En la intimidad de las horas finales del ícono del metal y líder de Motörhead, que vivió tan rápido y furioso como sonaba su banda
El día después de Navidad, el medico de Lemmy Kilmister visitó al líder de Motörhead en su departamento en West Hollywood para darle una mala noticia. Kilmister, quien últimamente venía hablando sin que se le entendiera, se enteró de que le habían diagnosticado un cáncer terminal en el cerebro y el cuello. Como mucho, le quedaban seis meses de vida.
Kilmister tomó la noticia de buena manera: al poco tiempo estaba haciendo chistes y jugando videogames. Después, el 28 de diciembre, se quedó dormido y no volvió a despertarse. Tenía 70 años. "No sé cómo hizo para irse tan rápido", dice Todd Singerman, su manager. "Se debe haber visto y habrá pensado: ‘A la mierda’. Lo hizo, una vez más, a su manera."
Desde su música rápida, ruidosa e intransigente, hasta su consumo mítico de alcohol y drogas, Kilmister hizo todo a su manera. Como fundador, bajista y líder de Motörhead, ejerció una influencia gigante durante cuatro décadas de heavy metal. "Lemmy es probablemente una de las razones más importantes por las que yo quise estar en una banda", dice Lars Ulrich de Metallica. "En 1979, yo estaba en una tienda de discos y empezó la intro de ‘Overkill’, con doble bajo. No había escuchado nada así en toda mi vida. La música me llevó a un lugar en el que jamás había estado." Después de enterarse de la muerte de Kilmister, Dave Grohl, su amigo cercano, se tatuó un as de espadas en la muñeca, un tributo a la canción más popular de Motörhead.
Kilmister, uno de los personajes más memorables del rock & roll, vivía como un pirata y se vestía como un motoquero, nunca se cubría las verrugas de su rostro y no hacía concesiones. (Entrevistador: "¿No creés en Dios?" Lemmy: "Creo que me tomaré un trago".) Coleccionista de todo tipo de memorabilia de guerra, llenó su departamento de parafernalia nazi, incluyendo un peine de Eva Braun, aunque su interés era puramente histórico. "Sólo puedo coleccionar cosas, no puedo coleccionar las ideas", dijo una vez. Según Singerman, al menos parte de esa colección será donada a museos.
Pero a pesar de su personalidad dura, Kilmister tenía un costado cálido y hospitalario. Era conocido por darles dinero a sus amigos (y a extraños) cuando estaban con mala suerte, y por tomar a músicos jóvenes bajo su ala. "Era una figura paterna, alguien con el que te sentías completamente seguro", dice Ulrich. "Nunca te juzgaba."
Nacido en 1945 en Staffordshire, Inglaterra, hijo de un pastor y de una bibliotecaria, Lemmy fue criado en el norte de Gales y se inclinó por el rock & roll desde temprano: vio a los Beatles en The Cavern Club y trabajó brevemente como plomo de Jimi Hendrix. En 1971, se sumó a la banda de rock progresivo Hawkwind. Aunque el co-fundador Dave Brock y él seguirían siendo amigos hasta la muerte de Lemmy, Kilmister fue echado de la banda en 1975 debido a un arresto por drogas en Canadá y a su épico consumo de speed. "Estaba arriba por un par de días y después se dormía", dice Brock. "Estaba sentado en la cama con un libro, y se dormía con los ojos abiertos. Yo pensaba: ‘La puta madre, ¿se murió? Llegó a los 70, y yo creía que ni siquiera llegaría a los 50."
Kilmister se levantó rápido y formó su propia banda. El grupo casi se llamó Bastard, pero se decidieron por Motörhead. En discos clásicos como Ace of Spades, de 1980, y el gran disco en vivo No Sleep ‘Til Hammersmith, Motörhead creó el eslabón perdido entre el metal y el punk. (Kilmister se jactaba de haberle enseñado a tocar el bajo a Sid Vicious.) Con el transcurso de 22 discos, varios cambios de personal e incluso un Grammy (en 2005), el sonido brutal de la banda rara vez titubeó. "Lemmy nunca se vendió", dice la directora de cine Penelope Spheeris, quien incluyó a Kilmister en su documental de 1988, The Decline of Western Civilization Part II: The Metal Years. "Nadie sonaba así. Siempre sabías que era una canción de Motörhead."
Como su gran amigo Ozzy Osbourne se dio cuenta cuando salió de gira con la banda de Lemmy por Estados Unidos en 1981, los Motörhead eran imparables tanto en el escenario como fuera de él. "Me acuerdo de haberle dicho en un momento a Lemmy: ‘¿Dormís?’", dice Osbourne. "Y él me dice: ‘Bueno, no mucho’. Y yo: ‘¿Cuándo fue la última vez que dormiste?’ El me dijo: ‘Dejame pensar. Diez, doce días atrás’. Andaban por todos lados con bourbon. Yo también salía mucho, pero nada que ver con ellos. Le dieron un puto significado nuevo a eso de andar de gira."
Kilmister nunca se arrepintió de su estilo de vida. "Se dice mucha mierda sobre lo que es malo para uno, especialmente en Estados Unidos", le dijo a Rolling Stone en 2009. "Todo el mundo quiere estar seguro. Pero no podés estar seguro. La vida no es segura. Tu trabajo no es seguro. Cuando te vas de tu casa, tu casa no está segura. El aire que respirás no va a estar más seguro, no por mucho tiempo. Por eso hay que disfrutar el momento."
En 1990, Kilmister se mudó a Los Angeles, a una casa desde la que podía caminar hasta su bar favorito, el Rainbow Bar and Grill, donde se volvió un habitué tan importante que nadie podía sentarse en su silla. "Estaba siempre en un apartado con un montón de mujeres hermosas alrededor, como si fuera el rey del mundo", recuerda Spheeris.
Motörhead giró y grabó regularmente –su último disco, Bad Magic, salió en 2015– pero la salud de Lemmy se volvió un tema. Hacía tiempo que padecía diabetes. Para curarse de una arritmia cardíaca, le instalaron un desfibrilador en el pecho en 2013. Siguió tomando speed casi todos los días hasta su muerte, pero como una concesión a la edad, pasó de varios paquetes de cigarrillos por día a uno por semana, y cambió el Jack Daniels por vodka y jugo de naranja, diciéndole a Singerman: "El jugo de naranja es bueno".
En septiembre del año pasado, una infección en los pulmones de Lemmy forzó a Motörhead a cancelar shows. "Le mandé mensajes de texto y le dije: ‘Pará por un tiempo’", dice Brock. "Me contestó: ‘Ok, no te preocupes por mí. Estoy bien’." Lemmy se obligó a sí mismo a seguir saliendo de gira, y tocó un último show en Berlín en diciembre. (Hay planes de lanzar un DVD con dos de sus últimos conciertos.) Dos días después, asistió a la fiesta de su cumpleaños número 70 en un club de Los Angeles, donde fue agasajado por Ulrich, Slash, Duff McKagan, Billy Idol y muchos otros. Se veía débil y delgado, y no se subió al escenario para acompañar a ninguno de los músicos.
Pero es la otra imagen de Lemmy –infatigable, temerario, aparentemente invencible– la que permanecerá. "Teníamos un chiste que nos hacíamos el uno al otro: ‘¿Quién de los dos se irá primero?’", recuerda Osbourne. "Una vez me dijo: ‘¿Cuál es el sentido de vivir hasta los 99 años si no lo estás disfrutando? Es mi vida, y me quiero divertir con ella."
Por David Browne | Informe adicional de Kory Grow
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