Desde la música que se escuchaba por cábala hasta las inspiraciones posteriores: repaso de la discoteca campeona a 30 años del último gran título argentino
En la noche previa al debut ante Corea del Sur, varios se escaparon a un restaurant de un argentino y comieron hamburguesas a escondidas. Con el resultado consumado (3-1 en con dos goles de Valdano y uno de Ruggeri), los jugadores le confesaron el desliz Bilardo, quien sorpresivamente no sólo no los reprendió, sino que ordenó repetir el ritual en cada víspera de partido con la certeza de que eso estimularía otras victorias. Todos entonces a comer al local Mi viejo, aunque con una sola prescripción: el doctor consideraba al pollo un ave de mal agüero
Aquella fue la primera de una larga lista de cábalas que acompañaron a Argentina en México 86 hasta la mismísima final, ocasión en la que, tal como había sucedido en los seis partidos anteriores, el micro que trasladaba al plantel atravesó el portón de ingreso al estadio al ritmo de la canción "Gigante chiquito", de Sergio Denis.
Era la última de un breve pero inalterable setlist que incluía también a "Total Eclipse of The Heart", de la cantante galesa Bonnie Tyler, y "Eye of The Tiger", compuesta y grabado por Survivor para que fuera parte de la banda de sonido de Rocky III. Nunca quedaron claros los motivos que esta selección, aunque se advierte con cierta obviedad la sensibilidad que atraviesa a estas canciones, todas ellas unidas por una fuerte fibra de arenga y emoción.
"Hay música que se convierte en superstición y, a través de una larga concentración, uno termina podrido de escuchar a determinados cantantes", le confesó Jorge Valdano a un diario mexicano hace dos años, a propósito de las canciones en cuestión. "Generalmente es música mala, porque el que se encarga de ponerla es el más revoltoso del equipo y no suele caracterizarse por el buen gusto".
La historia de las tres canciones en cuestión es bien conocida. Lo mismo que el episodio previo al acceso al estadio Azteca el 29 de junio de 1986, día del partido decisivo ante la por entonces República Federal de Alemania. Según cuentan y repiten los presentes, el micro llegó al lugar mucho más rápido que de costumbre gracias a un fuerte operativo policial que interrumpía el tránsito a medida que el vehículo avanzaba.
Lejos de significar una buena noticia, la velocidad del ómnibus exasperó a Bilardo, pues le quitaba tiempo para reproducir la totalidad de las tres canciones. El mito se alimenta también con el detalle de que el casete que contenía la música no aparecía. Así las cosas, el chofer recibió la orden terminante de aminorar la marcha hasta que sonaran dos canciones y media: la última mitad debía reproducirse justo al momento en el que el micro cruzara el acceso al Azteca.
El imaginario popular incluye erróneamente entre estas tres canciones a "Me das cada día más", de Valeria Lynch, quien además mantenía una profunda amistad con Maradona y hasta llegó a visitar al plantel argentino poco después del triunfo frente a Uruguay por los octavos de final. Cuentan que Diego tenía un poster de Valeria en su habitación, a la vez que la cantante le había solicitado al jugador que apadrinase a uno de sus hijos.
La confusión surge porque la canción en cuestión (compuesta por el Paz Martínez e interpretada hasta por Sting) fue uno de los leitmotiv de "Héroes", la película oficial que la FIFA dispuso rodar en México 86. Es curioso: el tema de Valeria Lynch alcanzó, al menos en la consideración de los hispanoparlantes, mucho más relevancia que la música compuesta específicamente para la película, tarea que le cupo nada más ni nada menos que a Rick Wakeman. El tecladista de Yes, que ya había hecho el mismo trabajo para la película oficial del mundial de España 1982, se encontró ante el desafío supremo de tener que ponerle arte a algo que rebozaba de él: la faena consagratoria, suprema e irrepetible del mejor Maradona que el fútbol pudo habernos dado.
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