Creamfields 2024: de Babasónicos y la DJ napolitana que homenajeó a Maradona, a un cambio rotundo con relación a la primera jornada

La jornada final de Creamfields pareció diseñada para aquellos nostálgicos que refunfuñaban desde las redes que “Creamfields eran las de antes”: tuvo lluvia, algo de barro (muy poco en comparación con aquellos lodazales de la ex Ciudad Deportiva de Boca) y muchos artistas locales y extranjeros que han brillado en varias de sus 14 ediciones porteñas.

El aguacero que azotó Buenos Aires el domingo había arrojado un manto de incertidumbre sobre el éxito de la fecha, pero el público no se dejó amedrentar. Pasadas las 17, cuando se detuvo la lluvia, miles de personas -que iban desde los veintipocos a los cuarentitantos- ya colmaban los cinco escenarios levantados a lo largo y ancho del Parque de la Ciudad. Según la organización, asistieron unas 30.000 almas, apenas 5000 menos que el día anterior.

Eso sí, la diferencia de temperatura -bajó 15 grados entre un día y otro- se pudo ver en los outfits. Los brillitos, bikinis y tachas de aquel sábado de primavera se convirtieron el domingo en buzos con capucha y pilotos descartables. No faltaron igual los y las valientes que desafiaron con shorts, corsets o vestidos tejidos al viento helado que sopló toda la noche en el sur de la Ciudad.

Poco antes de las 19 salió al escenario principal el DJ neerlandés Don Diablo, una de las grandes apuestas de la edición 2024. “Argentina, ¿estás lista para el futuro?”, preguntó en inglés el también productor, que ya había visitado el país en 2017 y 2019 como parte de otro festival, Lollapalooza. El futuro, resulta, no rehuye del pasado, como demostró la inclusión de samples de grandes artistas de los 80 (Queen, Toto, Michael Sembello) en un set que fue muy celebrado -es decir, bailado- por la audiencia.

El Alternative Stage, una de las pocas locaciones techadas del festival, estuvo también repleto durante buena parte del día y no precisamente por gente que buscaba escapar del frío. Desde su cabina se escucharon algunas de las propuestas más interesantes de la noche, como Anfisa Letyago. Enfundada en la casaca albiceleste de Maradona, esta DJ napolitana desató una animada maratón de techno que duró una hora y media. El set dejó una atmósfera ideal para el desembarco de una de las grandes exponentes de la música house, la siberiana Nina Kraviz.

En el Ibiza Global Radio Stage, Øostil, el proyecto que lleva adelante Antü Coimbra, hizo gala de su techno melódico. Para este DJ y productor argentino, se trató de un sueño cumplido. Como le contó a LA NACIÓN, fue hace 20 años en este mismo festival que presenció un show de Hernán Cattáneo que lo inspiró a dedicarse a las bandejas. El inglés Sasha, otro clásico en los line-ups de la Creamfields, estuvo a cargo de cerrar este escenario a partir de las 23.

Paradójicamente (o no) una de las grandes fiestas de la noche la dio Babasónicos desde el escenario principal. El grupo, que ya ha representado al bando del rock en este evento mayormente electrónico en varias ocasiones, hizo bailar y cantar al público con temas de su último álbum (Trinchera, de 2022), pero también con un puñado de joyas de su pasado: “Irresponsables”, “Putita”, “Sin mi diablo” e “¿Y qué?”(de Infame), además de “Deléctrico” y “Fizz” (de Jessico). Mención aparte para el sonido y las visualizaciones, que fueron impecables en este y los demás recitales de la jornada.

Sobre el cierre de la noche, fue el turno para otros pesos pesados de la escena internacional: el británico-canadiense Richie Hawtin y los suecos Swedish House Mafia. Las luces se apagaron a eso de la 1 de la madrugada, dato que dolió a esos puristas que añoran las fiestas de antaño que se derramaban hasta la mañana del día siguiente. No importa, lo relevante es que Creamfields regresó después de nueve años con una producción impecable, sumó una fecha y volvió a ser una vidriera destacada para artistas nuevos y consagrados de la música electrónica. Vaso medio lleno, como le dicen.

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