton y de Branford, se presentará este viernes y sábado con el Tango Jazz Quartet en Bebop Club; su familia artística, su trabajo comunitario en Nueva Orleans y su amor por los tenistas argentinos
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Trombonista, productor, hombre del teatro musical y docente nacido en Nueva Orleans hace 57 años, Delfeayo Marsalis es uno de los integrantes de una ilustre familia de músicos. Su padre, Ellis, fue pianista. Sus hermanos Wynton y Branford, mucho más conocidos por aquí, son trompetista y saxofonista respectivamente. Y su otro hermano, Jason, es baterista. Sin el brillo desbordante de sus hermanos mayores, Delfeayo viene desarrollando una gran carrera en cada una de sus especialidades y ha compartido escenarios y grabaciones con enormes figuras del jazz, ha tocado música para cine y tiene una mentalidad muy curiosa que lo traerá por primera vez a Buenos Aires para compartir la música y el escenario de Bebop Club junto al Tango Jazz Quartet que lidera el saxofonista y clarinetista Gustavo Firmenich. Los conciertos serán este viernes y sábado, en doble función, a las 20 y a las 22.30.
“Sin dudas ser parte de una familia que toca y disfruta de la música es una gran cosa. Mi padre y mis hermanos han sido, todos, muy importantes en mi desarrollo musical y me han dado muchos recursos para mi carrera. Produje un álbum de mi papá cuando tenía 17 años y uno de Branford tres años después, y también para Wynton, tiempo más tarde. Jason, por su lado, tocó en mi primera grabación como líder, un disco que se llamó Pontius Pilate’s Decision, cuando él tenía sólo 13 años. Pero tanto mi papá como el resto de mis hermanos han tocado en mis discos y yo he tocado en los suyos. De modo que, repito: he sido muy afortunado en ser parte de una familia con la que puedo hablar de música y compartir ideas. Por supuesto, no siempre estamos de acuerdo, pero eso, en definitiva, lo hace más interesante”.
-¿Por qué eligió el trombón como su instrumento principal?
-La verdad es que habiendo tanto músico en la familia, yo quería tocar un instrumento diferente y descubrí que el trombón era, realmente, una extensión de mi personalidad. Y está muy bueno, porque tenemos una variedad tímbrica ya en la familia cuando queremos tocar juntos.
-Pero usted amplió su horizonte a la producción, a la formación de jóvenes artistas, al teatro y a la escena. ¿Con cuáles de todas esas actividades ligadas a la música se siente más cómodo?
-Una vez que te hacés productor, siempre serás productor. Por cierto, cada área requiere un conjunto de habilidades diferente y, a su vez, todas las experiencias ayudan a las demás. Siempre soy muy feliz tocando pero a la vez, nunca dejo de pensar como productor, en la presentación, en el público, en la banda. Tanto al producir como al trabajar con niños en musicales de teatro, he aprendido mucho también a tocar el trombón. No me puedo imaginar el haberme quedado con un único campo dentro de la música a lo largo de tantos años.
-¿Qué es y qué significa la Uptown Jazz Orchestra, ese proyecto que viene sosteniendo desde hace tantos años?
-Solemos no pensar en esas cosas extra musicales, pero siempre hay otros factores que inciden en el modo en el que se toca y se percibe el jazz, en este caso. Desde las restricciones para bailar en los clubes en la década del 40 hasta los intentos de los músicos negros para ser tomados como serios por la implacable cultura dominante. Es así que muchos músicos de jazz empezaron a pensar sus conciertos como si fueran espectáculos de música clásica europea. Por un lado, se hizo menos divertido y menos popular, pero los músicos encontraron el modo de tocar y ser felices igualmente. En general, pensamos en términos de “orquesta de jazz”, pero nunca quedó atrás el rythm & blues de Nueva Orleans ni el intentar una manera de que el público pudiera pasarlo bien y alejarse de los problemas de la realidad. Así es que a nosotros nos cabe el papel de representar ese optimismo tan necesario en cualquier época de la humanidad. The Uptown Music es una organización sin fines de lucro que fundé en el año 2000 para acercar la música y las artes dramáticas a los niños de Nueva Orleans. Y hemos tenido mucho éxito; de hecho, tres de esos estudiantes fueron enviados a la carrera de arte dramático en la Julliard School, dos de ellos han actuado en Broadway y muchos más han usado las habilidades que aprendieron en esa época para convertirse en adultos productivos tanto fuera como dentro de la comunidad artística.
-Más allá de haber compartido la música con los miembros de su familia, en su currículum aparecen nombres muy importantes con los que ha compartido conciertos y grabaciones como Ray Charles, Art Blakey, Max Roach, Elvin Jones, Slide Hampton y muchos más. ¿Qué diría que aprendió de ellos?
-La lección principal que aprendí de estos grandes artistas es ser siempre honesto en tu presentación. De Ray Charles y Fats Domino te diría que tenían una comprensión única del blues y cómo respondía el público al respecto. Los grandes bateristas me enseñaron a desarrollar mi propia música y mi voz respetando aspectos importantes de la tradición: el blues, el swing y, siempre, la intensidad de la música. Pero siempre compartir con grandes maestros es lo mejor que te pude pasar en la vida de músico.
-El hot jazz, el bebop, el hardbop, el cool, las fusiones, el jazz latino, el jazz rock son algunas de las etiquetas y los estilos que han ido pasando en la historia del jazz desde sus comienzos en el siglo XX. ¿En qué punto cree que se encuentra el jazz actualmente?
-¿Realmente te parece que esas músicas pasaron? Yo no me había dado cuenta. Fuera de bromas, te diré que creo que la música generalmente representa ciertos aspectos de lo que está sucediendo en la sociedad, especialmente en términos de compromiso social. Entonces, si miramos como sociedad reservada que era la de la década del 20, la música claramente lo reflejaba. Para cuando llegamos a la locura de la generación de los 60 y al hippismo, la música había evolucionado mucho, pero simultáneamente había músicos manteniendo los estilos más antiguos vivos y vibrantes. A diferencia de la tradición clásica europea, donde Bach influyó en Beethoven, pero no al revés, hay muchos ejemplos de jazz donde la cosa es más de ida y vuelta. Jóvenes que, con sus estilos, produjeron influencias en artistas enormes como Louis Armstrong, King Oliver, Charlie Parker, Thelonious Monk, Duke Ellington... Te digo con honestidad, cuando hago música no me preocupo por el sello con que luego la denominarán sino que trato de hacer lo que me representa mejor en cada momento.
-Muchos músicos y artistas han elegido el Berklee College of Music para su formación y usted mismo es uno de ellos. ¿Qué es lo que tiene esa escuela de Boston que resulta tan atractiva para aspirantes a músicos, y aún para músicos formados, de todas partes del mundo?
-Cuando fui alumno, me encantaba Berklee porque se parecía más al mundo profesional real que a una escuela. Es un gran lugar para establecer contactos y conocer gente que ama la música de todo el mundo. Si se te presenta la posibilidad de tocar en un concierto, el profesor no te hará inconvenientes; al revés, te dirá que vuelvas cuando hayas terminado. Es una gran escuela donde pude convertirme en músico profesional. Y es notable que en todos los estudios en los que he trabajado, en todo el país, siempre me encuentro con algún exalumno de Berklee trabajando allí.
-¿Qué relación tenía con el tango antes de conocerse en Nueva Orleans con los miembros del Tango Jazz Quartet y, por otro lado, qué relación encuentra entre el jazz y esta típica música rioplatense?
-Debo confesar que no conocía el tango antes de conocer al Tango Jazz Quartet, salvo porque en un álbum de Duke Ellington y Billy Strayhorn, Such Sweet Thunder, hay dos composiciones basadas en el ritmo de tango.
-Este cuarteto ha girado por muchos lugares del mundo. Y ahora usted tocará con ellos justamente en Buenos Aires, una de las principales ciudades del tango. ¿Qué sensación le produce?
-Es una gran experiencia, como que las músicas están basadas precisamente en el tango. Los ritmos africanos son fuertes tanto en el sur como en el norte de los Estados Unidos, de modo que simplemente es una cuestión de encontrar un terreno común. Voy con la humildad de ser un invitado del TJQ y quiero dar lo mejor de mí interpretando su música, sin olvidar mis aportes ni mi influencia de Nueva Orleans y del funk, que están en lo que yo hago. Para mí, tocar con este grupo de argentinos es lo mismo que tocar con cualquier músico de fuera de mi ciudad que se acerca para hacer el jazz tradicional de Nueva Orleans, alejado de su propio lugar de nacimiento. Así que te diré que es una ocasión especial, única, que intentaré aprovechar al máximo.
-¿Qué relación tiene, si es que la tiene, con la Argentina, más allá de esta relación con el TJQ?
-Ninguna relación realmente. Pero sí soy muy fan del tenis y, por lo tanto, de jugadores como Guillermo Coria, Juan Martín Del Potro, David Nalbandian o, por supuesto, Gabriela Sabatini.
-¿En qué está trabajando y qué hará en los próximos meses fuera de este tour por la Argentina?
-Recientemente completé la música para una obra para el off Broadway llamada Shadowland. A la vez, estamos preparándonos para una gira en el mes de julio que contará con la actuación de la Uptown Jazz Orchestra y de nuestros estudiantes del Uptown Music Theatre. Después, tengo una grabación de un nuevo material mío para el que aún no decidí cuál será el tema. Aunque creo que, después de esta experiencia en la Argentina, el tango estará presente de una forma u otra.
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