Dakillah, sobre su entredicho con Julián Serrano: "Fue algo feo que me pasó, y nada más"
MAR DEL PLATA. Las nubes son grises, la lluvia acecha pero la gente avanza desde cada rincón del Parque Camet hacia el escenario donde las luces brillan y las estrellas, de carne y hueso, están a punto de iniciar el show. Arriba estarán famosas de la tele como Ángela Torres, reina de rating. También Agustín Casanova, su co protagonista en la tira Simona e integrante de Marama, la exitosa banda uruguaya de cumbia pop. Y ella, sencilla pero con una fuerza y convicción que asombra a sus 18 años. Dakillah trajo su trap a la costa y dejó huella profunda de un ritmo que crece día a día. Y que a fuerza de hits y figuras como ella anda tratando de demostrar si es género, estilo de vida o moda.
Morena Jabulij, como figura en su documento de identidad, disfruta de sus primeros dos años de éxito y no tiene dudas: "Es género y también estilo de vida, pero de ninguna manera una moda, porque las modas desaparecen y nosotros no vamos a dejar que el trap se pierda en el camino", asegura minutos antes de enfrentar a sus fans en AcercArte, el ciclo de recitales gratuitos que presenta este verano el gobierno bonaerense.
Pisa fuerte y firme en una programación que se acostumbró a artistas y estilos bien clásicos. Esta temporada, por ejemplo, volverá a pasar por aquí Soledad, también Patricia Sosa y Kapanga, entre muchos otros. El apodo que le pusieron sus fans, "La Number One", no es casual. Sus temas suman millones de reproducciones en la web y ya paladeó lo que es codearse con los grandes de la música del continente. Valora la invitación a ser parte de esta agenda con tanto artista de trayectoria. Hasta se emociona cuando cuenta que veía a Ángela Torres en tele y hoy canta con ella. Y con las redes sociales como vidriera, nada tiene que envidiarle en términos de fama.
"Esto que me pasa acá es recontra emotivo, porque nunca pensé que de estar del otro lado de la valla, empujando al seguridad para tratar de tocarle la mano a mi ídolo, a estar en el escenario con alguien abajo que choca al seguridad para tocarme la mano a mí", explica de este fenómeno que hace un tiempo ya que se le volvió cotidiano.
Dakillah viene del rap. Cuenta que a los 12 años iba de Tigre a Lanús para participar de una competencia y "marcar territorio". Eran tiempos en que el género todavía no había explotado. Por eso entiende un acierto el enfocarse en canales como Youtube u otros medios digitales para llevar su trabajo y ganar reconocimiento. "No había tanta atención pero creo que conseguí llamarla a mi manera porque era chiquita y quizá la única que estaba siempre, en cada competición", recuerda.
Por eso siente que explotó cuando volcó decididamente sus canciones en las redes. "Ahí sí empezaron a darme bola", destaca de aquello que había empezado como un juego divertido y se terminó convirtiendo en trabajo. Y serio.
Cuenta Dakillah que es así, esto de cantar trap y difundir su obra es un juego en el que se trabaja. "Y trabajo con un juego. Nunca hay que dividirlo", advierte, porque cree que es la fórmula para que se convierta en lo que hoy disfruta: un trabajo divertido y rendidor. Con Sony lanzó su última producción, Oro negro. Solo en Youtube el corte que da título a esa obra lleva 2,7 millones de reproducciones. Otro tanto en tiendas digitales.
Saltó del rap al trap, que define como una mezcla de rap y regaettón. "Me identificaba más porque me gusta rimar, pero también bailar", detalla. Esa combinación le cerró a la perfección y la explota con su particular estilo. "Creo que vieron mucha buena energía, mucho brillo, mucho glitter", se describe a sí misma.
Hoy siente esa caricia de la fama, que cada vez más es un abrazo que empieza a asfixiar. Y que acepta como precio de sus logros como artista. "La idolatría se lleva bien, tratando de dar un buen mensaje y ayudar a la gente", destaca.
Dakillah está entre los top del trap argentino, donde asegura que hay un enorme talento, reflejado en el éxito que varios colegas suyos ya están teniendo también en el exterior. Siente que se generó una escuela local que trasciende fronteras, un camino con el que se ilusiona y empieza a transitar.
Pasajera de este nuevo mercado en el que se fortalecen las redes por sobre los circuitos tradicionales de las discográficas, resalta que de todas maneras hay que cumplir con muchos pasos para llegar a difundir cada canción. Admite que parece simple pero hay una enorme complejidad en el proceso de producción. "Pero el que quiere llegar, se la aguanta" , dice y cierra cualquier posibilidad de debate.
Escribe y mucho. Ha dicho más de una vez que producir sus letras es su droga. A veces desde una situación personal, otras motivada por una base instrumental que le acercan sus músicos. O encerrada y decidida a volcar lo mejor de sí, a veces en un papel, muchas veces en su celular.
Quizás alguno de sus próximos temas aluda a la exposición del artista y a lo que impacta ser parte de un escándalo mediático. Lo tuvo con Julián Serrano, youtuber y artista, y nada quiere hablar del tema. Apenas admite a LA NACION que aquello fue una situación desagradable y sencilla de resolver. "Los problemas, cuando te mandás una macana, se resuelven con una disculpa", dice como si fuera una receta sencilla y lógica. Reniega que el tema siga dando vueltas porque nunca se corta, sobre todo porque fans de la otra vereda llegaron a amenazarla y maltratarla por algo que está seguro que pocos saben en realidad qué fue lo que pasó. Y para ella, aclara, aquello no fue escándalo. "Fue algo feo que me pasó, y nada más", concluye.
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