En el álbum “Manuscrito Deluxe” reúne los temas más exitosos que compuso para otros intérpretes y los ofrece con su sello personal.
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Los que rondan el medio siglo de vida la recordarán muy bien: fue la voz del comienzo de los 90. Su tema “Juntos” se escuchaba a toda hora en las radios y ni qué hablar en la televisión, donde era el jingle del aviso publicitario de una importante marca de cigarrillos. Luego, Claudia Brant desapareció del mercado local por decisión de su compañía discográfica, y lo que podría haber sido el final de su carrera se convirtió en un pasaporte al éxito internacional, ya no como cantante sino como compositora.
Desde hace 23 años, Brant vive en Los Ángeles y escribe temas para los más diversos artistas: desde Luis Fonsi, Ricky Martin, Camila Cabello, Thalía, Diego Torres, Enrique Iglesias y Lali a Barbra Streisand, Josh Groban, Michael Bublé, John Legend, Jennifer Lopez, Laura Pausini, Alejandro Sanz y Marta Sánchez, entre otros. Su trabajo como autora es unánimemente reconocido en los Estados Unidos, al punto que la revista Billboard consideró su canción “No me doy por vencido” como la más importante de la década.
De todos modos, nunca abandonó a la cantante del todo y de vez en cuando lanza un disco solista. Como en el 2018, por ejemplo, cuando editó Serena y al año siguiente se alzó con el Grammy al Mejor Álbum de Pop Latino. “Fue algo totalmente inesperado”, recuerda la cantautora, desde su casa de Woodland Hills, en el valle de San Fernando, en diálogo con LA NACION. “Yo creo que fue más bien un reconocimiento a toda mi trayectoria”. O como ahora, que decidió reeditar un disco de 2011 (que reúne los mayores éxitos compuestos para otros intérpretes, como “Ni rosas ni juguetes”, “Invierno” y “Quién te dijo eso”), pero con todos los temas remasterizados y tres sorpresas a manera de plus (entre ellas “Juntos” en versión acústica), bajo el título de Manuscrito Deluxe.
–¿Por qué decidiste reeditar Manuscrito con el agregado, en el título, de Deluxe?
–Manuscrito fue editado en 2011 y lo nominaron a dos Grammy, es un disco al que le tengo un montón de cariño pero tuvo solamente una distribución menor en México; solo fue editado allí, no salió en Estados Unidos ni en Argentina, y tampoco llegó a las plataformas. Así que estaba fuera de circulación. Y a mí, después de Sincera, el disco que saqué hace dos años, me quedó el gustito de seguir haciendo mi música y algunas cosas como artista y editar mis álbumes. Me di cuenta que Manuscrito tenía un valor muy particular porque incluía canciones que me habían grabado otros artistas, de alguna manera era un compendio de mi tarea como autora, de, como dicen aquí, mi bread and butter, lo que yo hago todos los días. Por eso para mí fue súper importante volver a remasterizar ese material y sacarlo a nivel internacional. En fin, que el disco tuviera una exposición que no había tenido antes. Luego decidí agregarle algunos condimentos: tres canciones que no estaban en la edición original. Una completamente nueva, “Hojas del viento”, que canto junto a Nahuel Pennisi y es el primer sencillo del disco; otra a la que le cambié la letra: “No me doy por vencido 2021”; y una versión acústica de “Juntos”.
–¿Cómo fue el proceso de remasterización de los temas originales y de grabación de las canciones nuevas? ¿Se realizó antes o durante la pandemia? ¿Es verdad que trabajaste con el equipo de Caetano Veloso?
–El que produjo todo Manuscrito Deluxe menos “Hojas del viento” fue Greco Buraco, que es un productor brasileño que vive en Los Ángeles. Así que tuve la suerte y el honor de tenerlo en mi estudio durante la pandemia. Las voces de Nahuel Pennisi para “Hojas del viento” se grabaron en Tucumán; el bajo y la percusión de Carlitos del Puerto Jr. y Rafael Padilla fueron registrados aquí, en Los Ángeles, y todas las bases se grabaron en Rio de Janeiro y de eso se ocupó Torcuato Mariano (quien fuera guitarrista de Djavan y Caetano Veloso y hoy es director musical del programa La voz en Brasil, un verdadero capo). Después toda la mezcla la hizo Moogie Canazio, un queridísimo amigo mío, que es el ingeniero de sonido de Caetano Veloso, Gal Costa, Maria Bethania, Milton Nascimento e Ivan Lins.
–El álbum incluye varios de los mayores éxitos de tu carrera, empezando por “Juntos”, tu gran hit de comienzos de los 90. ¿Qué recuerdo tenés de aquel momento de tu carrera? ¿Lo definirías como el despegue?
–Sí, yo creo que sí. De todos modos le estoy muy agradecida a Litto Nebbia, que fue el primero que me produjo un disco, allá por el 89. Pero “Juntos” fue de alguna manera la canción que me hizo despegar como artista porque se volvió masiva. Yo me acuerdo que encendías la radio y en todas las estaciones sonaba el tema, mi tema, y era como ¡guau!, algo increíble. Esa canción, lamentablemente, también es parte de un álbum que está discontinuado; entonces, cuando llegó la posibilidad de reeditar Manuscrito, se me ocurrió que estaría bueno reflotarla. Porque no estaba en ningún lado y porque en Argentina me recuerdan por ella.
–¿Qué diferencia encontrará el público entre las versiones originales de tus temas más famosos y las de este disco?
–Bueno, “Juntos” en particular, y “No me doy por vencido 2021” (que llamo así, con el 2021, porque tiene una letra nueva) están en versiones acústicas, son sólo guitarra y voz, lo que las hace muy especiales. Todo el resto de Manuscrito son las versiones que grabamos en estudio con músicos en vivo y están absolutamente desnudas. ¿A qué me refiero con esto? A que cuando yo suelto mis hijos al mundo, o sea mis canciones, salvo que yo esté involucrada en la producción, éstas terminan teniendo un tratamiento particular, dependiendo del estilo del artista que las graba, del productor, y hasta del territorio en que son registradas. Yo las dejo ir y después se convierten en lo que se convierten. No dejan de tener la esencia de la canción, pero, bueno, por ahí alguna tiene cincuenta millones de teclados y otra una percusión que yo no hubiera elegido. Tienen un montón de elementos que exceden a la canción original, a la que yo escribí aquí, con mi guitarra, en el sillón de mi estudio.
–O sea que ahora decidiste reapropiarte de tus temas y registrarlos a tu manera.
–Totalmente. Hacerlos míos y dejar que las canciones hablen por sí solas, sin necesidad de demasiada ornamentación. Manuscrito es un disco súper honesto, humilde y natural. Por eso se llama así, porque está hecho y escrito de puño y letra. No tiene la parafernalia propia de una gran producción.
–¿”Hojas del viento”, el tema nuevo que cantás con Nahuel Pennisi, está inspirado en este tiempo de pandemia?
–Sí, ese tema lo escribimos Nahuel y yo y León Cuyé (que es uno de los músicos de Nahuel) por Zoom. Nos conectamos una tarde y empezamos a hablar de qué queríamos hablar, y Nahuel me dijo (y ahora me voy a poner a llorar como siempre lo hago cuando recuerdo ese momento, no lo puedo evitar): “yo extraño tomar mate con mis amigos en el patio”, y a mí se me derritió el corazón porque me pasaba lo mismo. Así que compusimos la canción pensando en lo que nos pasaba, haciendo foco en ese sentimiento. El tema dice: “Hay cosas que vencen el paso del tiempo, hay cosas que nunca se van, duerme en mi abrazo guardando silencio, hay hojas del viento que nunca se van”.
–¿Por qué le cambiaste la letra a “No me doy por vencido”, el exitosísimo tema que compusiste con Luis Fonsi?
–También eso fue producto de la pandemia. La reescribimos en junio del año pasado. Había una intención original de hacer una cosa tipo “We Are The World”, una suerte de himno global esperanzador, pero luego todo se complicó con este asunto de las disqueras y los permisos de los artistas y entonces la canción quedó ahí. Pero cuando surgió la posibilidad de grabar canciones nuevas para Manuscrito Deluxe pensé que era buena idea hacer esta. Modificamos toda la letra excepto los coros y lo renombramos “No me doy por vencido 2021”.
–¿Por qué decidiste hace 23 años irte a vivir a los Estados Unidos? Hoy es algo bastante común para una cantante que quiere triunfar en el exterior, pero en ese momento era toda una rareza.
–Hace 23 años ¡era una locura! Me acuerdo muy bien de mi partida: mientras yo subía las escaleras en Ezeiza para tomar el avión, la gente gritaba como loca por un partido que jugaba Argentina contra Inglaterra. Era junio del 98. El tema fue así: yo tenía un contrato con Warner Music y un día me llama el presidente y me dice que no le gustaba mi disco, que entonces no pensaba hacer nada con él y que me devolvía el contrato y me dejaba ir.
–Fue una forma “amable” de despedirte...
–Sí, muy amable... Yo me puse muy mal, me deprimí porque no sabía qué hacer. Intenté un par de veces concretar otros proyectos, pero viste cómo es: cuando a un artista su disquera le devuelve el contrato queda marcado de por vida, nadie te quiere tocar, estás como apestado. Te juro que no sabía qué hacer, entonces, un amigo que vivía en Los Ángeles, me propuso que viajara y me quedara un mes en su casa. Me dijo: “Traete unos CD a ver qué onda”. Entonces cerré mi casa, dejé el perro en lo de una amiga y aparecí en California. Empecé a tener reuniones y de repente me empezaron a ofrecer contratos editoriales con Sony, Universal, EMI, donde me decían que me iban a pagar un dineral por año para que yo escribiera canciones.
–O sea que te contrataban como compositora, no como cantante.
–Exacto. Al principio pensé que era un chiste, que no podía ser. Les dije que lo iba a pensar y me volví a Buenos Aires, porque se me acababa la visa. Y desde allí negocié con todos y finalmente cerré trato con una compañía. Vendí mi casa, agarré mi perro y no volví más a vivir a la Argentina.
–¿Cómo es tu vida desde entonces en Los Ángeles?
–Al principio fue difícil. De a ratos la pasaba bien y por momentos no tanto. Los Ángeles es una ciudad muy distinta a Buenos Aires, es muy extendida. Acá está todo muy separado, son como villas conectadas por autopistas. Ahora vivo en un lugar en la montaña, que es precioso, pero al comienzo vivía donde podía. Era complicado. Me ayudó mucho tener varios amigos del primer viaje, tanto argentinos como mexicanos y colombianos. Sobre todo mi amiga Gabriela González, que hoy es la vice presidenta de Ascap, la sociedad estadounidense de compositores, autores y editores, que de alguna manera me abrigó y me permitió vivir en su casa.
–¿Cómo se modificó tu vida laboral allí?
–Y, yo al principio estaba enloquecida, no podía creer todas las cosas a las que podía acceder estando acá: entrar a un estudio y que estuviera David Foster grabando al lado o que de golpe apareciera Quincy Jones, o que me llamaran para hacer un letra para JLo y la tuviera que hacer junto a ella. Yo estaba en Disneylandia, todo me parecía mágico. No lo podía creer. Y bueno, después con los años te acostumbrás a Disneylandia (risas).
–Me imagino que para decidir radicarte ahí habrás tenido que armarte un mundo afectivo. ¿Pudiste formar una familia?
–Sí, me casé y luego me divorcié. Y de ese matrimonio tengo dos hijos maravillosos que van a cumplir 17 años, que son muy argentinos gracias a Dios. Nacieron acá pero tienen una raíz muy fuerte y van conmigo a Buenos Aires una vez al año. Sí, hice mi historia afectiva acá pero igualmente extraño mucho a mis amigos argentinos.
–Empezaste como cantautora y luego te volcaste, fundamentalmente, a la composición de temas para otros intérpretes. ¿Alguna vez te arrepentiste de haber tomado ese camino?
–No, para nada. A mí me encanta mi trabajo de compositora y lo sigo haciendo prácticamente todos los días. En los últimos 10 años dejé de escribir canciones para enviarlas y me dediqué a escribir canciones con los artistas. O sea, ya no mando más una canción a ver si me la graban. Ahora, si Ricky Martin va a hacer un disco entonces me siento con él a componer. Si Enrique Iglesias planea hacer otro me junto con él y así con todos. Eso fue algo que se empezó a dar naturalmente y me fascina, me resulta sumamente interesante trabajar con cada uno de estos personajes que tienen su propio universo y de repente saltar de Ximena Sariñana a Paulina Rubio, de Calibre 50 a La Sole, de Nahuel (Pennisi) y a (David) Bisbal. Son todos planetas diferentes.
"No me gustan los títulos, pero digamos que soy una compositora full time y una cantante part time"
–Me refiero a que por haber tomado ese camino tu carrera como cantante quedó en un segundo plano...
–No, honestamente no me arrepiento. Porque las veces que he vuelto a hacer algo como artista han sido momentos muy específicos. A mí me gusta mucho mi trabajo como autora y pasármela en el estudio. De repente hago Manuscrito , que me encanta, y le dedico un tiempo de mi vida, sí, pero un tiempo determinado. Y yo me quedo súper contenta con eso, no es que luego digo: bueno, ahora me quiero ir de gira con el disco por 20 países. No, yo ahora estoy promocionando el álbum con vos, en esta nota, pero sé que la semana próxima voy a estar sentada con La Sole escribiendo una cumbia, y sé que me divertiré como loca haciendo eso. Hoy defiendo con uñas y dientes a Manuscrito Deluxe, y de hecho ya tengo otro disco en la cabeza para grabar como cantante dentro de dos años, pero soy fundamentalmente una autora de corazón. No me gustan los títulos, pero digamos que soy una compositora full time y una cantante part time.
–Entre tus records está el haber compuesto más de 4000 canciones. ¿Cuáles son tus favoritas?
–¡Uy, qué difícil! Una de mis favoritas es “Ni blanco ni negro”, que es el sencillo de mi álbum Sincera, que escribí con Antonio Carmona, y eso para mí ya es la vida misma. Otra es “Hojas del viento” y después hay una que para mí tiene un significado enorme, que es “Ice El hielo”, que escribí con la banda La Santa Cecilia, que tiene mucho que ver con los inmigrantes en Los Ángeles y sus chicos en las escuelas. La canción dice: “Lloran los niños lloran a la salida, lloran al ver que no llega la mamá, uno se queda aquí, otra se queda allá, eso pasa por salir a trabajar”. También “Creo en mí”, que escribí con Natalia Jiménez, y “Me doy por vencido”, me gustan porque tuvieron muchísimo éxito y hoy todo el mundo las sigue cantando.
–Según tu experiencia, ¿cómo han cambiado a lo largo de estos 23 años las posibilidades y reconocimientos de los artistas latinos en Estados Unidos?
–Con la globalización, la música latina comenzó a tener un protagonismo impensado. Antes estaba circunscripta a un mercado, luego se convirtió en una música muy popular. Ahora todo está mezclado, digamos que más intercalado que antes. Yo he trabajado con un montón de artistas americanos que de repente quieren cantar en español y les tengo que hacer una canción o dos en este idioma. En 23 años cambió todo tremendamente para la música latina. También cambió todo tremendamente para la industria de la música en general; por ejemplo, yo tengo aquí, en una de las paredes de mi estudio, un disco que vendió 15 millones de copias. Bueno, eso no existe más. Cuando yo me vine a vivir acá tenía muchas canciones en discos, que eran los tracks 7, 8 ó 9, pero nunca eran las canciones que iban a las radios y sin embargo a mí me iba súper bien, ganaba mucha plata con esas canciones que no eran los singles (los temas de difusión) de esos discos. Eso cambió radicalmente: ahora la música es un mercado de singles, exclusivamente de singles. Hoy si no componés el single de un disco no ganás nada; y si lograste hacerlo, para ganar plata, tenés que tener 800 millones de streams.
–¿Vendrás en algún momento a la Argentina a presentar “Manuscrito Deluxe”?
–Me encantaría ir y cantar con Nahuel (Pennisi), poder hacer juntos en vivo “Hojas del viento”. Si por mí fuera me iría ya para la Argentina, pero está claro que no es el momento, tal vez se pueda en septiembre u octubre. No iré sólo a presentar el disco, necesito ver a mis amigos, los extraño profundamente. Y creo que conforme va pasando el tiempo, y me hago más grande, reconozco dónde están en realidad los afectos más profundos y por eso se me hace un poco más pesada la distancia. Yo siempre fantaseo con la idea de repartir mi tiempo entre Buenos Aires y Los Ángeles. Ojalá que en un futuro cercano lo pueda lograr.
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