A los 71, con un Gardel de Oro a la trayectoria e innumerables reconocimientos a su carrera, el músico mira hacia atrás y habla de su camino espiritual, su devoción por Prem Rawat, la influencia de su madre (”era como Mata Hari”) y la búsqueda de trascendencia a través de la música
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“José Mercado para ahorrar el pasaje / Se fue en un charter del gurú Maharahi”. El famoso gurú que tanta prédica había conseguido en las décadas del sesenta y del setenta, rondaba la cabeza de muchos. Incluso en la de los músicos de Serú Girán, que habían decidido incluirlo en el sarcasmo anticonsumista que llamaron “José Mercado” (una canción que promediaba el álbum de 1981 Peperina). Más allá de la ironía, es cierto que, desde The Beatles en adelante, las filosofías de Oriente y Medio Oriente y sus gurúes calaron hondo en el pensamiento de muchos músicos del rock que buscaba la trascendencia en lo alternativo. David Lebón fue uno de los que abrazó ese mensaje y se quedó con él. Hasta el punto de que sigue las enseñanzas de Prem Rawat, hijo del famoso Hans Ji Maharaj.
Sentado a la mesa del bar de un hotel de Puerto Madero, Lebón deja primero que el saquito de té descanse dentro de la taza. No tiene apuro porque, a los 71, quizá sea más lo que tiene para dejar que lo que le queda por aprender. El último reconocimiento a su carrera como músico llegó hace unos años, de la mano de un premio Gardel de Oro. Desde ese momento, no dejó de revisitar su extensa carrera en álbumes con muchos invitados, de distintas generaciones, que traen al presente buena parte de sus creaciones y de esas canciones que no escribió pero que terminó de darles el toque que necesitaban cuando sonaron en su voz.
El inquieto Lebón pasó por Pappo’s Blues, Billy Bond y La Pesada del Rock and Roll, Pescado Rabioso, Color Humano, Espíritu (teclados), Polifemo, Seleste y se doctoró como músico de rock argentino en Serú Girán, esa gran banda que compartió con Charly García, Pedro Aznar y Oscar Moro. Luego de esta última experiencia, en 1982 se concentró definitivamente en la carrera solista que había comenzado una década atrás, con los agudos en falsete de ese blues-folk llamado “Hombre de mala sangre” (primer tema de su álbum debut).
Los dos volúmenes de Lebón & Co. Y los EP de tres canciones que viene lanzando de manera virtual son parte del racconto actual, lo mismo que la gira de shows que comenzará a finales de este mes y que se completará el 12 de noviembre, en el Teatro Ópera. “Herencia” es el nombre que eligió para los dos lanzamientos de tres canciones que hizo recientemente y para su gira de recitales.
-¿Qué es lo que dejás como herencia?
-Que siempre luché porque nos encontremos con nosotros mismos. Siempre hablé de eso. Si no te conocés a vos mismo no vas a poder conocer a nadie. Siento que hay dos lobos dentro de uno. El bueno y el malo. El malo está acá [señala su cabeza]. Es el que te habla y te habla. El bueno está acá [señala su corazón] que es donde sentís cuando te enamorás. Cuando sufrís pasa lo mismo. El sufrimiento es el infierno y el amor es el cielo.
-¿Y eso dejaste en canciones?
-En todas se habla de amor. Obviamente hay algún rocanrol que no habla de eso, pero tampoco de la miseria. Yo de chiquito fui monaguillo, pero no me gustaba verlo a Jesús crucificado. Con respeto lo digo, porque, por un lado, soy cristiano. Ya Sócrates decía que había que conocerse a sí mismo. Yo trato de tirar ese mensaje.
-Y lo de ruso viene por ascendencia.
-Claro. Mis abuelos nacieron en Rusia. Y cuando escaparon de la revolución mi vieja nació en China.
-¿Cómo terminaron acá?
-Porque todos terminaron acá. Mi abuela y mi mamá me contaron lo que fue la guerra. Estuvieron ahí. Todo lo que pasa está escrito en la mayoría de las escrituras. Se viene una grande. Y el país de luz es Latinoamérica. Como ya sucedió.
-Aunque no parece que estemos en el mejor momento, comenzás tus shows unos días después de las elecciones.
-No sé lo que va a pasar. Milei me da la sensación de algo nuevo, pero puede ser Frankenstein. En una época salí con una mujer que era amiga de la anterior esposa de Macri y nos hicimos medio amigos. En ese momento Macri todavía no estaba dedicado a la política. Estaba en Boca. Pero ahí empecé a ver lo que era el poder. Un poder que no existe, porque cambia cuando se termina. Se muere uno y viene otro. ¿Para seguir con lo mismo? No creo que haya que seguir con lo mismo. No tenemos que parar. Perón ya no está y Evita hubiera sido una presidenta increíble. Me enamoré completamente de ella. John [Lennon] tampoco va a volver. Lo mismo que mi padre, mi madre o mi hijo, o hija, Tayda. Hay una persona que admiro mucho, Prem Rawat (Maharaj Ji) desde hace mucho tiempo y que da cuatro técnicas para ir hacia adentro. No se trata de religión es para revelar lo que ya tenés dentro tuyo, o lo que perdiste. Su padre le enseñó lo que tenía que hacer y ya a los 4 años comenzó a hablar con la gente. También habla del momento que nos tengamos que ir. No hay que tener miedo a eso. Tengo nueve nietos y tuve cinco hijos, uno falleció, se me fue. No quiero que suene como si fuese un pastor.
-¿Qué tanto tiempo te llevó encontrarte?
-Bueno, hubo gente que murió en el camino, cuando fue a buscar al maestro. La mayoría de la gente está un poco loca. Yo lo estoy, pero estoy loco bien. Siempre me gustó que me miraran. No era ego, solo que pensaba que yo podía ser algo. Fue lo que pasó con mi mamá. Cuando ella me llevó a los Estados Unidos, yo tenía 8 años. Ahí vi a los Beatles y le dije que no sabía bien qué era eso, pero era lo que yo quería hacer. En casa se escuchaba muy buena música, pero mi viejo falleció y nos fuimos para los Estados Unidos. Ahí mi vieja consiguió trabajo de paracaidista y…
-¿Trabajo de paracaidista?
-Claro. Instructora. Para enseñarle a los muchachos que iban a Vietnam. Ella estuvo en la Segunda Guerra Mundial. Fue torturada. Le pasó de todo. Fue una especie de Mata Hari. Lo cuento rápido. A los 19 se casó con un inglés. En ese momento, ella estaba con mis abuelos en Inglaterra. Salió a hacer una misión y no volvió. Luego se convirtió en una especie de Mata Hari. Se acostaba con nazis importantes. Y de alguna manera averiguaba ciertas cosas. En su último salto la estaban esperando. Pasó por un montón de cosas. Por eso yo le decía, cuando fuimos a los Estados Unidos, que no volviera al paracaídas. Siento que mi vieja fue, después de todo lo que pasó, mi primera productora. “¿Vas a ser famoso?”, me preguntó cuando yo tenía 12 años.
-¿Cuándo regresaste a la Argentina pensaste en otras cosas que no fueran la música?
-Trabajé de otras cosas. Mi mamá se volvió a los Estados Unidos y yo me quedé acá. Vi a Almendra y a Manal en el Teatro Coliseo, cuando se tocaba a las 10 de la mañana. Y sentí que eso era lo que quería hacer. Primero viví con mi hermana y mi abuela y luego fui a la casa de Rinaldo Rafanelli [años después, bajista de Color Humano, Polifemo y Seleste]. Él era el único que, como yo, se sabía todos los temas de Los Beatles. Los cantábamos en la plaza. Mientras tanto, trabajé en una carpintería, pegaba puertas y me quedaba después de hora para limpiar el lugar. Yo lo que quería era comprarme la guitarra. Pero, al final, el papá de Rinaldo me compró una guitarra y a él le compró un bajo. No quería estar en la casa de ellos de vago. Quería hacer algo. Pero era un desastre. No sabía hacer nada. También trabajé para un sastre. Llevaba y traía trajes. Un día me enfermé, estuve tres días sin ir y me echaron. Después la cosa arrancó con la música. Un día me llevaron a un lugar donde estaba Pappo, Vitico, Héctor Starc y otros. A mí no me dejaban tocar. Un día Héctor me dijo ‘yo toco, y cuando viene el solo te paso la guitarra y tocás’. Mucho después me pasó que un día le pedí a Luis si podía tocar con él.
-¡Qué admiración tuviste siempre por Spinetta!
-Lo amaba con toda mi alma. Fuimos muy celosos los dos por los músicos que teníamos en nuestras bandas. Cuando se quemó mi hija [a ella Lebón le escribió “Tema de Nayla”], el único que vino a verme fue Luis. Estábamos muy peleados por esa época. Pero vino con [sus hijos] Dante y Cata, que era muy chiquitos. Pero Dante se acuerda de ese momento. Porque nos pusimos a llorar. Fuimos como amantes con Luis, pero sin sexo [se ríe], porque a los dos nos gustaban las mujeres. Spinetta me negó nada: un día le pedí si podía cantar “Despiértate nena”.
-Y está en el último lanzamiento.
-Claro. La cantó en todos lados. En un momento se vino a vivir a mi casa, con mi hermana y conmigo. Era una casa vieja y grande. Yo empecé a hacer una canción que se llamó “Mañana o pasado” [editado en el disco de Pescado Rabioso como “Hola, dulce viento”]. Y él estaba en la cocina. Viene y me dice: ¿a ver, podés tocar lo que estabas cantando? Y se le cayó un lagrimón. Era resimple mi canción en comparación con los temas que él hacía.
-De la última vez que conversamos, cuando hablamos del comienzo de Serú Girán y de lo que vos veías en Pedro Aznar y Charly García, me quedó la sensación de que te tirás a menos.
-Tirarme abajo no. Pero lo que me pasó es que no tenía el entendimiento musical de ellos dos. Charly fue un maestro de piano a los 3 años, cuando todavía no llegaba a los pedales con los pies. Y lo sigue siendo. Por eso no entiendo todo lo que está pasando. Es una vergüenza absoluta. Yo hablo todas las noches con él. Y está muy bien. Somos muy amigos. Y cuando lo escuché tocar a Pedro, sentí que con ese bajo de mierda que tenía tocaba mejor que [Jaco] Pastorius. Y yo en la banda, era el rockero, como Moro. Siempre comparé a Serú Girán con Procol Harum, la banda del tema “Con su blanca palidez”.
-Tu canción “Sin vos voy a estallar” dice que el rock es el tango de hoy. ¿Cuál es el rock de hoy? ¿El trap?
-Yo respeto a todos mis colegas. No importa lo que hagan siempre y cuando sea bueno. Si la gente va es porque algo tienen. El otro día me invitó a cantar a su show Marcela Morelo. Y ese día también estaba Pablo Lescano, un tipo humilde. Nada de ego. Wos también. Lo vimos cuando ganó el Gardel de Oro. Los que suben al escenario de pelotudos no me gustan.
-¿Cómo eras de joven? ¿Qué tan parecido a los jóvenes de hoy?
-Bueno, tuve algunas actitudes. Un día me vestí de mujer en un show de Pescado Rabioso porque quería que la gente me mirase, más a mí que a Luis. Tengo mi ego también. Pero no soy egocéntrico. La persona que a mí me enseña muchas cosas un día dijo que la música era el perfume de Dios. Es de corazón a corazón, no importa lo que cantes. Por eso decía al principio que hay que conocerse a uno mismo.
-También dijiste que tuviste cinco hijos, ¿qué te cambió la muerte de Tayda, hace dos años?
-Lloré mucho cuando me lo contaron. Era muy volado, muy buen artista. Lo que aprendí es que mi corazón es el lugar donde guardar a los seres queridos. Y hay lugar. Al principio lloraba hasta que, en un momento dado, escuchando a mi maestro, sentí que me decía que estaba bien extrañar a los que se ama, pero que hay estar tranquilos porque se encuentran en un buen lugar. Y yo aprendí a recordar a mi papá y no llorar. Porque mis padres me dieron vida. Un día cuando era chico, estaba limpiando el altar y me quedé mirando a Jesús en la cruz, todo ensangrentado. Y lo que pensé fue: ¿por qué no lo pusieron llegando en burrito, rodeado de amigos y palmas? Si la iglesia era la casa de Dios, ¿por qué la gente después se iba? Esas eran las cosas que me preguntaba. Así empecé a buscar y encontré en la música lo que buscaba. La gente busca algo detrás de la música. Hoy los estadios se llenan, no importa quién venga a tocar. Esto que te digo me hizo acordar que un día Pedro me llamó por teléfono. Estaba en Estambul. Y lo que me dijo fue que no sabía ni donde estaba, que quería volver a tocar en la Argentina. Lo llamé a Charly que en ese momento estaba en pintando, en su primera internación. Y así volvimos a armar Serú e hicimos dos River.
-¿Proyectás a largo plazo?
-Estoy grabando un disco de banda con música toda nueva. A mi edad, un seguro en el banco no te lo dan y el registro para manejar te lo renuevan por solo dos años. Por eso yo le agradezco tanto a Sony. Va a salir otra vez, Yo lo soñé y Nuevas mañanas, uno que grabé en Florida, pero en ese momento hicimos el Serú del 92. Además, quiero grabar un disco en inglés con canciones que a mí me gustan. Tengo un paquete de cosas. Estoy contento.
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