Hace unos meses salió un video donde Nick Harmer, bajista de Death Cab for Cutie, se lo ve en una entrevista muy afectado hablando sobre los derechos LGTBQ y el trabajo que la banda emprende con distintas organizaciones sociales. Fue en el contexto de un festival, pero ahora desde la calma de su casa en Washington sus palabras suenan igual de punzantes. "Hay algo muy triste respecto a la política norteamericana y es que si decís que apoyás o militás por el amor y la bondad y querés cuidar a la gente o que se sientan parte de una comunidad, suena como una declaración política", dice.
Es difícil pensar en que Death Cab tenga un perfil combativo. En "A Lack of Color", aquel serenamente explosivo hit de 2003 que los elevó al estrellato indie, Ben Gibbard no hace más que rogarle a su chica que no lo deje. De esa manera, el término Emo se volvió asunto de estado y Gibbard un poster boy para esa generación. Quince años más tarde, y sin el histórico guitarrista y productor Chris Walla, si hay algo que DCFC puede reconocerse orgulloso es el no haber dormido en los laureles del genial Transatlanticism. 2018 los encuentra con nuevo productor (Rich Costey), miembros recientemente oficializados (Zac Rae y Dave Depper) y un sonido de curso actual a partir de Code and Keys, expandido con Kintsugi y que se condensa en Thank You for Today.
Mientras el grupo se prepara para su primera show en Argentina (tocan hoy en el Día 2 del Personal Fest), Harmer insiste sobre la tónica social del presente, aunque admitiendo que Death Cab no es necesariamente una banda política como decir Rage Against the Machine y que, "podemos debatir sobre impuestos y dinero, claro, eso es política. Pero no tener ese entendimiento sobre el amor y la aceptación me frustra. Te sorprenderías de cuantas personas te atacan por tomar esa posición".
Con Chris dejando definitivamente la banda y la llegada de Zac y Dave, especialmente siendo Chris una presencia tan fuerte en el estudio, ¿cómo definirías la dinámica que tuvieron para Thank You For Today?
El núcleo creativo de nuestra banda siempre fue Ben y las canciones que él escribe, por eso nuestra dinámica ha permanecido en gran parte intacta. Cada vez que emprendemos el proceso de disco, nos sentamos a escuchar los demos de Ben, y elegimos lo más sólido y con lo que tenemos una conexión emocional profunda. De ahí vamos al estudio a tratar de hacer la mejor versión posible. En ese sentido, el rol de Chris en la banda como productor se trató sobre encontrar el sonido adecuado, pero nos dimos cuenta que para poder seguir evolucionando como banda, necesitábamos gente nueva que moldeara el sonido, y Rich (Costey) era esa persona. También se sintió bien estar en el estudio con Zac y Dave que son dos músicos que se sacrificaron y estaban felices de estar ahí. Eso nos dio un contexto mucho más sano y abierto del que tuvimos en el pasado.
Lo que es interesante es que la relación entre Ben y Chris estaba en un punto muy frágil cuando hicieron The Photo Album, de 2001, y de hecho casi se separan después de esa gira. ¿Qué creés que los mantuvo vivos todo este tiempo?
Yo soy el responsable (risas). Me gusta hacer esa broma, pero honestamente, Chris y Ben siempre tuvieron esa volatilidad entre su amistad y su relación creativa, por eso creo que fue bueno estar en el medio de ellos. Aunque tuvieron la virtud de que en tiempos donde estaban frustrados y peleados, podían colgar los guantes y tener una conversación a corazón abierto. Eso es un crédito para todos los miembros de la banda, dado que nos permitió conducir nuestras ideas a través de las diferencias. Pero sobre Chris específicamente, el fue productor muy desde el principio y su pasión estaba mayormente enfocada en estar detrás de la consola. Ayudó a grabar el primer cassette de Death Cab y por eso tuvo sentido que siguiera con nosotros, pero en The Photo Album tuvo que convertirse en músico de tiempo completo porque entendió que el proyecto iba en serio y que estábamos logrando cosas. Con el paso del tiempo, cerca de cuando hicimos Kintsugi, se dio cuenta de que su tiempo de estar en una banda ya había terminado, y no estaba tan interesado en todas las otras obligaciones que hay cuando estás en una banda. Prefirió volver a enfocarse en hacer discos, lo cual es algo que siempre le resultó.
En el dvd Drive Well Sleep Carefully, hay una escena donde ustedes se refieren a las letras de Ben como algo muchas veces difícil de digerir, pero en Thank You For Today él habla sobre cosas más universales, como los cambios geográficos y culturales de Seattle. ¿De qué forma te interpela eso a vos?
Curiosamente los temas que me resonaron más fueron las que empezaron en un lugar muy personal de Ben o una historia que conocía de alguien 20 se empardaba con mis experiencias a esa edad y lo de ahora también están en sintonía con lo que me pasa en la actualidad. Si eso resuena entre nosotros, seguramente termina impactando en otras personas.
Cuando sacaron Transatlanticism en 2003, había un apego especial de la cultura pop hacia Death Cab, particularmente en series de tv y películas. ¿Sintieron el peso de ser los niños mimados del indie?
Es interesante pensar en eso. Siento que fuimos afortunados en el contexto y el tiempo en que nuestra banda existió y existe. Cuando Transatlanticism empezó a conectar con la gente, nosotros ya teníamos cinco o seis años tocando, tres discos en nuestro catálogo y varias giras alrededor del país y un poco en el exterior, entonces no se trató de un shock tan grande. Simplemente empezamos a notar más gente en los shows y que vendíamos algunos discos más (risas). Esa atención llegó cuando nosotros ya sabíamos cómo ser una banda, con recursos para negociar en nuestros propios términos. También está la cultura que viene de Seattle, y de Nirvana y Pearl Jam, de intentar negar el éxito que te rodea. Eso mantiene tu cabeza fría para seguir tocando tus canciones sin que nada te detenga o afecte a tu ego.
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