De la tele a los escenarios, ¿cómo se construye una carrera una vez que el reality termina?
¿Lo que pasa en la pantalla queda en la pantalla? Una vez que realities como La Voz Argentina y Canta Conmigo Ahora finalizan, los concursantes quieren desarrollarse en la industria musical y aprovechar el público que generaron en TV; el cómo y cuándo hacerlo parece
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¿Qué pasa cuando las cámaras se apagan y las potentes luces de los estudios de televisión dejan de iluminarlos? ¿Qué pasa cuando el programa se termina? Porque lo que sigue es la vida misma, los deseos de construir una carrera y la esperanza de que esa legión de seguidores que, de la noche a la mañana, nace al calor de un reality musical, los acompañe en el camino que se avecina. Como esas bandas que con el primer disco logran llegar a lo más alto cuando aun están aprendiendo a tocar sus instrumentos, los participantes de ciclos como La Voz Argentina, Canta conmigo ahora, The X-Factor o Got Talent están expuestos a subir y bajar de una montaña en un abrir y cerrar de ojos.
Quedar atado a los reflectores es un riesgo que todos se permiten correr. Porque el mundo que se les abre una vez que superan el primer casting es tan irresistible como palpable. En el caso de La Voz Argentina, el ciclo que tendrá un nuevo ganador el próximo lunes y que este sábado llega al Movistar Arena, la chance de quedar mano a mano con los coaches (Soledad Pastorutti, Lali Espósito, Ricardo Montaner y Mau y Ricky) y recorrer con ellos el camino a la final parece estar más a mano que el derrotero fuera de cámara. Las historias de cantantes y músicos que “la pelean” a diario para encontrar un lugar en la tan cambiante como indescifrable industria musical se cuentan de a millones y se pierden en el anonimato. El paso por la tele puede permitirles, temprano a unos y más tarde a otros, recibir alguna oferta para desarrollarse.
Años atrás nos preguntábamos qué había sido de la vida de ese participante que “tenía una voz tremenda”, al tiempo que nos acordábamos de las locuras de un concursante de Gran Hermano o las tortas que alguien hacía en Bake Off. Veinte años atrás, David Bisbal quedó segundo en Operación Triunfo España y de ahí en más construyó una sólida carrera plagada de hits a ambos lados del océano. Y si bien los ejemplos de larga data son pocos en comparación con todos los concursantes de realities musicales -recuerden también el fenómeno Susan Boyle, la mujer que conmovió al Reino Unido con su interpretación del clásico de Los Miserables “I Dreamed a Dream”- la era del streaming facilita las cosas, permite acortar tiempos y, por supuesto, lanzar temas al universo y ver casi al instante cómo los están recibiendo los oyentes de aquí, de allá y de todas partes.
Prodigiosa, la voz de Camila Anastasia Gallardo Montalva también se escuchó masivamente por primera vez en un ciclo de TV. La chilena que hoy responde al nombre artístico de Cami participó en 2015 de la primera edición de The Voice Chile y salió segunda. Hoy es número uno en su país, tiene tres discos (el más reciente, Anastasia) y un breve pero intenso recorrido que ya la llevó tanto por la ruta del folklore como del pop y la música urbana. Parece que está bueno salir segundo, ¿no? Pregúntenle si no a Luz Gaggi, quien en La Voz Argentina 2021 terminó inexplicablemente en esa posición, un peldaño por debajo de Francisco Benítez. Claro, al menos a los efectos del ciclo, del voto del público y de lo que puedan haber incidido los jueces con sus dichos.
“Esta semana se cumplió un año”, recuerda sonriente Luz que, a los 19, acaba de firmar contrato con Sony Music y es representada por Daniel Grinbank. En diciembre lanzó la primera canción de su autoría, “Sed”, tema que a la fecha supera el medio millón de visualizaciones en YouTube. “El programa fue una montaña rusa constante de emociones. Ahí empezás a experimentar una exposición enorme. Quizás cambian muchas cosas a tu alrededor pero es algo lógico. La gente te tira mucho amor y un poco de mala onda también cuando no les gusta algo que hacés. Son todas cosas que no había experimentado antes”.
Luz cuenta que sus vecinos sabían que cantaba, pero de ahí a que un país se enterara de sus dotes de intérprete con solo escucharla en su primera intervención en el programa, había una distancia enorme que asimilar. “Estaba feliz de la vida, durante todo el programa viví con mucha felicidad todo lo que pasó. Después sentí esa cosa de ‘¿ahora qué hacemos?’. Y creo que es inevitable después de vivir al palo durante tanto tiempo. Tuvimos el show en el Movistar Arena y unos días después me puse a laburar en el estudio con mi música. Recién en el verano tuve un stop”.
Para Luz, ahora se trata de “construir a partir del público que se generó en el programa”. Y la primera huella, “Sed”, se aleja bastante de aquella que dejó con su enorme versión de “Billie Jean”, de Michael Jackson. Es que el objetivo es bien distinto. Antes tenía que seducir a un jurado primero y a los televidentes después, ahora tiene que regar su propia quinta. Más urbana, más cerca de Nickie Nicole que de los clásicos del pop, Luz posee el talento suficiente como para moverse en distintos terrenos. Como se pregunta una fan en los comentarios al pie del videoclip de “Sed”: “¿Soy la única que piensa que Luz + el Bizza (Bizarrap) podrían explotar todo?”. No, no sos la única.
La versión del clásico de Bersuit Vergarabat “Un pacto”, de Tomás Sagués dejó al borde de las lágrimas al jurado. Entre los coaches hubo quienes tragaron saliva para que el foco de atención no se corriera. Era el momento de Tomás, tan efímero como único. Con su impronta urbana, este joven que cuando habla nos recuerda al Dante Spinetta de los comienzos, dejó boquiabiertos a todos. Pero él ya tiene claro que eso pasó y que incluso el programa será pasado en cuestión de horas.
“Después del programa voy a hacer mi música, pero me encanta cantar distintos géneros, como el rock. Soy una persona muy ansiosa, por eso trato de no pensar mucho en lo que va a pasar. Cuando empezó el programa me concentré en eso, ahora ya está. Sabemos que se termina en breve para todos, incluso para quien gane, porque el lunes termina todo. Yo fui a La Voz para encontrarme con un público que me banque. Quiero llevármelo para seguir con mi música después”. Así de clara la tiene Tomás, igual que cuando canta. Su historia con la música empezó hace tres años, cuando se largó a cantar covers, “y ya para finales de ese año hice mis primeros temas propios. Todas las canciones que tengo son de distintos géneros y las hice todas yo. Es un proceso muy lindo. Me gusta sentarme, ponerme a pensar en lo que quiero escribir y contarlo en una letra”, confiesa.
Pero no todo será el día después para Tomás, algo de tiempo ya ganó: “Mucha gente me llamó para ofrecerse como manager, prensa y esas cosas. A mí no me gusta tomar decisiones apuradas. Eso sí, contacté a varios productores y se mostraron interesados, así que termina el programa y me meto en un estudio”.
Canta conmigo ahora (All together now), el formato que Marcelo Tinelli importó para intentar levantar los números del prime time de eltrece tiene otro objetivo. Como La Voz, es un entretenimiento que busca captar la atención de la familia y lo consigue. Pero aquí no hay entrenamiento vocal, aunque sí algunas recomendaciones ligeras y contrapuntos buscados para impactar. Un ejemplo: L-Gante diciéndoles a las cantantes líricas Pamela Rosenstock y Avril Lerman que sólo dos veces en su vida escuchó esa música y fue precisamente cuando las escuchó a ellas en el programa. Nadie sabe qué pasará con ellas, si las espera una carrera como cantantes de pop lírico como se les sugirió en el ciclo de Tinelli o seguirán con sus vidas lejos de la música. Eso sí, de algo estamos seguro: cumplieron con creces su rol de participantes del reality.
Quizás hoy no haya que esperar casi veinte años para triunfar en la música, como le sucedió al cordobés Pablo Tamagnini, que compitió en Operación Triunfo en 2003 y que hoy disfruta de un gran presente con su grupo de cuarteto, La Konga. Quizás con ausentarse solo unos meses como Luz alcance. O entrar rápidamente a un estudio como tiene pensado Tomás. Lo cierto es que el público que se gana poniendo la voz y el cuerpo en televisión es suficiente aliciente como para creer en las condiciones que se poseen y apostar por la música. Al fin de cuentas mucho más triste puede resultar no hacerlo y arrepentirse cuando ya sea demasiado tarde.
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