David Garrett, la superestrella del crossover, se presenta este miércoles en el Movistar Arena
El violinista regresa a Buenos Aires tras la pausa impuesta por la pandemia y de la mano de Alive-My Soundtrack, un concierto en el que une todas sus pasiones musicales, desde la música clásica al jazz, el rock y el pop
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Puede decirse que David Garrett y su violín son uno solo. Desde que tenía 4 años, cuando su padre comenzó a darle las primeras clases, hasta ahora, cuando es considerado toda una superestrella, no ha habido casi ningún día de su vida sin tener este instrumento entre sus manos. Y con él ha sabido sorprender a las audiencias más diversas, aquellas que quieren escuchar la música compuesta hace siglos por figuras como Mozart o Beethoven, como también a quienes son seguidores de otros géneros y se declaran fanáticos de bandas como los Rolling Stones, Guns N’Roses o de solistas como Prince y Michael Jackson. Este miércoles el violinista se presentará en el Movistar Arena y los tickets pueden conseguirse en el sitio oficial del estadio.
Este artista nacido en Alemania comenzó su carrera pública con apenas 10 años y a la fecha cuenta con un historial de presentaciones tan variadas como el público que lo sigue. Ha tocado para figuras como Angela Merkel, Barack Obama, la Reina Isabel II, en eventos como el Campeonato de la Formula 1, la Final de la Champions League, así como en las más importantes salas de concierto del mundo junto a directores de la talla de Zubin Mehta, Claudio Abbado y Ricardo Chailly, entre otros.
Ahora, después de la pausa obligada impuesta por la pandemia, Garrett vuelve a salir de gira para presentar Alive-My soundtrack, un álbum grabado precisamente durante ese momento y que constituye su último proyecto crossover. Un trabajo muy personal a través del cual hace un repaso por todas aquellas piezas que de alguna manera constituyen las canciones de su vida. “Extrañaba mucho tocar en público. Era raro no tener que prepararme y practicar para una presentación. A pesar de haberme embarcado en proyectos importantes durante el tiempo que duró la pandemia, una de las más grandes recompensas para un artista es precisamente esa devolución que recibes al pararte frente a tu público. Eso es insustituible”, afirma.
Se le considera pionero del crossover, término que define al estilo musical en el que la música clásica se mezcla con otros géneros y cuya popularidad ha ido en aumento. Esto ha generado la creación de todo un público nuevo, acercando así la música clásica a nuevas audiencias. “Esto no sucedió de un día para otro, es el resultado de una evolución que experimenté de a poco y que se fue dando luego de un camino recorrido con mucho esfuerzo. Tomó tiempo conseguir un postulado de crossover que tuviese fuerza, tanto como el que invertí en mi formación como músico clásico. Para poder hacer crossover se necesitan una serie de conocimientos. Sentirte cómodo interpretando música clásica es solo la base de partida. Luego debes tener capacidad para reinterpretar y ser creativo. Eso lo logré luego de mi paso por la Academia Julliard de Nueva York, donde además de violín estudié también composición. De esta manera pude expresarme y encontrar mi propio sonido, no solo a través de mi instrumento, sino también con la orquesta, con mi banda. Integré la música que me gusta escuchar, como es el rock, soul, jazz, R&B, house y electrónica y la hice mía, sin descuidar ni dejar de lado mis habilidades como músico clásico. Eso sigue siendo una parte fundamental y trato siempre de alternar entre uno y otro. Como muestra de esto está Iconic, un álbum clásico que grabé para Deutsche Grammophone y que saldrá en breve,” explica el violinista.
Para lograr el balance y el dominio que requiere este repertorio, Garret afirma ser muy estricto con la práctica de su instrumento. “Yo me despierto todos los días como debe de hacerlo un violinista. Hago escalas, toco Bach, caprichos de Paganini. La parte física, la habilidad para poder tocar con el tono adecuado, tener un buen vibrato, sacarle sustancia a cada pieza, solo es posible a través del estudio. Si alguien compra una entrada para verme yo siento el compromiso de darle la mejor interpretación de mi vida cada vez que me presento. Por esto, cada día al levantarme siento la necesidad de prepararme y exigirme más”.
Acostumbrado a tener sus días planificados con muchísima antelación y con una agenda repleta de compromisos, la pausa que significó la pandemia también abrió la oportunidad de embarcarse en proyectos diferentes. “Hubo mucho tiempo libre, algo que durante toda mi vida no había tenido. Desde los 13 años poder pasar dos o tres semanas en mi casa era algo impensable. Eso me hizo reflexionar acerca de cómo ha transcurrido mi vida, de todas las experiencias por las cuales he pasado y me inspiró a sentarme a escribir. Al principio lo hice solo para mí, para no olvidarlo, pero luego, todas estas historias fueron tomando forma y resultó una manera muy natural de escribir un libro. Así surgió mi autobiografía, que salió publicada este año en alemán. Ahora estamos terminando la traducción al inglés y lo más probable es que esté lista a fin de año. En este recorrido personal hablo de lo que significó mi niñez, de lo complicada y difícil que fue debido a lo exhaustivo de mi formación musical. Cuento mis dudas en la adolescencia y de cómo a pesar de saber que tenía tanto talento, no veía con claridad mi vida adulta como músico. Me gusta pensar que puede inspirar para que otros no se rindan y lo sigan intentando si realmente la música es su pasión,” afirma el violinista.
En su libro también hay anécdotas relacionadas con los instrumentos que lo han acompañado a lo largo de su carrera, como aquella que le sucedió hace muchos años luego de una presentación en el Barbican Centre de Londres. “Había terminado de pagar la última cuota de un violín magnífico que había comprado hacía cuatro años (un Giovanni Guadagnini de 1772). Había pedido un préstamo y todas mis ganancias de esos años estuvieron destinadas a pagarlo. Ya el violín era finalmente mío. Y saliendo feliz luego de haber tocado Mendelssohn durante el último concierto de la temporada, me caí de espaldas al bajar por las escaleras. No tuve ni un rasguño, pero mi pobre violín no corrió la misma suerte. Ahora puedo contarlo y reírme, pero en ese momento fue una tragedia”.
Para este Alive Tour lo acompañan varios violines: uno italiano y el otro francés, de Jean Baptiste Vuillaume (que es copia del Il Cannone que pertenecía a Paganini). También trae un violín electrónico que utiliza en determinados momentos del concierto. “Hace poco tuve la fortuna de comprar en una subasta algo que era un sueño desde hacía muchísimos años: un Guarneri del Gesú. Me enamoré de la calidad de su sonido desde el momento en que pude tocar el Príncipe Doria que está en el Museo del Instrumento de Cremona y, finalmente, luego de buscar mucho, se dio la oportunidad. Este año organicé un encuentro entre quienes poseen Guarneri del Gesú y eran 24 violines en un mismo lugar, algo que no debe de haber sucedido más de dos o tres veces en la historia. Lo más seguro es que este sea el instrumento con el cual haga la gira de Iconic, para presentar ese álbum clásico,” explica Garret.
En esta oportunidad, para su actuación en el Movistar Arena, el violinista presenta su propia banda sonora. Será una noche para escuchar la selección de canciones clásicas y modernas que están conectadas directamente al corazón de su intérprete. Un viaje que recorre obras como “Dance of the Knights” del ballet Romeo y Julieta de Prokofiev; “Confutatis”, de Mozart; “What a Wonderful World”, de Louis Armstrong; “Shallow”, canción que Lady Gaga y Bradley Cooper cantan en Nace una estrella; así como temas de Disney, de Metallica y muchos otros incluidos en Alive-My Sountrack.
“Para mí cada gira es una especie de instalación artística personal, con música maravillosa. Pienso todo el concepto. No soy solo yo tocando bien, ni los excelentes arreglos, es también el camino que se necesita a fin de lograr un orden entre los temas para que durante dos horas puedan todos embarcarse en un viaje emocional. Así que a diferencia de lo que sucede cuando grabo en un estudio, donde dejo que la espontaneidad y el estado emocional influyan, aquí todo está literalmente planificado. Cada cosa que pasa en el escenario desde las luces hasta si muevo o no una silla, ya ha estado en mi mente desde hace tiempo, “concluye Garret.
David Garrett. Este miércoles, a las 21, en el Movistar Arena, Humboldt 450. Entradas desde 5000 pesos.
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