Coldplay en la Argentina: del “hippismo new age” y el glitter al concepto de fraternidad que se respiró durante toda la tarde en Núñez

El aire fresco que circula por el barrio de Núñez le da una textura especial al atardecer del 25 de octubre. Como si la brisa porteña supiera que se avecina uno de los eventos culturales más masivos -e históricos- del último tiempo. O al menos eso dicen las cifras: la seguidilla de 10 estadios River Plate completos es una hazaña que hasta ahora solo Coldplay pudo alcanzar.

Los cinco River de los Rolling Stones de 1995, los otros cinco de 1998, y los nueve de Roger Waters en 2012 quedaron algo opacados por esta récord de la banda británica, que viene a coronar un crecimiento sostenido de su convocatoria en el país y a devolver gentilezas que alimentan aquella idea de que “el mejor público del mundo” se encuentra en esta región del planeta. Tras decidir iniciar y cerrar su gira mundial A Head Full of Dreams Tour y tomar uno de esos shows en el Estadio Único de La Plata para dar forma a su disco en vivo Live in Buenos Aires (2018), el grupo británico trasmitirá en esta ocasión uno de sus recitales en el Monumental al mundo.

Esa energía se respiró desde temprano en las inmediaciones del estadio. En la larga fila que desde el domingo comenzó a poblarse, todo es besos, abrazos y sonrisas. Predomina una especie de hippismo new age donde el optimismo, un mismo sentido de pertenencia y el optimismo es la única bandera legítima. Sin discusiones políticas, sin preocupaciones económicas, solo el aquí y el ahora, la búsqueda de bienestar encarnada en ticket.

“En 2017 nuestros hijos nos regalaron las entradas por nuestro cumpleaños 50. Fuimos todos juntos al Estadio de La Plata y fue uno de los mejores espectáculos que vimos, por eso quisimos repetir. Esta vez, al minuto cero que salieron los tickets a la venta, estábamos con 5 computadoras en simultáneo para conseguir estar los 6 acá hoy. El show es espectacular y compartirlo en familia más. A veces es difícil combinar algo que nos guste a todos y esto nos gusta a todos”, explica a LA NACION Miriam Javorsek, que está acompañada por su familia.

Algo parecido contó la familia López, oriunda de Mendoza, que había visto a la banda en Santiago de Chile unos años atrás. “El amor por Coldplay empezó con los chicos y ellos se lo pasaron a los padres, es un lindo show para ver en familia porque es una música adaptable a todos, a la juventud y a los veteranos”, señala Luichi, de 62 años.

Mientras habla la familia López, unos adolescentes se acercan para sumar su testimonio. “Nos hicimos amigos acá, en la fila” dice Paz, de 22 años, que está junto a sus hermanas Rosario (15), Euge (19), y su novio Lucas (23), todos oriundos de Balcarce. Sumaron a su grupo a Valeria, que tiene 36 y es de Rosario, y a Anto, de 29, y Fran, de 30, de Gualeguaychú. “Coldplay une. Es familia” dice Lucas sobre el espíritu de fraternidad que se respira en Núñez. “Hay buena onda en la fila, podés venir solo que acá te vas a hacer amigos”, suma.

Lejos quedaron los recitales de cervezas y cigarrillos. Acá predominan las botellas de agua, chicas con glitter, familias y grupos de amigos de distintas partes del país unidos con el mismo leimotiv: disfrutar a la banda más popular de este tiempo.

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