Tocó fondo y se levantó con un disco que cruza trap y rock nacional. Ahora está listo para conquistar el panorama
Hay ciertas ideas que, con distintas palabras y algunos matices, se repiten en prácticamente todas las entrevistas que Dante Spinetta dio en los últimos meses por el lanzamiento de Puñal. Que este nuevo disco, el primero como solista en siete años, funcionó como un exorcismo necesario al cabo de una etapa de mucho dolor. Que en algún momento, después de separarse de su ex y antes de volver a grabar, se sintió tan angustiado que por primera vez pensó que era posible morir de tristeza. Que adentrarse en las zonas más oscuras de su espíritu ya no le da tanto miedo como antes. Y que entendió que podía ser una mejor persona y un mejor artista si se animaba a mostrarse ante el mundo con el corazón roto.
“Es parte de crecer”, dice ahora, sentado en uno de sus cafés favoritos de Colegiales, a la hora de la merienda y a punto de pedirle a la moza unas tostadas integrales y un mate cocido. “Viene bien aceptar la vulnerabilidad y bajarse un poco del egotrip pistolero.”
En 2012, después de la muerte de su padre, el ícono del rock argentino Luis Alberto Spinetta, Dante –el hijo mayor del clan– se convirtió en algo así como el vocero de la familia. Volvió a juntar a Illya Kuryaki & the Valderramas, su dupla histórica con Emmanuel Horvilleur que llevaba una década estacionada, y en su regreso grabaron dos discos: Chances (2012) y L.H.O.N. (2016). El grupo empezó a convocar público como nunca antes; incluso más que en los 90, cuando el hit “Abarajame” proyectó a Dante y Emma como estrellas jóvenes en la era de MTV y el rock latino televisado. Dante venía de grabar Pyramide tras separarse de Majo Carnero, la madre de sus dos hijos, y estaba en una larga temporada de soltería cuando conoció a la actriz y modelo Luz Cipriota. Tiempo más tarde, en los días posteriores a la ceremonia de entrega de los Grammy Latinos 2013, donde IKV ganó con la canción “Ula Ula” (en esos días, la famosa conductora Oprah Winfrey había escrito en su Twitter que el track le parecía “catchy” después de escuchar una versión publicitaria), Dante se casó con Luz en una capilla de Las Vegas, Elvis falso incluido. Pero para la primavera de 2015 la relación se había roto, pegado y vuelto a romper, y ahí es cuando comienza la historia de Puñal.
“El desamor me hizo caer al fondo”, dice Dante ahora. “Y cuando te vas al fondo, te encontrás con todas las cosas que estaban ahí, olvidadas.” Junto con ese duelo llegó también la incómoda tarea de afrontar algunos temas que acarrean la mediana edad: llegar al borde de los 40 y contrastar las fantasías de la juventud con la realidad.
Vestido con jeans gastados, remera salmón y una gorrita de los Florida Panthers, Dante sigue el repaso: “Te pasa que encontrás sueños muertos, sueños de cuando eras más joven y que ya no van a pasar. Y tenés que hacer el ejercicio de soltarlos. Es una sensación de mirar toda la estantería y pensar: ‘Bueno, a ver, hay que ordenar este caos’”.
Como resultado de ese período de turbulencias, Dante compuso y grabó un disco de trap con guitarras, con un sonido basado en lo que él llama “concepto trap rock” y letras fuertemente marcadas por ese estado de extravío que sobreviene a una separación dolorosa. “Pero éste no es un disco que hable de eso nada más, sino de la puñalada que es la vida. No me gustaría que mi ex sintiera que lo hice por rencor”, dice mientras termina su merienda. “Es más bien un disco para los corazones rotos del mundo, un viaje interior.”
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Las mujeres siempre fueron el planeta regente en la vida y la música de Dante. Por empezar, las de su familia. Dante levanta los hombros y sonríe cada vez que alguien se le acerca en la calle para decirle que lo tuvo a upa en el BA Rock o en algún recital de su padre: su mamá, Patricia Salazar, no le prestaba su bebé a nadie, según contó ella misma en un especial de Rolling Stone para el Día de la Madre, hace unos años. “El papá de Dante me decía: ‘Por favor, Patricia, prestale el bebé a mi mamá’”, recordó. Ese vínculo de gran intensidad duró al menos hasta que nació Catarina, y marcó a Dante con esa fuerza imperceptible que tienen los sucesos de nuestra primera infancia. “Por suerte, después nació la hermana y se me pasó.”
Su abuela paterna, Julia, con la que Dante convivió durante las épocas de crisis económica de la familia Spinetta, fue otra mujer crucial en su vida. “Era bien gallega, aunque nunca había ido a España. Me decía ‘Gitano’”, recuerda Dante. “Decía que yo era el gitano de su corazón. Yo pasé mucho tiempo con ella y con mi tía Ana; y las dos fueron un poco madres para mí. Ojo, tengo una re mamá, pero ellas fueron figuras femeninas muy fuertes.” Julia, según Dante, era una estrella de rock: “Se quedaba viendo la tele y fumando hasta cualquier hora. Jamás se iba a dormir antes de las 3 A.M. y yo a veces me sentaba al lado suyo a escuchar toda la data que tiraba”.
Con los años llegó el otro amor femenino, y no fue menos intenso. El primer gran enamoramiento de Dante fue con Eloísa Ballivian, la artista plástica que diseñó las tapas de Chaco y Versus, álbumes del período clásico de IKV. Eloísa es la chica que está atrás de Dante en el video de “Abarajame”, y también la protagonista de la canción y el video de “Húmeda” (“Sabes bien, no podré sin ti al lado mío/Sabes bien, te amaré aunque no estés aquí”). Pero aún más célebre la vuelve haber sido la chica que inspiró “Hermoza from Heaven”.
"El desamor me hizo caer al fondo. Y cuando te vas al fondo, te encontrás con cosas que estaban ahí olvidadas."
En el pico de popularidad de IKV en los 90, Eloísa y Dante conformaban una pareja algo escandalosa. Se alternaban entre el amor y el odio y, con una ambivalencia emocional marcada siempre por la intensidad, se peleaban a gritos en los boliches o donde sea que estuvieran invitados. “Muchas de nuestras peleas eran porque ella era más whitey en sus gustos musicales, y a mí me gustaba más la música negra”, dice Dante. “Boludeces así, de pendejos.”
Muchas veces, las discusiones podían llegar a ser crueles. Ella le decía que no lo amaba, y para Dante eso era inentendible. ¿Cómo podía ser que no lo amara?
“Dante es un tano enamoradizo, tiene una cosa más pasional, y yo soy más racional, más fóbico, más Woody Allen”, le explicaba Emmanuel Horvilleur a RS sobre su amigo de toda la vida y coequiper de IKV, en 2012. Algo de ese arquetipo puede constatarse haciendo archivo en los portales del corazón, y también en Spotify: todas las mujeres importantes que pasaron por la vida de Dante dejaron huella en su obra.
Tiempo después de Eloísa apareció Majo Carnero, que a finales de los 90 era una de las bailarinas más populares de Sábado Bus, el programa de TV conducido por Nicolás Repetto. Con ella, Dante volvió a urdir trabajo y amor. En su primer disco, Elevado, le dedicó “Para María”.
Dante compuso ese tema como un regalo: en septiembre de 2001, ella y él estaban juntos en Estados Unidos para la entrega de los Grammy Latinos cuando el ataque a las Torres Gemelas los tuvo sin poder salir del país por razones de seguridad por varios días. Con la mala atmósfera del atentado saturando el aire, Dante creó una suite dulce, una especie de vals que recordaba los paisajes oníricos de Versus. Poco después, en el día de su boda, la novia entró con esa misma canción a la iglesia.
Majo, con quien Dante estuvo casado hasta 2010 y tuvo a sus dos hijos (Brando de Dios, de 15 años, y Vida Uniqua, de 11), aparece en el video de “En la mía” y fue varios años la capitana de Las Calaveras, el grupo de bailarinas krump que secundaba a Dante en los shows de El apagón, su segundo disco y el más hip hop de su discografía solista.
Hoy, Dante y Majo viven a pocas cuadras y forman un buen equipo para criar a Brando y Vida. “Con la mamá de mis hijos está todo re bien”, dice Dante. “Somos amigos, familia.”
Después de la nueva separación, Dante tuvo una temporada de soltería furiosa con viejos amigos y algunos nuevos, como Residente, el cantante de Calle 13. Se conocieron –a través del productor de ambos, Rafael Arcaute– en la casa de Fito Páez luego de una entrega de premios, en una zapada al piano entre Fito, Pablito Lescano y Fabi Cantilo. En esa época, Dante estaba en llamas. “Yo estaba en una situación súper alfa”, recuerda ahora. “A mí me decían ‘Nightlife’, ¡imaginate!”
A esta altura, el lector puede deducir que Dante no es un hombre al que le guste demasiado estar solo. “Cuando estoy soltero, no me gusta quedarme solo en casa. Me gusta que estén mis hijos, o irme a dormir cuando ya estoy muy cansado”, dice. “La soledad no me gusta.”
Poco después, en 2013, volvió a ponerse de novio, esta vez con Luz Cipriota. Los sitios de chimentos enloquecían con cada paso que daban y sus confesiones hot: más de una vez, Dante declaró que “sin piel no hay paraíso” y que los unía una muy buena relación en la cama. Pero la pasión no siempre construye proyectos, y ahí suele comenzar el drama: “La de Luz fue mi relación más tormentosa, lejos”, dice. “No es que uno es malo y el otro bueno, no. Hay químicas que producen algo en una persona y otra cosa en otra, qué sé yo… a veces no funciona. Pero no tengo rencores. Trato de dejar ir, de no ser retro sentimientos.”
En septiembre de 2015, después de varias idas y venidas, Dante publicó una catártica serie de tweets que anunciaba la ruptura definitiva con la actriz. Pero no sólo se había roto el amor, sino –otra vez– su plan para el futuro. “Por la manera en que yo vivo el amor, romper una pareja significó también perder una familia”, dice ahora, “y cuando se rompe algo así de sagrado, es como ver a Dios prostituyéndose. Todo pierde sentido”.
Lo que Dante siempre buscó en sus musas, entonces, ha sido eso: una familia. “Si hay algo que yo siempre busqué es una estructura familiar”, sigue él. “Mucha gente se imagina lo contrario, que uno es un rockero quemado que va por ahí buscando aventuras. Pero yo al revés: tuve a mi primer hijo a los 26, y siempre quise armar una red que me contenga. Tal vez porque tuve una infancia medio deforme, más rockera.”
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A Dante le cuesta recordar la cantidad exacta de colegios por los que pasó entre la infancia y la adolescencia, pero sabe que fueron como diez. Hay otros números que sí tiene a mano y menciona con mayor precisión y un poco de orgullo: por ejemplo, sabe que en cuarto grado faltó a la escuela 84 veces.
Listar las casas y los barrios en los que vivió también le lleva un tiempo. “Tuve una infancia muy nómade”, recuerda. La inestabilidad, para los Spinetta, fue geográfica y económica: “De golpe alquilábamos una casa zarpada y mi viejo tenía cuatro autos. Y al año y medio estábamos en un departamento sin muebles, comiendo omelette en el piso, y el regalo de Navidad era la revista Condorito”. Algunos años, su tía los ayudaba para que siguieran yendo a clases de inglés, o para que pudieran solventar un colegio un poco mejor. “Pero todo cambiaba rápido”, recuerda Dante, “y había que adaptarse”.
A los 15, decidió dejar la escuela por la música, porque lo segundo se le daba mejor que lo primero. Su padre había apañado el fanatismo de su primogénito por el hip hop grabando y produciendo el primer disco de IKV, Fabrico cuero, pero cuando Dante dejó la secundaria, lo arrinconó: “Si no vas a estudiar, vas a tocar la guitarra como si fuera un trabajo”, le dijo el Flaco.
Esa época, después de una etapa Kriss Kross con Emma, coincidió con el fanatismo de Dante por Jimi Hendrix, que su padre llevaba años tratando de inocularle. En el cuarto de siglo que pasó desde entonces, además de convertirse en un excelso guitarrista (entre los 20 mejores de la historia del rock nacional, según RS), Dante creció profesional y sentimentalmente a la par de las canciones que compuso y cantó con Illya Kuryaki o como solista. O a lo mejor haya que decir: sus canciones crecieron junto a él.
Grabó su primer disco cuando la sexualidad era algo que todavía miraba de afuera (“Es tuya Juan”) y terminó instando a una generación de chicas y chicos a mover el coolo en un disco con el sugerente título Leche, en la época de los videos por televisión, cuando todavía no existían las redes sociales ni YouTube ni smartphones. Junto a Emma, fue el aporte argentino al star system de la MTV Latina, y con su look desgarbado y sus movimientos funkeros, el heredero ungido de Luis Alberto Spinetta se plantó en la industria de la música.
Más allá de las grandes diferencias, su manera no fue tan distinta a los modos con los que su padre había conquistado el rock dos décadas antes. En Dante conviven desde el principio el latino amante de la música negra, el “guatemalo” urbano, con un italoargentino romántico y apasionado cuando los temas de discusión son música o mujeres. Nada mal para el hijo del hombre que escribió y cantó “Muchacha (Ojos de papel)” pero también “Me gusta ese tajo”.
Gran parte de esa historia de Dante se cocinó en el estudio La Diosa Salvaje, en Villa Urquiza, el barrio de casas bajas que le enseñó a amar su papá y se convirtió en territorio kuryaki. El estudio de Emma, Ave Sexua (donde ensaya IKV cuando está en actividad) queda a pocas cuadras, y acá en La Diosa se grabó Fabrico cuero. También dos de los mejores discos solistas de Dante: Elevado y Pyramide. Dante volvió a elegir este estudio, una suerte de segunda casa, para grabar Puñal. Pero el proceso de este disco fue distinto y más solitario por muchos motivos. “Cuando grabé Pyramide, mi viejo estaba gran parte del día acá”, recuerda. “A veces me cocinaba y almorzábamos juntos. De vez en cuando se acercaba, escuchaba algo de lo que estabas haciendo y te tiraba un ‘¡qué bueno esto!’, pero tampoco se metía todo el tiempo.”
"IKV es una máquina, pero necesito seguir la llama. Cuando quiera una empresa, me pongo una fábrica de pastas."
Al fondo del estudio hay una pequeña casa donde su padre vivió varios años, y donde solía cocinar con una maestría recordada por muchos en el mundo de la música. La cocina espaciosa en la que Luis Alberto preparaba platos para su hijo durante la grabación de Pyramide (una referencia de Dante a la Santísima Trinidad: padre, hijo y espíritu santo), todavía exhibe algunos objetos que lo recuerdan: un dibujo que Ciaro (el hijo de su hermano Valentino) hizo para su abuelo; la serie de estampillas en homenaje al Flaco que lanzó Correo Argentino, algunos premios Gardel. “Yo me di cuenta con los años de que tengo una familia muy barrial, de gente muy a tierra”, dice Dante.
La decoración es más bien sencilla en toda la casa que fue de Luis Alberto: ningún objeto invita a pensar que acá se vivió alguna vez con grandes lujos. “Mi viejo era el más volador, pero también era súper a tierra en muchas cosas”, continúa. “Todos los días venía alguien a tocar el timbre para pedirle comida. Y él salía y les convidaba de la misma pizza que estaba comiendo. Algo de eso siento que a mí me quedó de él.”
La primera cancion que dante grabó para Puñal fue la balada “Soltar”: tenía la energía de reconstrucción que con todas sus fuerzas estaba tratando de invocar. La letra dice: “Nunca me olvidé de ti, te amo hasta enloquecer, y siento que te hice mal, debo desaparecer. Soltarte me cuesta la vida, soltaaarte”.
Sentado en el sillón del ingeniero de sonido, frente a las consolas de La Diosa, Dante analiza: “En otro momento de mi vida, capaz hubiera luchado contra la sensación de estar herido o hubiese hecho todo lo posible para ocultarlo. Pero para mí, esta vez, era importante hacer un disco que tuviera toda mi sangre puesta ahí: que me mostrara partido”.
Esa idea fue la que acercó a Dante a la segunda lección que Puñal y todo este momento en su vida tenían reservada para él: que la felicidad se pierde de un momento a otro, pero puede ganarse de igual manera. “Y casi en la mitad de la grabación, yo seguía muy descreído del amor y apareció Cala de una manera medio mágica, para transformar por completo la energía del disco”, dice Dante.
Cala es Cala Zavaleta, actriz y modelo publicitaria de 26 años que se fogueó en el teatro off de Buenos Aires y dio sus primeros pasos en la actuación mainstream con la telenovela Amar después de amar, de Telefé. Y aunque la relación llevaba pocas semanas cuando Dante estaba grabando, la chica se convirtió en alguien con peso específico dentro del disco: además de haber inspirado una canción (“Así será”), recita una frase al comienzo del tema que da nombre al álbum: “El puñal tiene dos caras, de un lado lleva tu nombre y, del otro, el mío”.
Ese recitado de Cala funciona como una llave para leer el disco: apuñalar es ante todo un ejercicio de proximidad, y sólo quien está verdaderamente cerca de su víctima logra matar de esa manera.
El primer approach de Dante y Cala fue por Instagram. Se seguían desde hacía tiempo, pero Dante nunca había avanzado porque creía que ella tenía novio. “Bah, había visto en algún momento que un novio tenía. Y yo ahí no me meto”, dice. Ella fue la que tiró el primer mensaje, y él respondió con una invitación a salir ese mismo día. Conectaron de inmediato: “Me pasó algo muy loco, que creo que no me había pasado nunca con nadie. Nos saludamos y al toque nos dimos un abrazo largo, increíble, como si nos estuviéramos reencontrando de otra vida. Nos enamoramos esa misma noche”. Otra vez, un amor intenso.
Cala había perdido a su madre; Dante, a su padre, y eso los acercó. “Los dos estábamos atravesando ciertos duelos... no sé, como que los ángeles nos unieron”, dice Dante. “Además, los dos veníamos de ser apuñalados en el amor, y entendimos que este encuentro se estaba dando por algo, que nos teníamos que encontrar.”
El primer single de Puñal es “Mi vida”, un trap con guitarras eléctricas que tiene un videoclip en el que Dante expresa también su idea de destino en el amor. Dirigido por Hernán Corera, que hizo varias fotos y videos tanto para discos de Dante como de IKV (las tapas de Pyramide y de Chances y L.H.O.N. de IKV, y el video de “Gallo negro”, entre otros trabajos), en el nuevo clip de Dante se puede ver una orgía extraña cargada de sensualidad y terror, en la que parecen mezclarse referencias al simbolismo illuminati y al film La piel que habito, de Pedro Almodóvar. Y hay, además, un hilo rojo, que según Dante conecta distintas épocas: una metáfora del destino y de lo que tenemos destinado, “más allá del sufrimiento”, dice Dante.
Con Cala durmieron juntos esa primera noche, “todos enroscados”, y ya no se separaron más. Nunca había sentido tanta confianza de una con alguien, dice, y cuando le pregunto qué siente que hay entre ellos, responde: “Una química de alma muy grosa”. “No sabemos hasta dónde va a seguir”, sigue, “pero supimos instantáneamente que teníamos que llegar acá”.
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Parte de la mística que determinó las jornadas de grabación de Puñal estaba dada por un ritual: los almuerzos que Dante se daban antes de meterse a grabar durante toda la tarde y hasta bien entrada la noche. Así que acá vamos: hay que conocer “La Parri”, la parrilla favorita de Dante.
Para llegar hay que pasar por el viaducto Luis Alberto Spinetta y por debajo de la plaza seca que, con sus murales, homenajea la obra musical de su padre, en las cuadras donde Villa Urquiza todavía resiste la ola de gentrificación.
El lugar tiene todo lo que un argentino promedio aprecia: buena carne, papas fritas crocantes y poco ruido, al menos en este mediodía fresco, inusual para una Buenos Aires de fines de noviembre, y bien camuflado en la mitad de la semana. El restaurante tiene un solo defecto: la musicalización, delegada al operador de una radio mainstream cualquiera. Dante dice que un bajón esta música, que es lo menos, pero finalmente parece encontrar una especie de consuelo: “Bueno, peor sería escuchar Bossa ‘n Stones”.
Cuando Dante avisó que iba a sacar un nuevo disco solista, el cuarto de su carrera, y que IKV volvía a parar por un tiempo, frenar esa maquinaria no fue algo simpático de hacer. “Cuando dije que parábamos con Kuryaki, se me puso toda la industria en contra. Absolutamente toda”, dice en La Parri. “Que cómo vas a parar ahora, que no te podés bajar en la mitad del partido. Y yo pensaba: ‘Ni se gasten en decirme nada, muchachos’. Yo no hago música como si fuera una empresa, no puedo. IKV es una máquina que genera, claro, a mí me encanta y la pasamos recontrabien. Por eso tampoco rompemos la banda. Pero necesito seguir la llama. Cuando quiera tener una empresa, me pongo una fábrica de pastas.”
Durante 2018, cada mitad de Kuryaki dedicará tiempo y energía a su proyecto individual. “Nuestro modelo nacional son los Cadillacs: creo que ellos la llevan muy bien. Si surge algo bueno, una invitación a un festival que no nos queremos perder, bueno, volvemos a tocar juntos.” Mientras tanto, cada uno a lo suyo: “La idea de Puñal es que sea una plataforma artística, una base. Por eso también voy a ir grabando temas nuevos, más urbanos, que me vienen bien para el vivo”.
Tu nuevo disco está muy orientado al trap. ¿Qué es lo que te gusta de ese sonido?
Yo que vengo viendo y escuchando el rap desde que nació, veo el trap como el sonido de ahora, como en algún momento fue el sonido de Timbaland, de Neptunes; o el dirty south o el gangsta rap. Hoy el sonido que reina es el del trap. Pero sigue siendo hip hop de alguna manera, ahora le cambiaron el nombre. Me parece que hay una movida muy buena ahí, y me gusta mucho lo que pasa en España, donde con Pxxr Gvng y otros artistas hay una movida enorme. O incluso acá en Argentina, con Neo Pistéa o Duki, que son artistas nuevos y locales que son muy buenos. En Latinoamérica, De La Ghetto fue uno de los primeros en tirar un hit de trap latino. Y lo que me gusta es que en el trap hay algunos que rapean y otros que capaz sólo cantan; como que en el rap antes tenías que tener más skills, y en esto capaz no. Pero cuando alguien hace un buen trap es increíble. Me gusta mucho Travis Scott, por ejemplo. Pero me gustan también las mezclas; mezclarlo con otros sonidos, como el rock, como hice un poco en Puñal.
Mencionaste a Neo, uno de los que contrataste en tu nuevo rol de A&R para Sony: la idea es que vos firmes artistas nuevos de trap y de rap argentino y ese sello los proyecte con toda su maquinaria. ¿Por qué tomaste ese desafío ahora?
Estamos en un momento súper plástico. La música es energía, y no puede ser que la gente esté consumiendo fast food, de cada vez peor calidad. Estamos alimentando a la gente con cada vez peor mierda, y eso te va aniquilando generaciones. Por eso yo creo mucho en la revolución dentro del sistema. La revolución entre comillas, digo. Pero no me como ese discurso de ‘no podés estar dentro de una compañía grande porque hacen lo que quieren con vos’. Yo prefiero que esté sonando Kuryaki, que estén sonando cosas buenas antes de que suene Chayanne, apuesto a eso. Y hay que apostar a que más pibes que hacen cosas copadas lleguen a esos lugares. Ya estamos firmando a los primeros artistas y estoy muy contento con eso, me entusiasma.
¿Dirías que el trap ayudó a descontracturar un poco a la ortodoxia que mandaba en el rap?
Nah, creo que los hiphoperos clásicos siguen siendo iguales y que cada uno está en su movida. El trap también representa una nueva generación, en general.
¿Qué pensás de la música que se escucha en clubes hoy?
Están todos con la misma música, me quema la cabeza, por eso a boliches ya no voy mucho. Vas a un lugar y es todo cachengue o electrónico medio moncho. La cumbia cheta me lastima groso. No puedo creer que la gente baile eso. El reggaetón me gusta para bailar, pero hay de todo. A ver... A los CNCO los haría hacer la colimba (risas).
En la época de Pyramide grabaste una colaboración con Residente, “Pa’ tras”, donde rapeás: “Disculpe, señorita, si le miro el detrás, pero tiene un baúl que inspira a toquetear/Sigo pensando en llegar a la meta, acercarme y morderte una teta, ordeñarte como un campesino”. Pasaron sólo siete años, pero un tema así se escucha muy distinto por estos días. ¿Escribirías algo así hoy?
¿Sabés que sí? Se escucha muy distinto. Ya no sé si haría un tema así hoy por hoy. Bueno, en vivo tal vez lo haga, eh (risas). La verdad es que... también son distintos momentos de la vida. Cuando escribí ese tema estaba en otra situación, como te decía, súper alfa. Y el contexto general también era otro: en un momento ese lenguaje era gracioso y hoy me parece que ya no. Hay cierta conciencia social que se despertó en torno a cómo pensar y contar a las mujeres. Ojo, igual sé que muchas de mis letras son súper sexuales y cuando hablo sexual, bueno, hablo de mujeres. Pero creo que ninguna de mis canciones llega a ser denigrante hacia las chicas.
"Hoy el sonido que reina es el trap, pero sigue siendo hip hop de alguna manera. Ahora le cambiaron el nombre."
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Hora pico de uno de esos días en los que el tránsito de Buenos Aires está más espeso que nunca por cortes y marchas en el Centro: diciembre se avecina con toda su fuerza. Avenida General Paz avanza lento hacia el lado de provincia. Dante y Cala llegan media hora después de lo planeado a Ezeiza para tomar el avión que los llevará a México, pero cuando el coche los deja en la Terminal A del aeropuerto internacional, no parecen del todo preocupados. Dentro de un rato, los novios (“Ahora estoy de novio”, dice, “y cuando estoy de novio estoy más tranca”) viajarán a la Riviera Maya para asistir al Festival de Jazz que alojará el último show de IKV en un buen tiempo.
El resto del equipo ya está en tierra azteca, pero Dante decidió posponer su vuelo porque al mediodía tuvo otro show que requería su presencia: el de su hija Vida, que protagonizó el musical Cleopatra con su grupo de teatro del colegio. “La rockeó mal”, cuenta. “Se cantó todo, en inglés, ¡con una potencia! Increíble cómo hizo “I Have Nothing”, de Whitney Houston. I have nothing, nothing, nothiiiing...”, canta en modo padre orgulloso. “Casi lloro.”
Terminados los trámites del check in, entramos al kiosco de diarios y revistas y Dante pide la última Rolling Stone. “Se agotó”, avisa el kiosquero. “Buena señal”, me guiña. La versión real de Cala tiene parecidos y diferencias con la que arroja su Instagram: personalmente es, en efecto, una suerte de Miranda July más joven, de cuidado look ochentoso: pantalón suelto, camisa de jean blanca, el maquillaje justo y unos rulos trabajados a la perfección que dejan entrever unas argollas plateadas que cuelgan de sus orejas, de los pocos accesorios que lleva. Su belleza impacta con esos gestos refinados que se pueden ver en las fotos. Pero la energía que emana es bastante más diáfana. Cala no tiene, en absoluto, la actitud de supermodelo que juega a tener en muchas de las imágenes que postea. Y esa naturalidad la vuelve incluso más atractiva.
Cuando en dos semanas vuelva a pisar el aeropuerto de Ezeiza, Dante dejará atrás un viaje que puede leerse como una condensación de su presente y su futuro inmediato: un show de circunstancial despedida con Emma, vacaciones en la playa junto a la chica que volvió a enamorarlo y una rueda de prensa para presentar Puñal en México, y que prepara el terreno para una posible gira con su proyecto solista por el Norte.
Detrás de nosotros, Cala graba cada tramo de este encuentro con su smartphone. Cada tanto, Dante mira hacia atrás y regala alguno de sus típicos gestos, sonríe un poco para ella y un poco para la cámara del teléfono. Caminan de la mano hasta el acceso a migraciones y no hace falta desearles buen viaje: se nota que ya lo están teniendo.
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