Cosquín Rock volvió a sus orígenes y empezó a festejar sus 20 años
COSQUÍN.- Cosquín Rock cumple 20 años y antes de celebrarlos el 8 y 9 de febrero en su sede actual, el aeródromo de Santa María de Punilla, volvió a la Plaza Próspero Molina para homenajear esa primera piedra que lanzó al río de la ciudad y que dos décadas después sigue expandiendo sus ondas.
"Bienvenidos a Cosquín". Como hace casi veinte años, el productor José Palazzo recibe y abraza a cada uno de los músicos en este sábado que empieza con lluvia, sigue con un sol intenso y culmina con una reparadora brisa serrana. Todos se disponen a entrar en el túnel del tiempo, a hacerle un guiño a la nostalgia, a volver a pisar el escenario que es la sede del Festival Nacional de Folklore y que, en los albores del nuevo milenio, se debatió internamente si abrirle los brazos al rock o repelerlo enérgicamente.
Con algunas de las bandas que participaron de la primera edición, cuando el año 2001 recién comenzaba y la fiebre por los festivales de música no terminaba de consolidarse, el festival regresó a la histórica Plaza que respira música y que, justo es decirlo, ya no es la sede del folklore sino la capital nacional de la música.
Después de Los Navarros, Juan Terrenal y Armando Flores, tres grupos cordobeses que dejaron su marca en el inicio del festival y que tocaron en varias de sus ediciones, Palo Pandolfo subió a escena con la banda que lo acompaña en este tramo de su rica trayectoria, La Hermandad. Y como después pasaría con La Que Faltaba y Vanthra, la lista de temas tomó nota de la celebración, del viaje en el tiempo, de la conexión con aquél comienzo de siglo que le depararía una potente transformación al rock argentino, en medio de una feroz crisis económica que dejó al país tambaleando.
Don Cornelio y la Zona, Los Visitantes y sus canciones de solista con banda se combinaron para dejar sin aliento a un público que empezaba a poblar la Plaza cuando el sol hacía su entrada tardía pero triunfal. Entre la tanguera "Tanta trampa" y los aires de carnavalito de la festiva "Estaré" (casualmente dos clásicos de Los Visitantes), Palo propuso un viaje eléctrico por las entrañas de su pluma que hilvanó clásicos como "Tazas de té chino", "Canción cántaro", "Gris atardecer", "Pi pa pu", "Playas oscuras", "Antojo" y "Ella vendrá".
Si hay que resumir en una banda el clima festivo de las primeras cuatro ediciones del festival, las que se realizaron en la ciudad de Cosquín, sin dudas esa es Los Piojos. Diez años después de su separación, sus canciones vuelven a sonar en la Plaza a modo de homenaje y entonadas por uno de sus exintegrantes, el bajista Micky Rodríguez. Al frente de La Que Faltaba, la banda que formó en San Marcos Sierras (lugar en el que reside desde hace año), Micky repasó "Cruel", "Chac tu chac", "Tan solo", "Fantasma" y "Luz de marfil", entre otros temas. Con la complicidad del público y de esas canciones que ya portan el cartel de clásicas.
Atrás del escenario, entre la zona de camarines y una antesala en la que solían cruzarse músicos, periodistas, invitados y curiosos, José Palazzo y el Mono Fabio de Kapanga intentan ubicar con la mirada cómo lucía el Cosquín Rock inicial. "En ese rincón estaba el Mono con el horno. Él hacía las pizzas", recuerda Palazzo. "Nosotros fuimos los primeros en llegar", dispara el cantante de Kapanga dispuesto a entrar en el túnel del tiempo. "Llegamos temprano con el micro, no teníamos hotel y nos quedamos a dormir frente a la Plaza. Cuando abrieron las puertas -bien temprano, antes que empezaran las pruebas de sonido- fuimos la primera banda de rock en entrar.
El amor entre el público del festival y Kapanga fue instantáneo. Lo que sucede minutos después de la charla, en escena, es una muestra más de la energía que se desprende cada vez que la banda de Quilmes se presenta en el festival. "Lo nuestro siempre fue una fusión del cuarteto con una banda de rock y desde la primera vez que vinimos a tocar a Córdoba nos llevamos muy bien con el público. Con 16 shows, somos los segundos en tocar más veces en el festival, después de Las Pelotas".
Dedicado a Gabriel Ruiz Díaz
Catupecu Machu recién tenía dos discos cuando debutó en Cosquín Rock, pero ya contaba con ese grito de guerra que es "Dale!" y con esa energía arrolladora y una comunión tan intensa como sólida entre los hermanos Ruiz Díaz, la batería de Abril Sosa, primero y Javier Herrlein, después, y los teclados de Macabre. Esa energía provocaba un desborde que no siempre alcanzaba con el despliegue escénico o la verborragia del cantante, sino que merecía manifestaciones que podían exceder la media. Primero es Palazzo en recordarlo en la zona de camarines y después el propio Fernando Ruiz Díaz: su hermano, Gabriel, se "colgó" el bajo y se trepó al mangrullo que miraba el escenario a treinta metros de distancia. Una vez arriba se lanzó a ese mar de gente que lo llevó en andas y lo acompañó de regreso al escenario.
"Quiero dedicarle el show a Gaby, que nos escucha desde Buenos Aires", cuenta en el comienzo Fer Ruiz Díaz, al frente de Vanthra y con una lista de canciones guiada por ese espíritu catupequense que llegó al cenit aquí, entre las sierras. "Óxido en el aire", "Perfectos cromosomas", "Origen extremo", ""En los sueños", "A veces vuelvo", "Magia veneno", "Dale!" (con Kapanga) y el cierre con "Y lo que quiero es que pises sin el suelo" aportaron tanto recuerdos emotivos con la sensación de que esas canciones están lejos de agotar su "vida útil". ¿Volverá Catupecu Machu en 2020?
En el final, Las Pelotas confirma que es la banda predilecta de Cosquín Rock, la única que tocó en todas sus ediciones y la primera en la que se pensó cuando el festival, como marca, empezó a sumar sedes en América Latina. Con treinta años de trayectoria, Germán Daffunchio y los suyos pueden recorrer varios caminos y armar listas de canciones completamente distintas, pero siempre con la decisión de mover una fibra íntima en su público. Ya sea con clásicos de clásicos como "Bombachitas rosas" o "Solito vas" o con la flamante "Nadie fue", coronada desde las pantallas laterales por su excelente videoclip, lo que provocan en la audiencia es un maremágnum de sentimientos, un sube y baja constante que puede contar tanto con la conmovedora "Que estés sonriendo" como con la burlona "Capitán América".
La noche llega a su fin pero, antes, un gesto simbólico. Fernando Ruiz Díaz regresa al escenario para cantar con Las Pelotas el clásico de Sumo "El ojo blindado". Lo hace con el poncho que minutos antes la Comisión de Folklore le había regalado tanto a él como a Daffunchio y a los cantantes de las diversas bandas que la última noche de noviembre de 2019 regresaron a Cosquín. Un gesto para zanjar aquellas diferencias que, casi veinte años después, pueden resultar ridículas.
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