David Lebón sumó su estrella a la constelación rockera en el Colón
Spinetta tocó en el Colón. Charly García tocó en el Colón. Fito Páez tocó en el Colón. Gustavo Cerati tocó en el Colón ¿Quién faltaba, además de Andrés Calamaro? Obviamente que David Lebón. El ex Pappo's Blues, Color Humano, Pescado Rabioso, Polifemo y Serú Girán (¿alguna histórica del rock nacional más?) tenía y tiene un repertorio que sin duda merecía una adaptación sinfónica en uno de los teatros más prestigiosos del mundo por su acústica, su tradición y su elegancia.
"Más que buenas noches, ¡tenemos luna llena!", exclamó el sábado apenas subió al escenario, por supuesto que ante una sala colmada hasta el sexto piso y más. Y con cierta expectativa de hasta dónde iba a responder él, el rey David del rock nacional. "No tengo nada que decirles, es demasiado amor. Esto es lo que tenemos hasta el final del concierto", se atajó en los primeros instantes, como una forma de conjurar cualquier mal augurio. Atrás suyo una orquesta sinfónica, por primera vez en su vida profesional, seguía sus indicaciones. A los costados, la banda que habitualmente lo acompaña. Todo dispuesto. ¿Una noche ideal?
David Lebón, el hombre de la voz más dulce del rock nacional, el que todavía pronuncia la "T" como un Johnny recién llegado de Arizona, el que compuso temas como "Parado en medio de la vida" y frases como "con los ojos cerrados me ves mejor", el que más y mejor se asoció –y esto realmente no es menor– con Charly García, el Chopin o Beethoven de la música popular argentina, estaba ahí, en el Colón, dispuesto a concretar su noche histórica, su obra plasmada sobre acero. ¿Iba a estar a la altura? No es una pregunta cualquiera: mejores han defeccionado; peores han logrado subsistir. ¿En qué lugar iba a quedar David? Sin duda, el Colón colmado lo quería ver brillar. Y Lebón dio la talla: si bien arrancó con la timidez e inseguridad lógica de un marco semejante (es el Colón, no es poca cosa) pronto se adaptó y mostró por qué es "El Deivid", el número 2 de Serú Girán, el que buena porción de los ochenta acaparó la atención de la prensa. Y el que cuando Serú volvió en los 90, se mostró en gran forma, entregando temas como "Mundo agradable" y cantando impecablemente en el Monumental.
"Ya no quiero dar lo que no tiene sentido. Sólo quiero aquí estar", cantó Lebón en uno de sus primeros temas (justamente "Mundo agradable") y la gente respondió coreando el estribillo: "Todas la ideas pueden mejorar. Todos los proyectos pueden ayudar. Si estás ahí, si lo deseás". Canción correspondiente a una década, los noventa, que lo vio a Lebón entero. Pelando esos solos de guitarra en sus recitales el cine Maxi. O bancando a Serú Girán desde su condición de cantante principal. "La verdad es increíble. Tampoco somos Led Zeppelin", dijo con humorística humildad cuando vio que la noche empezaba a ir bien, sin contratiempos graves. Y la frase sonó graciosa porque en ese preciso momento la mayoría del público tenía ganas de verlo a él; no a Page o a Plant. La orquesta sonaba como los dioses y a David Lebón se lo veía feliz. Y los clásicos empezaron a caer como "San Francisco y el lobo" (de Serú Girán) o "Hola dulce viento" (de Pescado Rabioso). "Mucho no están porque fueron a Cosquín", dijo poco antes de presentar a Lisandro Aristimuño, el primer invitado de la noche, que unió su voz para una versión sensible y cuidada de "Casas de arañas", gema de su primer disco solista que también puede escucharse intervenida por el cantautor patagónico en Lebón & Co, el álbum donde el ex Serú se rodeó de voces amigas para revisitar su repertorio. Coti Sorokin con "Dejar de jugar" ("con él la pasamos siempre muy bien y no es por el vino", contó) y Pedro Aznar con "Hombre de mala sangre", otro track de su debut, fueron los siguientes invitados de la noche. "La verdad que no puedo creer lo que está pasando", dijo Lebón. "Cuando volví de Mendoza éramos como mucho cien los que venían a verme. Una noche llenás River y la otra noche tenés a una sola cagándote a pedos", bromeó.
El segmento con Aznar levantó los ánimos y preparó para lo siguiente: el homenaje a Spinetta con "Laura va", clásico de Almendra. Y también para la llegada de Fito Páez, que se acomodó en el gran piano de cola e hizo a cuatro manos "El tiempo es veloz". "Te acuerdas de ayer, era tan normal. La vida, la vida, y el amar no era paz, qué extraño. Ahora me siento diferente. Pienso que todavía quedan tantas cosas para dar". Gran letra melancólica de Lebón. Emoción contenida para dar paso a "Cuánto tiempo más llevará" de Serú Girán que despertó las palmas y por un momento convirtió al solemne teatro en Obras. David lo hizo. ¿Faltaba algo? Sí, la inclusión de algún tema de Color Humano (Lebón fue su baterista) o de Polifemo (fue cantante y guitarrista). La carrera de Lebón es legendaria y la presentación en el teatro merecía el repaso por todos sus grupos históricos, no sólo de algunos. Queda en la cuenta pendiente. Por suerte lo que sí estuvo, fue mucho (el cierre fue con "Seminare"), y sin duda colmó a los presentes Una noche donde Lebón sumó su estrella al cielo de solistas del rock nacional que alguna vez tocaron en el Colón.
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