De PJ Harvey a Los Fabulosos Cadillacs, dos días de buena música
El encuentro volvió al Club Ciudad, el lugar de sus primeras y mejores ediciones
El regreso del Personal Fest a la sede del Club Ciudad tras seis años en un predio desangelado como el de GEBA representó un volver a las bases no sólo desde la locación, sino también desde la curaduría. Con una grilla que apostó por el eclecticismo de bandas de mediana y gran convocatoria, la variedad de estilos y propuestas parecía tener al público sub-30 como principal objetivo. Un saldo positivo con un marco de 40.000 personas en el que brillaron varios nombres propios.
Los Fabulosos Cadillacs
La banda liderada por Vicentico y Sr. Flavio brindó un concierto con la solvencia que dan tantos años de experiencia sobre el escenario. Los Cadillacs realizaron un compacto repaso por sus más grandes éxitos, muchos de ellos en versiones remozadas con logrados arreglos y cambios de ritmo. La introducción con "Cadillacs" y los primeros temas "Mi novia se cayó en un pozo ciego" en clave punk, "El aguijón" y "Demasiada presión" mostraron una banda dando todo de sí con un Vicentico que irrumpió en escena cubriendo su cabeza y parte de su rostro con una capucha oscura digna de un caballero jedi. Luego, "El fantasma" y "La tormenta" dieron cuenta de su más joven repertorio. Pero más allá de la antigüedad o no de los temas, el grupo luce rejuvenecido por las presencias estables de Florián Fernández Capello en guitarras y Ástor Cianciarulo en batería y bajo, quienes, al margen de ser los hijos de Vicentico y Flavio, respectivamente, y de darle un toque familiar a la agrupación, aportan frescura, energía y el soplo rockero necesarios a una banda de trayectoria, pero con deseos de seguir adelante.
PJ Harvey
Frente a un ensamble de nueve integrantes, Polly Jean Harvey comenzó su segunda visita a Buenos Aires con tres canciones de su último álbum, The Hope Six Demolition Project. Con un saxo al cuello, la británica integró la sección de vientos en un clima que tenía tanto de marching band como de pompa fúnebre, para luego pasar al frente del micrófono y dar lugar a un puñado de canciones ("Chains of Keys", "The Ministry of Defence" y "The Community of Hope") basadas en la miseria humana generada por la propia humanidad.
Rodeada de un elenco de nombres con peso propio (su eterno colaborador John Parish, pero también el ex integrante de The Bad Seeds Mick Harvey y Alain Johannes), Harvey y su banda se encargaron de revisitar canciones de varios rincones de su carrera readaptadas a un formato carente de batería, pero plagado de distintos tipos de percusión, teclados y con hasta tres guitarras eléctricas para la catarsis sonora. Esa reformulación del plantel disponible hizo que "Down by the Water", "50 Ft. Queenie" y "To Bring you my Love" sonaran familiares y nuevas a la vez, como si se tratara de una cuestión cosmética y profunda al mismo tiempo. Luego, "River Anacostia" volvió a llevar las cosas a los tonos lúgubres del comienzo. Con un clima in crescendo que amagó con estallar, pero luego se fue apagando con lentitud, los músicos se acoplaron por turnos para terminar cantando todos juntos a coro una melodía desoladora capaz de erizar la piel, en un fade out orgánico.
Phoenix
Casi como una contracara necesaria, los franceses Phoenix echaron mano de un show luminoso en varios sentidos. En el plano literal, su puesta en escena se sostiene sobre la base de un uso más que bien llevado de luces y pantallas como un complemento visual de peso. Pero además la banda liderada por Thomas Mars usó como punta de lanza de su cuarta visita al país las canciones del flamante Ti Amo, todas ellas construidas con un espíritu pop efervescente y adhesivo.
Bastante de eso quedó en claro desde la apertura con los climas retrofuturistas de "J-Boy" y sus golpes de efecto calculados tanto para el oído como para la vista, un despliegue de sonidos sintéticos que tuvo en "Lasso" su contracara guitarrera. La invitación al baile toma diversas formas en el show de Phoenix: puede ser un synth-pop con ribetes orientales como "Entertainment!", una evocación moderna y nostálgica a la vez de la cultura disco en "Trying to be Cool" o con loops de guitarra como pívot sonoro en el caso de "Girlfriend".
Jack Johnson
Repartiendo de manera inteligente los hits, "Sitting, Waiting, Wishing" sucedió a "You and your Heart" apenas comenzó el show el sábado, en el escenario principal. En el extremo opuesto de la lista, "Good People" -el otro éxito de In Between Dreams, el disco crucial en la carrera de Jack Johnson editado en 2005- sonó justo antes de la despedida con "At Or With Me". Lo que sucedió entre medio fue la banda de sonido ideal para hamacarse a mirar la puesta del sol. Y si bien el riesgo de que la propuesta se volviera monótona sobrevoló todo el repertorio, entre el carisma de Johnson y la versatilidad de sus músicos (especialmente el multiinstrumentista Zack Gill) lograron pilotear el barco para mantenerse a flote. Del ukelele a la guitarra eléctrica con la acústica como eje central, J.J. basó su repertorio en la calma que lo caracteriza. Como ejemplo paradigmático, las versiones de "I Wanna be your Boyfriend", de los Ramones, y la de "Foxy Lady", de Jimi Hendrix, fueron encaradas con la misma amabilidad que cualquier composición propia.
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