Cómo es “The Tower of Montevideo”, la canción de Damon Albarn inspirada en el Palacio Salvo
El cantante de Blur y Gorillaz presentó en Londres todas las canciones que integrarán su segundo disco solista, que saldrá en noviembre; entre ellas “The Tower of Montevideo”, que refiere al Palacio Salvo de Montevideo y también a su “hermano” porteño, el Palacio Barolo
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El show, dice Damon Albarn, se está transmitiendo en streaming a 67 países. Antes de la siguiente canción, el excantante de Blur ensaya una introducción poética. Habla de un bote en medio del río y de un paisaje neblinoso en el que se advierten algunas luces y de cómo ha imaginado la música de una orquesta tocando desde allí. Y que lo que se está por escuchar es justamente eso. Luego se sienta al piano Wurlitzer y se le escucha cantar “The Tower of Montevideo has many rooms” (La torre de Montevideo tiene muchas habitaciones).
Albarn pronuncia “montivideio” o algo así y es raro escucharlo desde el borde opuesto del Río de la Plata y desde el otro lado del mundo desde donde canta una canción de su nuevo álbum en la que también nombra a este país: “Once there was cinema and there were parties and a light at the top of the tower could reach Argentina”. Albarn, que visitó Buenos Aires cuatro veces, está cantando sobre el Palacio Salvo de Montevideo y su reflexión con el Barolo porteño como si hubiera llegado a una especie de “Mañana en el Abasto” espectral. El público que colma el Globe Theatre de Londres para verlo (con o sin barbijo) con una banda multiétnica y mucho más cerca del formato de cámara que del pop, quizás haya entendido tan poco como un rioplatense de visita en una de las habituales funciones de Shakespeare que se celebran allí (pos pandemia).
“The Tower of Montevideo” es una de los tracks de The Nearer the Fountain, More Pure the Stream Flows el segundo álbum solista de Albarn que saldrá en noviembre. Once canciones que habían sido pensadas como un álbum instrumental inspirado en los paisajes de Islandia (país en el que el numen del britpop llegó a establecer residencia) pero que, lockdown mediante, se empezó a llenar de textos. Como esta polaroid acuosa que había sido adelantada en YouTube el 7 de agosto con un video fijo en el que se ve a Albarn de espaldas con el aspecto de Tommy Shelby (Cillian Murphy), el protagonista de la serie Peaky Blinders.
El escenario en el que se presentó Albarn es más que significativo. Se trata de una reconstrucción del teatro circular levantado por la misma compañía de William Shakespeare a orillas del Támesis que se prendió fuego en 1613 y cuya segunda versión fue cerrada en 1642. En 1997 se volvió a construir a dos cuadras de su sitio histórico sobre los bocetos originales con una representación de Enrique V. Ese año, Blur editaba su quinto álbum en el pináculo del britpop y en la luna de miel de la sociedad con la Tercera Vía de Tony Blair. Albarn hizo ante el público del Globe, que como hace cinco siglos ve las puestas en escena bajo la luz de la luna, una breve pero contundente reflexión anti brexit. Una de sus nuevas canciones, de fuerte impronta continental, la terminó en francés. Está claro que no es el mismo artista que en 1994 le decía al semanario Melody Maker: “nuestra cultura está bajo amenaza”, explotando el filón populista británico.
Puesto ante un set de teclados, Albarn tocó entero su nuevo disco con una instrumentación que parecía hecha a medida de la circunstancia. Percusión, un trío de cuerdas ubicado sobre el escenario, guitarra eléctrica y bajo en modo ambient y la convivencia de instrumentos arcaicos del folklore europeo y centroafricano. “Si Led Zeppelin hubiera descubierto una de estas, las cosas hubieran sido distintas”, bromeó al presentar a uno de sus invitados que portaba una suerte de laúd gigante.
El formato parece propio de la nueva normalidad. El Globe es un teatro chico y, a la vez, el show pudo ser visto en los cinco continentes. La calidad del streaming resultó óptima permitiendo al ojo vistas de paparazzi, al asomarse a los músicos desde atrás del escenario. Claro que no es lo mismo. Luego de escuchar la emotiva versión de “This is a Low” (Blur, 1994) en los bises que llegaron luego de casi dos horas de concierto, la rutina hubiera indicado salir y buscar la estación Southbank del underground. En cambio, luego de ver por unos segundos al público, la pantalla se cierra y se vuelve a chequear el correo electrónico. Es lo que hay, del otro lado de la torre de Montevideo.
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