Daddy Yankee cautivó con sus hits urbanos en GEBA
Contra los pronósticos agoreros que lo calificaban de mera moda pasajera, el tiempo se encargó de demostrar que, se acepte o no, el reggaetón no sólo vino para establecerse de manera sólida sino que goza de excelente salud y se proyecta hacia el futuro a través del irrefrenable auge del trap y de la música urbana en general. Lo urbano parece invadirlo todo: las radios, los teléfonos celulares, las redes sociales e incluso musicalizando no pocos comerciales televisivos. La escena, además, se muestra cada vez más activa y en constante movimiento a partir del surgimiento de nuevas figuras desde distintos puntos del planeta que, de la noche a la mañana, concentran la atención del gran público.
Sin embargo, todo tuvo un comienzo de la mano de un precursor que, forjando el estilo muy de a poco y cuando no había nada, hoy se encuentra más que vigente y con el reconocimiento de sus pares. La referencia va, por supuesto, para un clásico del género como lo es Daddy Yankee. A un año de su última visita en compañía de Ozuna, y tras una multitudinaria escala en el Anfiteatro Tránsito Cocomarola de la provincia de Corrientes, el astro portorriqueño volvió a Buenos Aires y se adueñó de GEBA con un concierto de alto impacto visual y apoyándose en una catarata de hits por demás contagiosos.
Galardonado recientemente con el Premio Icono en la cuarta edición de los Latin American Music Awards y reconocido como el auténtico "rey del reggaetón", Ramón Luis Ayala Rodríguez, tal su verdadero nombre, se reencontró cara a cara con sus fans porteños luego de una apertura a cargo de Ariel Torres, Julián Volpato y Manu Pérez.
"Con calma", su más reciente éxito a dúo con el canadiense Snow, que, en realidad, se trata de una versión en castellano y en tiempo de reggaetón de "Informer", un tema de 1993, fue el puntapié inicial de una velada cuya puesta en escena no escatimó en amplias pantallas led, fuegos artificiales, humo, llamaradas y demás efectos especiales que envolvieron a una audiencia totalmente entregada y que inmortalizó cada momento del show con sus teléfonos celulares.
Bombas bailables como "Rompe", "King Daddy", "Lo que pasó, pasó", "Tu príncipe" y "La batidora", entre otras, marcaron el pulso de un espectáculo que apuesta fundamentalmente al movimiento y a no dejar quietos los pies. Inútil es buscar en la propuesta de The Big Boss una lírica profunda o con grandes pretensiones, a excepción de "Somos de calle", donde deja asomar un cierto tinte social. El resto de su oferta musical descansa en sencillas historias de amor y desamor y noches de fiesta y diversión. Ni más ni menos. Y es eso lo que precisamente fueron a buscar las 17 mil almas que se dieron cita en el estadio del barrio de Palermo.
"Saludos Buenos Aires, saludos Argentina. Aquí siempre me siento como en mi casa", exclamó un Daddy Yankee que, de look deportivo y con su inseparable gorra, demostró un notable despliegue recorriendo el escenario de punta a punta y evidenciando mejores aptitudes para el rapeo (a veces a una velocidad notable) que para el canto. Por su parte, a su habitual cuerpo de acrobáticos bailarines y djs disparando bases preseteadas, esta vez la estrella boricua sumó coristas, teclados y batería acústica, brindándole a sus temas (que recorren un abanico que incluye dosis de rumba, merengue, mambo, salsa, hip hop y el tan mentado trap) un bienvenido matiz de "tracción a sangre", además del color y el calor característicos de la música latina.
"Adictiva", otro de sus recientes sucesos en colaboración con su compatriota Anuel AA, "Machucando", "Despacito", "Gasolina", "Ella me levantó", "Limbo" y "Lovumba" sentenciaron el demoledor epílogo de una noche caliente, agitada y en la que Daddy Yankee confirmó una vez más que, en materia de reggaetón y ritmos urbanos, continúa siendo un referente indiscutido.
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