Cuando Kraftwerk volvió a ser peligroso
Seguramente, para Ralf Hütter, uno de los fundadores de Kraftwerk, la influyente banda alemana de kraut rock, lo que está sucediendo por estos días en Buenos Aires con su próximo concierto debe ser intelectualmente electrizante, algo así como un saludable volver a vivir para quien surgió de aquella intensa movida contracultural que ponía en cuestión casi todo, hasta los clichés del rock. O quizás todo esto solo le produzca mal humor.
Repasemos. Desde hace unos días, el show que la banda tiene previsto dar el miércoles 23 en el Luna Park está en un extraño limbo administrativo-judicial con la venta de entradas suspendida por el momento. La suspensión corre por cuenta de la Dirección General de Habilitaciones y Permisos. El motivo es una medida preventiva, dictada por un juez, tras la tragedia de Time Warp, que prohibe "los eventos masivos de música electrónica". La productora responsable del show, Move Concerts, ya presentó un recurso de amparo (dos en verdad, uno en la justicia ordinaria, otro en la Dirección de Habilitaciones) para revertir la situación y se espera que en cualquier momento haya una resolución al respecto.
La objeción es, claro, que no se trata de una fiesta si no de un concierto. De hecho, esta presentación se titula Concierto 3-D, una propuesta que recorre la discografía de la banda (los geniales Autobahn, Radio-Activity, Trans Europe Express) apoyados por proyecciones detrás de ellos, allí tan solo teclados y cuerpos en escena. Una iniciativa que surgió en la retrospectiva que realizaron en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 2012 y que el mes pasado pasó por el Museo Guggenheim de Bilbao. Música y arte, o la obra de arte total (la gesamtkunstwerk a la que aspiraba el kraut rock) sigue provocando al mundo.