El 10 de septiembre desembarca en el Pabellón Frers, The Pink Floyd Exhibition: Their Mortal Remains, curada por el responsable de buena parte de las tapas de la banda, Aubrey Powell
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“Uno de los dos grupos más icónicos de la historia del rock”, dispara Daniel Grinbank. Es que la muestra retrospectiva The Pink Floyd Exhibition: Their Mortal Remains, que llega a La Rural y que quedará inaugurada el próximo 10 de septiembre, lo tiene muy entusiasmado. ¿Pero uno de los dos grupos más icónicos? “Bueno, de los cinco”, corrige antes de tener que dejar afuera de ese top 2 a los Beatles o a los Stones.
“Es una exhibición que tiene varias cuestiones muy interesantes”, comenta el histórico promotor de conciertos, creador de la FM Rock & Pop y actual manager de Fito Páez y director de DG Experience, la productora que sumó a toda su experiencia en la industria del entretenimiento una nueva arista: la de las exposiciones. “Es una muestra oficial homologada por ellos, con una curaduría hecha por Aubrey Powell, que hizo las portadas de los discos más importantes de ellos y que también es muy reconocido por sus tapas para Paul McCartney, Yes, Peter Gabriel, Led Zeppelin y Genesis”.
El recorrido abarca toda la historia de la banda y permite palpar las mutaciones que vivió Pink Floyd, desde sus comienzos psicodélicos y bajo el liderazgo de Syd Barret (The Piper at the Gates of Dawn), a sus obras más progresivas “y extraordinarias, como The Dark Side of the Moon, Wish You Were Here, Animals, The Wall, más el período posterior a la partida de Roger Waters, con The Division Bell com el álbum más importante de este último período”, comenta Grinbank.
Desde 2017, año del estreno mundial de la muestra, que a Grinbank le pasan cosas con The Pink Floyd Exhibition. “El promotor Michael Cohl, antiguo productor de los Rolling Stones y uno de los fundadores de Live Nation, me invitó a verla al Victoria Albert Museum de Londres y tanto me gustó que la llevé a Madrid en 2019. Es la primera vez que viene esta muestra homologada no solo a la Argentina sino a Sudamérica”, señala el responsable de todos los shows en el país de los Rolling Stones.
La idea de Powell y los Pink Floyd es que cada visitante se meta de lleno en el recorrido inmersivo propuesto desde el inicio, desde que se ingresa a la sala y se reciben los auriculares que, bluetooth mediante, conectan con cada uno de los tramos sonoros. De allí en más se sucederán tanto pasajes audiovisuales de alta tecnología, como objetos, paisajes surrealistas en constante evolución y, claro está, un sinfín de referencias floydianas. “En las distintas salas, Nick Mason, David Gilmour y Roger Waters te van contando lo que estás viendo –suma Grinbank–. Tiene dos partes fílmicas muy fuertes, una que se hizo ahora por los cincuenta años de The Dark Side of the Moon, que se incorpora a la muestra, y la otra, la histórica, que es la última actuación del grupo con Roger Waters y David Gilmour en Live 8, en el Hyde Park de Londres, en 2005″.
Tras el desembarco de la muestra Imagine Van Gogh, la exitosa primera incursión de Grinbank en Buenos Aires con este tipo de propuestas (más de 350.000 personas la vieron en el Pabellón Frers de La Rural), las exhibiciones continuaron con Banksy, Steve McCurry y la más reciente Blow Up, entre otras. “Después de la pandemia tomamos la decisión de incursionar en el área de las exhibiciones. Trajimos por primera vez el aspecto inmersivo, con la muestra de Van Gogh. La evolución en lo tecnológico es extraordinaria. Esta, puntualmente, es una exhibición que tiene un alto nivel tecnológico combinado con un condimento muy fuerte de contenidos. Es un mundo en el que incursionamos y en el que tenemos varios proyectos propios y de licencia. Es la división más importante que hoy tiene la empresa por la crisis económica, más allá de que tiene un componente de riesgo dólar porque compramos la licencia afuera y porque, como en un recital, vienen 20 personas a montar la muestra. No es que lo tercerizan, es la misma empresa que la montó en Londres”.
–Más allá del componente de “riego dólar” que acabás de mencionar, podés sumar fechas, días de exhibición, con mucha más facilidad...
–Es que a diferencia de un concierto o de un hecho teatral, acá uno puede agregar días y no subir los precios, lo que es muy importante en un momento tan recesivo como este. Te permite tener relativamente precios más económicos, porque vas a un volumen de gente. Con Blow Up, solo en Buenos Aires juntamos 400.000 personas y en Córdoba unas 60.000. Y permite cuestiones que el show en vivo no, porque tiene otros costos.
–Acá no tenés que pagar el seguro de señores de 80 años, como en el caso de los Stones...
–No, pero tengo que pagar el seguro de los elementos que traigo, que salen lo suyo, ¿eh? Nadie se me puede quedar afónico, eso sí (risas). En países o en lugares donde no hay una crisis como la nuestra estas muestras conviven con los festivales, el teatro, con todo. El tema es que nosotros en la economía acotada que tenemos, donde cada vez cae más el acceso del público, te volvés un estratega para hacer y facilitar. Antes buscabas una entidad bancaria por la plata que te daban, ahora por la cantidad de cuotas que le dan a tu público, porque la gente necesita de las cuotas para descomprimir el gasto mensual.
–Este panorama actual con menos conciertos de estadio, sin shows como los de Taylor Swift o Coldplay y con un festival como Primavera Sound que debería hacerse en noviembre pero que aún no tiene grilla, ¿se mantendrá el próximo año?
–A ver, separemos los festivales que tienen otro tipo de ingresos y un condimento alto de consumo de alimentos y bebidas, pero sí es verdad que hay una diferencia cada vez más grande por el tema de los precios dinámicos que tienen en el Hemisferio Norte con respecto a lo que sucede en el Sur. La cantidad de tickets vendidos es la mejor muestra. Si uno analiza lo que internacionalmente tenés en el último trimestre, donde estamos muy contentos de que venga Paul McCartney, pero que fue cerrado con una venta muy anticipada a la de esta crisis, es infinitamente inferior a lo que sucedió el año anterior.
–Infinitamente...
–Las entradas están económicas en términos internacionales y carísimas en términos de salarios locales. Si uno ve lo que llega a cobrarse afuera, donde los precios son dinámicos y los rangos van subiendo, evidentemente nos quedamos muy atrás. A eso se suman los costos mayores que tenemos por distancias muy grandes, el derecho de autor más caro del mundo, el impuesto al cheque que no existe en ingún lado. En un momento de bonanza todo eso lo podías trasladar al precio, hoy no y así es como se reduce la oferta que le podés hacer al managment del artista.
–Volviendo a la muestra, pocas bandas como Pink Floyd han sabido mantener en valor toda su obra, incluso resignificarla y hasta actualizarla, tecnología mediante. Y la gente siempre estuvo ahí para consumirlos...
–En épocas de consumo de discos físicos, en el ranking histórico de Billboard, The Dark Side of the Moon tiene el récord de haber permanecido 741 semanas. Es una perdurabilidad extraordinaria. Pensá en los nueve River llenos que hizo (Roger) Waters con The Wall y la cantidad de gente que fue a ver la película de Alan Parker: más de un millón de espectadores en 15 años en funciones de trasnoche.
Mientras baraja entre “tres o cuatro opciones” de muestras para traer a Buenos Aires el año próximo, Daniel Grinbank sigue “de gira” con Blow Up, que irá tanto a Santiago de Chile como a Montevideo. Pero esa es otra historia. La que está a nuestro alcance en cuestión de días es la muestra de Pink Floyd, con entradas de 26.000 pesos para adultos y 16.000 para menores. Solo en venta en La Rural Ticket.
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