Cómo fue el horror show de Dillom: la escena hot con Lali, la participación de Wos y la impactante escenografía
En un Movistar Arena colmado, el rapero, visiblemente diezmado, presentó su segundo disco con invitados, una gran puesta y el fervor de un público que se encuentra entre los más calientes de la nueva escena urbana
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Fue una suerte de pesadilla post resaca luego de una siesta al sol, en una playa de otro país. Cuando Dillom se despertó de ese sueño pesado, supo que al fin había encontrado aquello que estaba buscando contar. Comenzó a preguntarse qué hubiera pasado si en lugar de tomar ciertas decisiones a lo largo de su vida se hubiese inclinado por otras, inconvenientes, incorrectas. Así empezó a entretejerse Por Cesárea, su segundo álbum de estudio, una obra conceptual en clave thriller psicológico, que narra la historia de un personaje oscuro, y que luego de dos fechas en el Luna Park, en junio, presentó anoche en el Movistar Arena - ahí donde hace un poco más de un año enterraba su era Post Mortem-, en la primera de dos fechas sold out.
Desde sus presentaciones en vivo iniciales, quedó claro que además del particular combo sonoro, en sus shows había una meticulosa decisión artística en la puesta en escena, que se tornaba una parte fundamental de una experiencia inmersiva para construir cada relato. Este caso no fue la excepción. El escenario enmarcado en lo que parecían ser retazos de piel muerta, un corazón construido con fibras de vidrio y bolsas de arpillera latiendo desde lo alto del techo y unas proyecciones analógicas como una ecografía de algo inquietante a punto de irrumpir sumergieron desde el principio a los presentes en la psiquis del protagonista.
Como el corte de una cesárea, el telón casi transparente se abrió para dar lugar a un comienzo desenfrenado con el hardcore y la paranoia de “Coyote”, que enseguida inauguró la euforia de su público devoto, para luego entremezclarse con versiones eléctricas de canciones más familiares, como “Piso 13″, “Pelotuda” y “Mick Jagger”, pertenecientes a su primer álbum, Post Mortem y al EP AD HONOREM, Vol. 1.
Con el acompañamiento orquestal del Cuarteto Divergente de cuerdas comandado por Alejandro Terán, que intervino varias veces en la noche, el repertorio siguió con “La novia de mi amigo”, en la que Dillom cantó sentado en un sillón con un conjunto de globos blancos que hacia el final se iban pinchando. La performance y la actitud escénica con la que interpreta su propia narrativa cada vez que se presenta en directo hacen de sus shows una experiencia teatral completa. Luego de una versión breve de “Mentiras piadosas” al mando de Broke Carrey en un piano vertical, la atmósfera se volvió a encender con la llegada de Lali en papel de dominatrix para interpretar “La Carie”, aquel tema en el que se incluye un pequeño homenaje a María Elena Walsh.
“Como ustedes podrán ver, no estoy en mis mejores condiciones pero voy a dar lo mejor de mí. Este tema se lo dedico a Andrés que no pudo venir pero no va a faltar oportunidad para compartirlo con él en algún momento”, expresó el artista, haciendo alusión a su estado gripal y dando pie a “Mi peor enemigo”, aquella pieza tormentosa que hace en colaboración con Andrés Calamaro.
El clima musical se volvió a intensificar con el hard rock sucio de “Buenos tiempos” y los tintes punk del sencillo “Ola de Suicidios”, en el que ahora canta: “Y encima Rolling Stone ya me dio la tapa”, cambiando la letra original, ya que fue elegido para ilustrar la edición de mayo de la revista. K4 se sumó para una versión de “Latas” de espíritu enérgico y desprolijo, y Ill Quentin para la trapera “Ovario”. Otro de los momentos más celebrados de la noche fue cuando apareció en escena Wos para hacer “Cabezas cromadas”, de su disco Descartable, con una esencia catártica y desenfrenada. La efervescencia siguió subiendo con un mash up de “Reality” con la clásica “Personal Jesus” de Depeche Mode y unos riffs de guitarras infinitos.
Siguiendo la línea de la teatralidad, en “Últimamente” la aparición de un niño cruzó al personaje con sus traumas de la infancia y “Muñecas”, el tema más perturbador del disco, fue el mayor punto de descenso a la locura, fingiendo provocar su propia muerte con un cuchillo luego de travestirse, muy al estilo de la personalidad de Norman Bates en Psicosis.
“Gracias a todos por estar bancando hoy, a los que vienen siempre, los que acampan, los que vienen de lejos, los que siempre están ahí en la valla. Se valora mucho”, agradeció, tomándose un tiempo para salir del personaje, luego de un intervalo post drama y antes de dejarle lugar a su faceta más pop con “Cirugía” y a una épica versión de la sensible “220″, un himno entre quienes lo siguen desde hace tiempo. Para ese entonces, “Ciudad de la Paz” y “Reiki y Yoga” sellaron con una intensidad poderosa el cierre del catálogo de emociones y matices sonoros.
En el terreno de un género como la música urbana, en el que se repiten fórmulas de éxito y suele haber lugares comunes, la presentación de Por Cesárea evidencia la madurez de la propuesta de Dillom -su experimentación sonora, su intención artística, su búsqueda, sus ideas conceptuales- y lo sigue consolidando como un artista que va en ascenso en su propio camino, sin tener que adaptarse a las reglas del mainstream.
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