Tini Stoessel pasó este fin de semana por Villa María y Neuquén; LA NACION viajó con ella y compartió dos días de música, diversión, confesiones y la antesala de sus cinco presentaciones en el Hipódromo de Palermo, a partir del 21 de marzo
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VILLA MARÍA Y NEUQUÉN. –Detrás del telón negro que separa el equipamiento técnico del escenario, Tini hace una ronda. La rodean sus bailarinas y algunos músicos. Se toman de las manos. “Qué sea un buen show”; “Vamos, vamos”; “Que lo disfruten”. Todos vibran parecido, saltan, se mueven, se abrazan, se sueltan. Y están listos: miles de personas esperan. Se escucha la intro y se rompe el círculo, cada uno corre a su lugar. Ya arranca. Tini está vestida de fucsia con un top, una pollera, guantes y unas botas altas. Hace algunos movimientos, antes de sumarse a sus bailarinas, que también están tuneadas con pantalones plateados y tops rosas. La energía de ese círculo magnético ahora está sobre el escenario.
Con 24 años y más de 10 de carrera, Martina Stoessel contagia, hace saltar, agita, baila tan bien como canta. No solo tiene una dulce voz, es toda una performer, algo que hace que incluso no se note que hubo un problema técnico en el comienzo del show. Su carisma enloquece a los fans, que arrancaron bien temprano su peregrinaje. La esperaron en el aeropuerto de Villa María, con carteles, aparecieron en la puerta del hotel donde se hospedaba incluso antes de que ella llegara. La espiaron cuando a la tarde hacía la prueba de sonido y ahí están.
Ya no hay rastros de Violetta, ese personaje icónico que la convirtió en furor mundial. Ahora Tini tiene nombre propio y una carrera de solista que está en pleno auge: sus temas suenan por todos lados, hizo colaboraciones con otros artistas del momento (Duki, L-Gante, María Becerra, los MYA; también con Alejandro Sanz), va a hacer 5 recitales en el Hipódromo de Palermo desde el 21 de marzo y todos quieran estar ahí. Desde sus fans que crecieron con ella a las madres, tiene un público variado y multigeneracional. “La música no tiene edad ni tiempo. Es ir a disfrutar y conectar más allá de donde vengas o lo que creas”, sostiene. Tini es incluso más popular a nivel local que cuando protagonizó la serie de Disney. Y en ese contexto, LA NACION la acompañó durante 2 días, 3 vuelos, 2 pruebas de sonido y 2 shows.
Mate y termo en mano, Tini camina hacia las escaleras del avión. Adentro la esperan técnicos, bailarinas, estilista, vestuaristas, músicos, managers y todo el equipo que la acompaña en esta micro gira. No llega sola: viene con dos amigas incondicionales (Belu y Clo), su padre, Alejandro Stoessel y un tío segundo. Cuando sube al jet privado que hará en dos días tres vuelos: Buenos Aires-Villa María, Villa María-Neuquén y Neuquén-Buenos Aires, se prende el parlante y todos empiezan a agitar. “Dale, miénteme. Haz lo que tú quiera’ conmigo. Dime que esta noche yo soy tu bebé. Y mañana somo’ amigo’, amigo’”, se escucha desde un dispositivo que sostiene Juan, su estilista. “Sacame esta versión que me equivoco,” dice uno de los músicos y el resto canta. Tini, con una maxi campera de polar y anteojos de sol con vidrios amarillos, hace algunos pasos entre los asientos y sonríe mientras pregunta: “¿Cómo andan todos?”. El avión, con capacidad para 50 personas, carretea por Aeroparque. La gira recién comienza.
“Me gusta volar, hay algo que me da sueño”, cuenta a más de 10.000 pies del suelo en su vuelo número... Ni ella sabe cuántos viajes y giras hizo en su corta vida. Belu y Clo, la escuchan. “Cuando puedo viajo con mis amigas. Nos conocemos desde que éramos muy chicas”. Todos los que la rodean son personas con las que tiene relación desde que era adolescente. Hay una lógica de clan en el equipo. “Es muy loco, somos como una familia. A mi maquilladora la conozco desde los 12 años; Juanito trabaja desde hace 6 años, a los chicos los conozco desde mi primera gira; Cami, que es la capitana de las bailarinas, arrancó la gira conmigo desde el primer día. Es relindo tener gente así al lado, que te conozca, que sepa cómo sos, cómo trabajás, que estemos en la misma sintonía, que vibremos todos igual, que nos llevemos todos tan bien, que tengamos confianza”, reflexiona sobre su equipo.
Tini tiene muchos planes: está por presentar nuevo tema [”Fantasi”, que se estrena este jueves a las 19 y es una canción que aborda un género que “no había explorado”] y el 21 de marzo va a festejar sus 25 años en el Hipódromo, en el primero de cinco shows. Promete muchas sorpresas para esas noches. “El encuentro con el público es lo que más disfruto”, suma. Posa para la cámara, tiene los labios pintados y un piluso azul. Unos asientos atrás está su padre, quien la mira y sonríe. Todavía se sigue emocionando con cada gira, como si siempre fuera la primera vez. Pasa el servicio y es hora de volver a los asientos: el avión comienza a descender.
Primer destino: Villa María
En un aeropuerto que parece estar en desuso, Tini es una de las primeras en bajar del avión. Va directo a las rejas que separan el lugar de la ruta. Hay fans, con cartas, con teléfonos, con vinchas. “Es una locura, no sé ni qué decirte, no se explica. Sé que la gente debe estar acostumbrada al Festival [de Peñas de Villa María] y a la dinámica, pero para mí es loco”, dice luego de encontrarse con seguidores durante todo el día. Se sube a un auto, con su pequeña comitiva [padre, amigas, tío, manager personal y alguno más] y desaparece. En la puerta del hotel, otros tantos fans esperan con el celular listo para la foto. No solo buscan a Tini, las bailarinas también son personalidades; la coreógrafa, las amigas. Un coro sirve de antesala a la llegada de Tini: “Porque nuestro amor, esta noche se muere en el bar”, cantan en la puerta del hotel.
La cita sigue en el Anfiteatro de Villa María, donde a las 23.30 Tini va a tocar después de Emilia Mernes y antes de Duki. Ella se saca el maxi buzo floreado y se queda en chaleco; las bailarinas practican las coreos en un escenario iluminado por el sol. Repasan los temas y se escuchan los alaridos de los fans que son parte improvisada de la prueba de sonido. Marina Ahumada, Nani, dirige a las chicas desde el escenario. Tini por momentos queda en el centro y ellas la rodean. Más allá de la exigencia de los movimientos, todas parecen disfrutar de ese encuentro previo. Es una coreo que no tiene fisuras. “Amo hacer coreos, siempre fui amante de la danza desde que soy muy chiquita y encontré como a mi alma gemela, porque Nani es igual que yo. Siempre estamos ahí, le mando referencias. Estamos tan conectadas que nos imaginamos lo mismo”, dice Tini. Y eso se nota.
Hay invitados en Villa María: los MYA se suman para cantar “2:50″. Maximiliano y Agustín caminan uno de cada lado y Tini les propone que la acompañen a la tarima. Los fans cantan desde muchos metros de distancia y Tini agradece. “‘2:50′ la sacamos con el Duko. Fue una mezcla y la gente se recontra conectó con la canción. Los chicos de MYA son increíbles, los amo con todo mi corazón”, dice sobre una de los temas que más aclaman los fans.
La prueba termina y quedan unas cuantas horas para el show. Un show que no va a salir como lo esperaban. “Cuando algo falla uno se pone triste, porque lo ensayamos tanto para que salga todo perfecto y a veces no lo podés controlar porque es en vivo”, dice sobre el show que el púbico disfrutó sin percatarse de los problemas. Tini, con tantos años de experiencia, se convirtió en host de su propio espectáculo y abrió un espacio de diálogo con el público para dar tiempo a los técnicos a resolver el problema de una intro que se repetía. Con su naturalidad y simpatía, Tini logró convertir algo frustrante en otra cosa, un espectáculo más interactivo con los fans que no se enteraron de nada. Desde el público, la lectura fue otra: todos bailaron, cantaron, se emocionaron y se dejaron llevar por las coreografías, las baladas, las luces y el fuego.
Cerca de la 1, Tini todavía tiene que dar una conferencia de prensa. Clo y Belu la esperan en el camarín: con ellas puede hablar de todo lo que pasó, hacer catarsis y cambiar el chip para el otro día.
La revancha en Neuquén
A las 8 de la mañana, todos arriba. Combi para el aeropuerto, caras de sueño y anécdotas. Muchos del equipo trasnocharon con amigos, con otros músicos, con las bailarinas de Mernes. Algunos llegaron al hotel y se “desmayaron” y otros se las arreglaron con dos horas de sueño. Tini llega última, se sienta en su asiento y una hora y 20 después la espera la Fiesta de la Confluencia. Esta vez, la crew va directo al Paseo de la Costa a hacer la prueba de sonido.
Mientras arman todo, Tini duerme en una camioneta. Tiene que descansar porque el show también empezará bastante tarde, a las 23.30 y después de Coti. Las anécdotas del día anterior afloran: el chofer del auto en el que iba Tini pinchó una goma en el predio y cuando los dejó chocó y se estalló el vidrio de atrás. Alejandro y su primo se ríen con Belu de esos desperfectos que suceden a veces en las giras. Se acostaron tarde, como a las 3, por la conferencia de prensa. Belu cuenta que a ellas les gusta juntarse a tomar vino y salir a bailar. Se conocen del colegio y son como hermanas. Stoessel papá le pregunta a Belu si se acuerda de cuando eran chiquitas. Si bien el productor veía el arte en su hija (vivía haciendo coreografías y le encantaba maquillarse) reconoce que nunca se imaginó que se convertiría en lo que es hoy. Él trata de acompañarla en todos sus shows. “Todavía me sigo emocionando”, dice minutos antes de la nueva prueba de sonido.
Por la tarde, Tini está nuevamente en escena para la segunda prueba de sonido del fin de semana La Confluencia es al aire libre, con food trucks y un paisaje que se asemeja al de festivales como Lollapalooza. Los fans, al rayo del sol, cantan cada una de las canciones que Tini hace. Ella, agradece. También están los MYA que viajaron en el avión privado de Villa María a Neuquén. A eso de las cuatro de la tarde, todos al hotel para descansar hasta las ocho de la noche, momento pautado para volver al predio. Esta vez, no van a ir vestidas y maquilladas las bailarinas ni Tini, como hicieron en Villa María, sino que la previa va a ser en el Paseo de la Costa. En el camarín, Tini se prepara para su revancha, para hacer el show que ella sabe hacer. Recibe algunos fans y al intendente que le lleva un cuadro de regalo. Después de Coti, el ritual se repite. La ronda, la energía. “Nos juntamos siempre antes de salir, nos agarramos todos de las manos y decimos cosas (”Qué Dios nos bendiga”; “gracias por esta oportunidad, por poder hacer lo que amamos”; “esperamos que la gente lo disfrute”). Cada uno va diciendo unas palabras. Nos agarramos fuerte de las manos y salimos”, cuenta sobre el ritual.
Afuera, unas 300.000 personas esperan. Y las cosas esta vez fluyen. No hay problemas técnicos y ellos en el escenario se dejan llevar. Tini baila y canta, los músicos disfrutan, las bailarinas también (”La danza es re exigente, terminás el show y te duele todo, piernas, espalda, rodillas, las bailarinas son increíbles”, destaca Tini). El escenario tiene una pasarela y mucho del show sucede ahí, más cerca de la gente. La energía es otra, pero la respuesta del público es la misma. Todos, incluidas Clo y Belu, bailan “Bar”, “Miénteme”, cantan las baladas y cuando encuentran un hueco desatan como alarido un “¡Tini!” que se sostiene unos segundos en el aire. El show termina y las combis regresan al hotel, pero quedan notas por dar.
En el lobby, Alejandro Stoessel mira tele mientras se toma un gin tonic con su primo. Se sorprende de los videos que comparte la gente, del dron, de la cantidad y variedad de público y recuerda otras notas, en otros escenarios, como una en la que estaba Pepe Barroso, el exnovio de Tini que según cuenta va a ser papá. Tini, en cambio, está en plena efervescencia laboral: viene de hacer colaboraciones que la nutrieron (no descarta hacer un tema con Lali) y después de meterse de lleno en el trap y reggaetón; hasta fantasea con hacer un disco solo de baladas en algún momento. Eso sí, no ve maternidad cerca.
Es 14 de febrero, Día de los enamorados y sentada en el cuarto del hotel, donde Clo y Belu la acompañan desde la cama, Tini saluda a todos los enamorados del mundo. En días donde la señalan como la nueva pareja del futbolista Rodrigo De Paul, dice: “Me interesa aclarar que estoy soltera. Estamos solteras todas [se ríe cómplice con sus amigas que la esperan para ir a celebrar la gran noche]. Me mata que me quieren encasillar y meter en una relación.
Son las 2.30 de la mañana y Tini todavía no se cambió: tiene parte del segundo vestuario del show y una bata en la cintura. En el lobby la esperan los MYA, la gente de producción, su papá, los técnicos. Todos quieren festejar. Afuera, la esperan fans que, como en Villa María, la secundaron a toda hora en diferentes locaciones. “Creo que haber empezado tan adolescente hizo que muchas personas de mi generación crecieran conmigo. De hecho, vi caras recontra conocidas en el viaje y dije: ‘¡Qué loco!, como pasa el tiempo y el amor está intacto, ¿no?’”. También se acuerda de las notas de cuando era chica y se ríe. Dice que era muy verborrágica y que le daba muchos nervios hablar, pero que fue aprendiendo.
Sobre el despegue de Violetta, Tini, quien dice que estudió literalmente a Beyoncé, su referente indiscutido, cuenta que fue un gran desafío, especialmente porque el personaje se llamaba como el programa. “Me hizo encontrarme conmigo misma, saber hacia dónde quería ir, qué cosas quería hacer. Hoy poder estar haciendo mi camino y también amando a Violetta, porque no es un proyecto del que no quiero hablar más, es algo que me trae recuerdos hermosos y cosas no tan lindas, pero que también me hicieron crecer. Toda la vida voy a respetar ese proyecto que me hizo muy feliz también”.
En medio de la charla, Tini le pide a su asistente que le diga a los chicos de MYA que la esperen y que le pida algo para comer. Viene de 48 horas de no parar un segundo. En unas horas sale el avión pero Tini no tiene mucho tiempo para descansar: siguen algunos viajes y los shows en el Hipódromo. “Si llego y estoy cansada, me tomo el día libre. Entiendo a mi cuerpo y le doy tiempo porque si te explotás así no llegás a descansar del todo. Esta gira la estamos haciendo con tiempo de descanso en el medio. Cuando son tres meses seguidos, por lo general llego a casa y sigo trabajando, a menos que haya fiestas en el medio, pero la verdad es que en el año no se para”, cuenta y recuerda lo mal que la pasó semanas atrás cuando tuvo Covid. ”Me dio duro. Fueron cinco días feos y ya. La respiración quedó rara. Ahora ya estoy bien”.
La rutina de Tini incluye tiempos de mate y ocio con otros de entrenamiento, aunque su vida es puro movimiento. Si hay algo que le gusta es estar con sus amigas y salir a bailar. “Si salgo y ponen mis canciones [va mucho a La Bresh, confiesa], las re bailo, porque me encantan. Me acuerdo de cuando tenía 18 que decía: ‘¿en algún momento sonaré en el boliche?’ Era como un sueño”. Y los sueños, a veces, se hacen realidad.
Tini baja al lobby. Es hora de celebrar y de relajarse. Aunque primero están los fans: las selfies, los autógrafos, el cariño.
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