Damon Albarn y el nuevo desafío de Gorillaz: "La pandemia es un problema como tantos otros, ya lo vamos a superar"
Gorillaz predijo los shows virtuales. O algo así. En tiempos de aislamientos y distanciamientos, las videollamadas y los streamings se adueñaron de la realidad y para la música no fue la excepción. Entonces, una banda animada como la que lidera Damon Albarn parece calzar a la perfección en un contexto en donde lo que se puede ver no necesariamente se puede tocar. "Ahora aplica a todos, ¿no?", se ríe Albarn ante la pregunta de LA NACION en una (sí, claro) videoconferencia compartida con un puñado de medios de Latinoamérica. "Por supuesto que la idea de hacer un streaming especial televisivo es algo que no pensamos desde siempre", aclara sobre la performance que el grupo transmitirá el 12 de diciembre con venta anticipada en la página de Movistar Arena. "Pero definitivamente es una oportunidad de realizar el sueño al que nos subimos durante 20 años, de cómo integrar a los personajes con nosotros mismos en un mismo lugar y en un momento dado".
Los 20 años de existencia de Gorillaz ameritan también una contextualización. Como una suerte de concepto Kubrick invertido, los cuatro personajes virtuales (2-D, Murdoc Niccals, Noodle y Russell Hobbs) fueron expulsados a su odisea terrenal en 2001 con un álbum homónimo. De allí sus hits primarios "Clint Eastwood" y "Rock the House". Contrarios al auge retro del momento, Albarn pergeñó un grupo que sampleaba al pasado para proyectar un futuro distópico, a veces apocalíptico y a veces fiestero. Rock alternativo, hip hop, dub y sobre todo muchísima conciencia pop terminaron por dar un sonido expansivo. "Bueno, claramente no somos minimalistas", afirma Albarn. "Creo que nos dejamos llevar y después, cuando más hacemos, más amplio se vuelve nuestro sonido. No es intencional, es como nos sale".
Para Damon Albarn, un hombre de mundos (geográficos e imaginarios), Gorillaz es uno de sus tantos proyectos que van desde Blur, The Good The Bad And The Queen, el fugaz Rocket Juice & The Moon y su propia carrera solista. "Trato a todos con el mismo respeto y responsabilidad", dice y esquiva cualquier comparación posible: "Son muy diferentes en su ADN, cualquier relación es difícil porque las diferencias son extremas, siempre trato de experimentar lo más que puedo". Y así fue que, a modo de experimentación visual y sonora, 2020 fue para Gorillaz el año del oportunamente titulado Song Machine Season One: Strange Timez (Máquina de canciones - temporada uno: Tiempos extraños) un lanzamiento audiovisual que consiste en una colección de canciones con su respectivo video, todas con cantantes invitados, que fueron estrenando mensualmente. Robert Smith (cantante de The Cure), Elton John, Beck, St. Vincent, Tony Allen (baterista de afrobeat fallecido este año) y raperos de la talla de ScHoolboy Q, 6LACK y EARTHGANG dan muestra de la apertura estilística del grupo.
"Nada es planeado" cuenta Albarn. "Con Gorillaz todo se trata de ver cómo evolucionan las cosas y este proyecto fue más así que ninguno, empezamos un episodio sin idea de cómo íbamos a seguir. Hay mucha improvisación de mucha gente, la clave es ser abiertos y receptivos". Para continuar (o coronar) el que es su séptimo disco de estudio, el músico nacido en Whitechapel, Londres, asegura que pensaron el show por streaming con la idea de aprovechar al máximo las posibilidades técnicas. "Fue una producción cara, porque es de avanzada en cuanto a lo técnico. Siento que lo hemos hecho de la forma correcta, explotamos los límites de lo que es posible para una transmisión de este estilo. Va a ser la primera vez que los fans de Gorillaz van a poder ver los dos mundos al mismo tiempo, interactuando el uno con el otro".
En las propias palabras de Albarn, se verá como "una película, un show bien compacto". Así es como las fantasías animadas del líder de Blur, que pasaron por la Argentina en 2017 para el festival BUE, se extienden en un multiverso de sentidos que parece disparar tangentes hacia todos lados. Tanto que, como parte de la campaña de prensa, hasta los personajes virtuales respondieron preguntas a las que LA NACION tuvo acceso exclusivo como medio argentino.
Qué tienen para decirnos los personajes
Sobre la posibilidad del fin de Gorillaz, Murdoc niega cualquier rumor, incluso aunque nunca hayan existido, pero todo suma a la disociación virtualidad/realidad: "¿Dejarlo? Ni en broma. ¡Gorillaz es una familia! Obviamente hemos tenido muchas peleas a lo largo de los años, algunas denuncias de poca importancia y un ‘presunto' intento de asesinato, pero lo que no te mata te hace más fuerte, ¿no es cierto?". Y Noodle completa: "Los conflictos son la esencia de la vida. El metal se vuelve más resistente si le das martillazos, y lo mismo le pasa a Gorillaz".
A sus 52 años, Damon Albarn no sabe a ciencia cierta qué le deparará el futuro, pero tiene bien en claro su responsabilidad como artista: hacer música por más extraños que sean los tiempos. "Cuando el espíritu humano la pasa mal, la música y el arte deberían estar ahí para inspirarnos, darnos color y vida", dice. "Entiendo a los artistas que no encontraron inspiración durante este año, pero me parece una mierda, me parece basura. Siempre hay problemas más grandes. Tratábamos de ser felices antes de la pandemia haciendo arte y había guerras, contaminación y gente sufriendo su adicción a las drogas. ¿Cuál es la diferencia? ¿Cuál es el problema hoy? Es un problema como tantos otros, ya lo vamos a superar".
Y en consonancia, Murdoc mantiene un discurso similar. "Para ser sincero, me lo pasé inmerso en un pequeño proyecto que tenía", explica sobre sus días de aislamiento. "Mientras ustedes horneaban madalenas y hacían unas manualidades mediocres, yo estaba en el sótano construyendo un acumulador de energía orgánica totalmente operativo".
Más que creer que el destino le jugó a Damon Albarn una buena pasada al ponerle como guiño el aislamiento y su correspondiente virtualidad, bien vale pensar que le llegó por no frenar, por no dejar de arriesgar ni de proyectar expresiones posibles. "No descansar nunca en los laureles, ese es el secreto", resume. Y entonces, esa misma persona que supo ser cara o contracara en la guerra del britpop de los 90 versus Oasis, el líder arty de The Good The Bad & The Queen, el trovador global en su carrera solista y el siempre austero en sus apariciones públicas, hoy tiene un nuevo momento para la banda que no necesita espacio. O que, en realidad, necesita el propio, uno que puede prescindir de la tercera dimensión (que uno de los personajes se llama 2-D no es casual). De hecho, es el propio 2-D el que parece definir las virtudes de Damon Albarn, el hombre que puede estar en todos lados y en ninguno al mismo tiempo. "Solo se puede estar en una temporada a la vez. De lo contrario, sería invierno, primavera, verano y otoño al mismo tiempo. Y la vida ya es bastante complicada así".
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