Coldplay: el talento para convertir en entretenimiento todos los deseos del público masivo
Acompañada por los Soda Stereo Charly Alberti y Zeta Bosio, y por el nuevo éxito colombiano, Manuel Turizo, la banda británica cerró su serie de diez conciertos en Buenos Aires
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Final de juego. Hace unas horas Coldplay culminó la serie de diez shows en Buenos Aires y la fase 2022 de su Music Of the Spheres World Tour. El cuarteto que integran Jon Buckland, Guy Berryman, Will Champion y el carismático Chris Martin se despidió de su gira hasta marzo del año que viene, momento elegido para retomar los shows en Brasil que fueron suspendidos por la enfermedad que el cantante sufrió en septiembre pasado. Recién después emprenderá una gira europea de unos treinta conciertos.
Y esta despedida del público porteño fue con todo el talento que la banda británica tiene para ofrecer. Canciones que fueron éxitos en los últimos veinte años, una puesta en escena que involucra a toda la audiencia (desde aquellos que están frente al escenario hasta los que se ubican en la parte más alta de la tribuna) y una envidiable capacidad para leer el deseo de quienes tienen enfrente. En esta última noche la prueba más contundente fue haber convocado (por segunda función consecutiva) a los Soda Stereo Charly Alberti y Zeta Bosio, y al ascendente cantante colombiano Manuel Turizo. Sin duda, unos cuantos de los que estaban allí y hoy tienen cuarenta y pico (la edad de los Coldplay) o más de cincuenta, no tenga idea de quien fue su invitado. Pero habrán notado que es muy conocido cuando escucharon cantar a miles de jóvenes en campo, tribuna y plateas el estribillo de “La bachata”, ese megahit que el colombiano cantó al final del show con el cuarteto inglés.
El recital número 10 tuvo todos los condimentos necesarios para que no se perdiera la atención en casi dos horas, y con algo más de 20 canciones. Coldplay, y especialmente su líder, pusieron todos sus trucos en escena. Los cambios de escenario, las pelotas rebotando entre el público, el papel picado, la pirotecnia, las pulseras del público y los invitados elegidos estratégicamente. También esas canciones que parece imposible no corear (“Higher Power”, “Adverture of a Lifetime”, “The Scientist”, “Viva la vida”, “Let Somebody Go” (que Chris Martin volvió a cantar, como cada noche, con la telonera de la banda, H.E.R.), “My Universe”, “A Sky Full Of Stars” y “Clocks”, entre otras de su lista.
“Estamos un poquito tristes porque este es el último concierto. No me quiero ir”. Esas fueron las primeras palabras del carismático anfitrión de la banda. Y un rato después, dijo que se necesitaban mejores canciones y que iba a llamar a sus amigos Zeta y Charly e invocar a Gustavo. Así, otra vez los Soda Stereo subieron al escenario para entregar con los Coldplay potentes versiones de “Persiana americana”, “De música Ligera” y el clásico coldpleiano “Yellow”. Para ponerle un broche a ese momento, Martin mostró su nuevo tatuaje, ese que dice “Gracias totales”.
Un rato después, la banda viraba de los momentos intimistas de “Human Heart” al toque discotequero de “Something Just Like This” y así ponía rumbo al final del show. Su estada porteña se convirtió en un trabajo eventual, pero sistematizado desde que comenzó esta saga, el 25 de octubre pasado. Al menos en la Argentina, el trabajo de esta banda dedicada al entretenimiento fue de 48x24. Los Coldplay trabajaron dos días y descansaron uno, excepto en el cambio de mes, que tomaron dos francos seguidos. A ese ritmo cumplieron con las diez funciones en nuestro país.
Entre el primer show y el de anoche pasaron muchas cosas. Pasaron unas 550.000 personas por el estadio de River Plate durante esa decena de conciertos. Hubo cientos de kilómetros bicicleteados por aquellos voluntarios que aportaron desde las bicis fijas instaladas en el campo que alimentaban de energía (cinética) a parte de las estructuras del show. Lo mismo que las camas elásticas dispuestas para ese fin. El mensaje del cuidado del medio ambiente y del buen uso de la energía, preferentemente renovable, se coló en cada concierto, casi como un complemento más de la propuesta Coldplay.
Los muchachos trajeron a Jin, cantante de BTS -para cantar por primera vez “The Astronaut”- que lució zapatos acharolados, medias blancas y pantalones con los bajos por encima de los tobillos (como los usaba “Maicol”, cuarenta años atrás). H.E.R subió a cantar en cada función con los Coldplay, luego de haber sido telonera titular para este tramo de la gira. Al promediar sus funciones invitaron a Tini Stoessel. Y cuando Zoe Gotusso, el crédito local que abrió el escenario cada tarde con sus tan bellas canciones, no pudo cantar por problemas de su garganta, la producción convocó en su reemplazo a otra voz argentina, Clara Cava.
Hubo un ritual que comenzó cada noche alrededor de las 21.15. Hubo entre 20 y 24 canciones (muchos hits conocidos) que pusieron a saltar a las casi 60 mil personas que asistieron a cada función, y pulseras amarradas a las muñecas de los fans que se encendieron y se apagaron al ritmo de la música miles de veces, creando una coreografía en todo el estadio, que reemplaza inteligentemente a cualquier coreo que, en otros shows, se puede ver sobre los escenarios con bailarines. Las buenas ideas, simples (aunque de compleja resolución tecnológica), a veces tienen más valor que las producciones más ostentosas. Y ese es el gran acierto de Coldplay, sin por esto privarse de los fuegos artificiales y otros efectos que también se ven en otros shows, a modo de estándar de entretenimiento de grandes estadios (por caso, el papel picado y las pelotas rebotando por toda la cancha). Hubo palabras en inglés y castellano. Hubo, por décima vez, una interrupción abrupta en medio del show y casi un paso de comedia en el que Martin pidió que el público cantara más fuerte y dejara por un instante sus celulares.
También hubo días libres. Momentos para que Chris Martin fuera a escuchar tango, o comprara una guitarra (¿habrán sido pocas las que trajo en la gira?) y zapara con los vendedores de la casa de música. Hubo una propuesta de casamiento entre dos fans que se viralizó y un par de días después cayó Dakota Johnson para acompañar a su novio. Durante las dos últimas semanas nació el “dólar Coldplay” primero como un chiste, con la cara de Chris Martin estampada en un billete de 100, y, luego, como denominación informal de un tipo de cambio que permitiría girar al exterior divisas a los productores de shows con artistas extranjeros que se realicen en la Argentina. De todo pasó desde que la banda británica llegó a la Argentina. Hasta Soda Stereo pasó.
Ahora sí, se terminó. Los Coldplay dijeron adiós. ¿Volverán para el cierre de la gira? ¿Repetirán la experiencia del A Head Full of Dreams Tour, que comenzaron en el Estadio Único de La Plata en 2016 y la terminaron en ese mismo escenario, un año y medio después? Habrá que esperar. A la banda todavía le quedan muchos conciertos por delante.
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