Cuál es la historia que cuenta el EP que Rosalía grabó con su ¿prometido? Rauw Alejandro
Juntos dentro y fuera del estudio, el romance de la cantante española y el intérprete portorriqueño quedó plasmada en tres canciones, un tríptico en el que la estrella de Motomami toma el control
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Rosalía y Rauw Alejandro. Álbum: RR. Canciones: “Beso”, “Vampiros”, “Promesa”. Edición: Sony Music. Nuestra opinión: bueno
Luego de tres discos inspirados y muy diferentes entre sí, porque se desmarcaron de las corrientes principales de la industria de la música, Rosalía se fue metiendo de a poco en los estándares del negocio. Esta vez es de la mano de su novio, el cantante Rauw Alejandro. Su reciente estreno se trata de un EP de tres canciones que llevan la firma de los dos: Raúl Alejandro Ocasio y Rosalía Vila Tobella. RR lo llamaron, por las iniciales de sus nombres.
Si sus primeros álbumes, Los Ángeles y, sobre todo, El mal querer, fueron producciones personalísimas e inusuales en la escena musical, y el tercero Motomami plasmó inteligentemente “la impronta Rosalía” con recursos musicales a los que muchos otros músicos suelen echar mano, quizás haya sido el single “Despechá” el paso con el que Rosalía se da una autobienvenida a las convenciones de la música urbana. Sigue siendo una artista en vías de desarrollo, aunque en su corta carrera parezca haber encontrado la madurez en su particular voz y en sus versos. Continúa en plena búsqueda y los resultados dan cuenta de esto.
Este breve EP es una demostración de que puede encarar proyectos con artistas que suenan muy diferentes de ella, pero que alcanzan una química de fluidez, ya sea por lo estrecho del vínculo sentimental o por el tiempo que pasan juntos, ese que les permitió trabajar a prueba y error, y mejorar.
Por otro lado, parece una sintética biografía novelada de tres episodios, sobre los casi tres años que llevan juntos. En el video de “Beso”, primero que se estrena de esta saga, muestra una especie de backstage de la relación de estos exitosos cantantes. Y al final se ve una toma en la que Rosalía sostiene (a la vieja usanza) una pequeño estuche rojo y muestra un costoso anillo que podría ser de compromiso.
Rauw Alejandro, que tiene la misma edad de Rosalía, 30 años, y comenzó a escalar en el mundo de la música urbana hace diez años, hizo muy bien los deberes para emprender el camino al estrellato. Hoy es uno de los nombres más ascendentes de la música latina y cuenta con una buena plataforma de expansión de su trabajo en redes sociales. A caballo de éxitos como “Todo de ti”, con declamación trapera cruzada con música disco, va ganando territorio. Además, hizo colaboraciones con Nicky Jam, Anuel AA, J Balvin, Zion & Lennox, Sech, Wisin & , Arcángel, María Becerra, Randy, Trippie Redd, Farruko, Cazzu, De la Ghetto, Jon Z, Darell, Lary Over, Bryant Myers, Dalex, Kevvo y Lyanno, entre tantos otros.
En estas composiciones, es clara la mano que le ha puesto cada uno en los versos. Él escribe y canta: ”Mis sentimientos no caben en esta pluma. Ey, ¿cómo decirte? Tú еre’ la exponentе infinita, la equi’, la suma. Te queda pequeña la Luna”. Ella escribe y canta: “Lo mejor que tengo es el amor que me das. Huele a tabaco y melón. Y a domingo en la ciudad”.
El segundo tema, “Vampiros”, es un reggaetón que habla de dos seres nocturnos que vibran a la par, pero sin mayores definiciones ni secretos, mucho menos sutilezas. Para el tercero, “Promesa”, casi un bolero trapero, Rosalía recupera su tono natural, que se manifiesta en el desgarro y en ese pálpito trágico que ha caracterizado a muchas de sus anteriores canciones individuales. Ese talento catalán que suena curiosamente andaluz: Yo quiero saber de qué se trata el mundo. Quiero hacerte una silla con mis manos. Quiero vestirme mal y desvestirme mucho. Pasear por la playa con caballo. Quiero cantar y hacerte un dibujo”.
Rosalía entra y sale de esa posición. Esa que la ubica en una zona de confort por un rato. Tiene, al menos por ahora, asegurado el consumo de masas y prueba hasta que punto utiliza esas herramientas comunes a tantos cantantes de éxito y luego toma distancia cuando la inspiración se impone de manera unívoca. Cualquiera que escuche “Candy”, tema del último disco de la cantante española, podrá pensar que es muy parecido a tantos otros que se reproducen de a millones en plataformas digitales “traperas”. Por supuesto que lo es. Sin embargo, esto puede ser solo una pista falsa porque apenas cuando suenen los temas siguientes de Motomami, se comprobará que Rosalía es de las valientes que se han acercado casi temerariamente al rebaño, aunque no sea ese un lugar que la conforme del todo.
Con este breve EP pasa algo similar: sin dudas, es ella la gran protagonista de las tres canciones, mientras que Rauw Alejandro queda en el lugar de colaborador. En los papeles, la ecuación es cincuenta y cincuenta, pero si se juzga por el resultado, Rosalía es la que se lleva esos protagónicos y la que marca los climas, que van desde los más trillados estereotipos hasta su toque personal. Se podría decir que esa vuelta a sus modos más personales se manifiesta, de menor a mayor, a medida que avanza este sintético repertorio de tres piezas. Casi un tríptico que radiografía o fotografía el presente de esos cantantes.
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