Coldplay en la Argentina: el efecto Jin, una transmisión al mundo y por qué este tercer show fue histórico para la banda
Este viernes, la agrupación británica sumó al escenario de su gira Music of the Spheres World Tour al integrante de la banda surcoreana BTS para interpretar el tema “The Astronaut”
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“Hace unos años sentía que tenía que hacer cierta música para encajar en una categoría”, comenzó Chris Martin, ya sobre el final del tercer show de Coldplay en River, para introducir el momento más esperado de la noche: la participación de Jin, integrante de BTS, en el estreno de “The Astronaut”, su primer tema solista, que compuso junto a Martin. “Hasta que alguien nos sugirió que trabajáramos con una banda coreana. Obviamente, yo estaba lleno de prejuicios… ¿Por qué trabajar con alguien tan distinto? Y fue una de nuestras mejores experiencias. Más adelante, nos llamó Jin para contarnos que tenía que irse al servicio militar y le dije que hiciéramos una canción sobre lo hermoso de nuestra relación con BTS. Es una de las últimas veces que lo vamos a ver antes de que se vaya por un par de años. Él es Jin”.
Ahí mismo, Jin apareció al pie de la pasarela para el estreno mundial, transmitido en vivo en cines de todo el mundo. Con una textura más sedosa, más dream pop, que los éxitos de Coldplay, hasta que la batería le dio la contextura más convencional, Jim llegó al estribillo para cantar “Cuando estoy con vos, no hay nadie más, tengo el cielo para mí”.
Sobre el final, Jim y Chris Martin volvieron al extremo de la pasarela para una coda de guitarra y voz que incluyó las risas de Jin ante un mínimo desajuste. “Gracias, Argentina”, dijo en español antes de que el griterío del público tapara el resto de su saludo. Luego de la despedida del integrante de BTS, Coldplay hizo lo propio con “Biutyful”, fuegos artificiales y papel picado.
Así terminaba la tercera de las diez fechas de Coldplay en River con valor agregado. Jin, uno de los integrantes del grupo de k-pop BTS. Tan importante fue el acontecimiento para el pop global, que el show se transmitió por streaming en cines de todo el mundo. Hasta intertextual que la colaboración entre Coldplay y BTS se llame “My Universe” y el tema a estrenar (la co-composición entre Chris Martin y Jin) se llame “The Astronaut”. Cuando el mundo no basta, hay que apuntar al cosmos. Estrellas (pop) navegando estrellas.
¿Por qué Argentina? Podrá, o no, ser una coincidencia, pero según contó LA NACIÓN, todo comenzó con un chat de WhatsApp en el que Chris Martin invitó a Kin Seok-jin a su show en Buenos Aires. Como una suerte de conversación autoexplicativa para que todo el mundo entienda y sobreentienda. El líder de Coldplay escribió: “¿Te gustaría venir a la Argentina la semana que viene y cantar en vivo con nosotros ‘The Astronaut’? Si estuvieras ahí, podríamos tocar la canción por primera vez”. Y Jin contestó: “Interpretar esta canción allá suena increíble. Voy a hacer todo lo posible para que pase, porque sos mi superestrella”.
El resto de la conversación, se dio también con las mismas inflexiones con las que responde un bot: “Genial, nos vemos allá. Es súper emocionante. Te vamos a cuidar y todos estarán felices de verte”. Jin concluyó: “Se tarda más de 40 horas en llegar a la Argentina desde Corea, así que empezaré a prepararme hoy. Nos vemos en Buenos Aires”.
El resultado de esa colaboración, “The Astronaut”, sonó entonces desde Buenos Aires y para todo el mundo. Y jóvenes de todo el planeta estuvieron allí para sentirse parte.
Corea del Sur, Inglaterra, Argentina. Entre los lugares de origen de Coldplay y Jin, más el lugar del encuentro, se podría trazar un recorrido transregional que explica una de las razones de ser de la cultura pop, además, mediada por las redes sociales y sus viralizaciones que marcan las últimas décadas. Desde hace unos años a esta parte, BTS se convirtió en referencia y deseo de artistas de todo tipo. Y los BTS parecen encantados con la situación y la posibilidad de codearse con estrellas pop que nacieron antes que ellos. En esa ganancia y retroalimentación el mundo se achica y los números crecen: pues el pop será voraz, o no será.
Pero el T.E.P. (Táctica y Estrategia de Pop) tuvo otros territorios conquistados en el plan de Coldplay por esparcir amor en un mundo en ruinas. La cuota afroamericana estuvo dada por H.E.R. primero, que subió para “Let Somebody Go” y por el sampleo a Louis Armstrong después como intro de “Sunrise”; la cantante y actriz iraní Golshifteh Farahani cantó “Baraye”, una canción para pedir por la libertad de las mujeres en Irán y la versión de “De música ligera” puso al estadio a cantar en español para que Coldplay, por única vez en todo el show, se entregue a la desprolijidad. La enumeración de uno y cada uno de los países en los que el show se estaba transmitiendo (tal vez más de cien), terminó por redondear la invitación: el pop es con todos. Con todos los que se adapten a los cánones de la música occidental, claro. Porque el pop ama las buenas proporciones, tanto como Coldplay retoma en su nuevo disco (Music Of The Spheres) la teoría pitagórica de “La armonía de las esferas”, en la que se asocian las relaciones de distancia entre planetas y astros con las distancias entre sonidos que armonizan entre sí. En definitiva, uno puede hacer música que suene agradable al oído occidental si es capaz de combinar frecuencias según múltiplos en común.
Pero además de combinar sonidos amables entre sí, Chris Martin y compañía montan un show colorido de puro optimismo y conciencia ambiental. “Ver que ustedes vienen a un show y no hay violencia nos devuelve la fe en la humanidad”, dijo Chris Martin que también instó al público a levantar sus manos y mover los dedos para mandar amor a quien cada uno quiera “puede ser a la gente de Ucrania, a la gente de Irán, de Irak, también a un hermano o a un perro”. Por el otro lado, la preocupación por brindar un evento sea “lo más autosustentable posible” viene acompañada por un mensaje que se convierte en el núcleo de la propuesta actual de Coldplay.
Más pintoresquistas que combativos, no hay mucha distancia entre pretender que alguien adopte el reciclaje como práctica porque te lo pida Chris Martin y pretender que alguien repudie a las multinacionales porque Roger Waters lo escriba en un chancho volador. En términos de puesta en escena, tampoco parece haber mucha distancia entre las pulseras que recibe el público al entrar al estadio e iluminan todo el lugar a las vinchas con cuernos de luces rojas que AC/DC le dio a sus seguidores en 2009, en un show con las mismas dosis de cálculo y premeditación para el registro audiovisual que el de Coldplay. Será que en este siglo el rock y el pop a gran escala no están tan lejos después de todo.
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