Concierto melancólico con espíritu de tango y bossa nova
Diego Schissi / Jaques Morelenbaum / Actuación de Diego Schissi (piano, composición, arreglos) y Jaques Morelenbaum (violoncelo, composición, arreglos) / Soporte: Manu Sija / Sala: Caras y Careta / Concierto: el último viernes / Nuestra opinión: bueno
Son dos músicos con historias musicales muy diferentes, de países y generaciones distintos. El cellista brasileño se hizo conocido por su relación con Caetano Veloso, de quien fue uno de sus grandes arregladores, más allá de sus experiencias con Tom Jobim y la bossa nova que también lo trajeron varias veces a la Argentina. El pianista argentino se instaló como músico de tango, pero hace tiempo que eligió el camino de la ruptura, la búsqueda, el sendero lateral; lejos de las milongas pero también del Piazzolla más clásico.
Ver a Jaques Morelenbaum y a Diego Schissi juntos, sin más, sobre un mismo escenario, se planteaba sin dudas como una experiencia muy prometedora. Por aquí, no había mucha más información que la de saber que ya lo habían hecho en Brasil y que en estos días habían vuelto a juntarse para repasar el proyecto.
En este sentido, lo que mostraron en la bonita sala Caras y Caretas -especialmente apta para este tipo de recitales de pequeño formato- fue algo así como un work in progress, un ensayo general, una unión que ya está mostrando todo su potencial pero que todavía parece tener mucho para crecer. No hace falta repetir que ambos músicos tienen recursos de sobra, técnicos con sus respectivos instrumentos y creativos a la hora de la composición, las armonizaciones y los arreglos. Organizaron un repertorio a partir de temas propios y piezas de autores clásicos de los dos países. Fueron atrevidos pero "hasta ahí" y mantuvieron, en general, una relación cariñosa con las melodías y con las armonías más "lógicas". Prefirieron, siempre, mostrar las canciones en pequeño formato, sin apelar a los grandes desarrollos, ni a las improvisaciones de estilo jazzístico; como si fueran pequeñas pastillas sonoras, cómodas para los formatos digitales y los teléfonos inteligentes. Al cello le tocó, casi siempre, el papel de cantante, en una mezcla de clásico y popular, con melodías expansivas y abiertas, con notas dobles, con pizzicati y con el conocido toque percutido de Morelenbaum. El piano, por su parte, fue el responsable de los respaldos rítmico y armónico; terrenos en los que el argentino tiene mucho para lucirse. Hubo un gran momento Tom Jobim con "Olha Maria", un buen homenaje a Piazzolla con "Oblivion", una referencia al joven pianista carioca David Feldman con su "Melancolía", y algunos buenos estrenos, como la "Canción para Caetano" de Morelenbaum o "Mujer" de Schissi. Y salvo por un cierre en estilo del folklore nordestino de Brasil compuesto curiosamente por el argentino -"lo compuse ayer y hoy lo estrenamos", dijo Schissi, confirmando en parte esa idea de dúo en desarrollo-, todo el concierto circuló por un tono melancólico; entre el espíritu del tango y el de la bossa nova, como no podía ser de otra manera. Y, repetimos: con mucho aún por crecer.
A modo de apertura, se presentó el tucumano Manu Sija, con su despliegue de instrumentos -toca guitarra, violín, aerófonos, percusión- y canto, con sus experimentaciones electrónicas y con sus intenciones firmes de salirse del folklore tradicional. Ya no es una sorpresa que se trata de un artista muy interesante, y aún en este papel algo secundario, su presencia fue una buena introducción para lo que sucedería después.