Eric Clapton: el Rey del Blues de Inglaterra
Antes de su tercera visita al país, en octubre, LA NACION presenció uno de los once conciertos que el músico ofreció en el exclusivo Royal Albert Hall londinense
LONDRES.- El pelo y la barba canosa le sientan mejor a su apodo ganado en los años 60, aunque las paredes de Londres ya no estén pintadas con aquella frase que anunciaba al nuevo profeta: "Clapton es Dios". Hoy, más que un grafiti callejero, este comandante del Imperio Británico está para ilustrar uno de los billetes del Reino Unido. Clapton, aquí, ahora, es el rey del blues.
Clásico de clásicos, a los 66 años, el músico acaba de cerrar un ciclo de once conciertos en el exclusivo Royal Albert Hall, en el que repasó sus casi cincuenta años de trayectoria, a través de sus canciones y las de los músicos que más influyeron en su estilo. Un viaje sin escalas desde los jardines de Kensington hasta el delta del Mississippi.
Antes de embarcarse en su tercera gira latinoamericana, que lo depositará en el estadio de Núñez el 14 de octubre, Eric Clapton ofreció esta serie de shows intimistas, con intención antológica y espíritu de clase magistral. Casi dos horas de blues y rock en estado de lamento, que en esta lujosa sala real fluye como una suerte de autocelebración, tanto arriba como abajo del escenario.
Así lo entendieron las más de 5000 personas que agotaron las entradas, noche tras noche; como esas tres groupies que sobre el final del concierto quiebran el protocolo, abandonan sus butacas y corren como adolescentes hacia adelante, para escucharlo mejor, para sentirlo una vez más y cantar bien pegadas al escenario eso de "Si querés pasar el tiempo, la tenés que llevar: cocaína. Si querés bajar y bajar hasta el suelo: cocaína. Ella no miente, ella no miente, ella no miente: cocaína".
A favor o en contra de las drogas, la imagen de las tres señoras inglesas de más de 60 años a los pies de su dios personal, moviendo sus joyas y repitiendo los ambiguos versos de "Cocaine" en este teatro de la realeza británica, resultan, por lo menos, desconcertantes, y confirman aquello de que el rock, en Inglaterra, no tiene edad ni prejuicios de clase: el rockero promedio, en esta noche de gala, ronda las seis décadas y tiene varias tarjetas de crédito en la cartera de la dama o la billetera del caballero.
De música negra
El guitarrista editó el año pasado un nuevo álbum, simplemente llamado Clapton, pero la lista está armada como el track list de un "grandes éxitos" y apenas incluye una canción de su último trabajo: "When Somebody Thinks You’re Wonderful", de Harry M. Woods.
Uno podría pensar que es una selección ideal para una gira por América latina, a una década de su última visita, pero lo cierto es que aquí, para sus seguidores más atentos y privilegiados testigos de su variante carrera, Clapton toca también sus clásicos, sin cambiar el orden de la lista ni una vez (apenas alterna, según el ánimo de la noche, "I Shot the Sheriff" con "Tearing Us Apart").
Temas de casi todas sus encarnaciones pasan por su guitarra y se filtran en la compañía de Willie Weeks en bajo, Steve Gadd en batería, Chris Stainton y Tim Carnon en teclados (la banda se completa con las coristas Sharon White y Michelle John), pero son los standards y los tributos bluseros los que priman sobre las composiciones propias. El hombre ha decidido ocupar ese lugar de intérprete, donde sabe que, guitarra en mano, pocos lo superan.
Entre la apertura con "Key To The Highway" hasta el único bis con "Crossroads", casi dos horas de música negra sobrevuela el teatro con estilo, pasando de Muddy Waters a Bo Diddley y de Robert Johnson a Jimmy Cox.
Clapton, en estos conciertos a cargo de la única guitarra arriba del escenario, se para en el centro y dispara sin mirar a su público. Apenas cierra los ojos y se deja llevar por el feeling de "Old Love" (junto a "Badge", escrita en colaboración con George Harrison y grabada por su grupo Cream, de lo más inspirado y volado del show) o por el recuerdo del recientemente fallecido Gary Moore, con las notas tristes de "Still Got the Blues".
Promediando el concierto, habrá tiempo para un pequeño set acústico, que el guitarrista cierra casi susurrando los versos de "Layla" y la platea termina aplaudiendo de pie.
Sin detenerse, su versión más rockera deja lucir a Stainton y a Carnon en el sprint final, con la inexplicable pantalla de leds de fondo (en este caso, tapando el majestuoso órgano del teatro) transmitiendo psicodelia multicolor vaya uno a saber por qué. La imagen, aquí, no es todo. Ni mucho menos. A Clapton, y a sus fans, les alcanza con la música. Y, por cierto, en esta sala, esta noche, hay de sobra.
Entonces, sí, el riff inicial de "Cocaine" desata a aquellas tres groupies sesentonas que rebotan de sus asientos en busca de su héroe de la guitarra. Saltan, lo observan, lo desean como antes, como siempre, y no paran de bailar: "Cuando tu día se acabó y querés correr: cocaína". El público se contagia y por primera y última vez, todos se acercan y se inclinan a los pies de Clapton, literalmente.
Luego de "Crossroads", el rey del blues de Inglaterra se retira de la sala. Reverencia y final. Las monarquías en el siglo XXI son ciertamente incomprensibles, pero vaya si este hombre sabe aún cómo mantenerse firme en el trono.
SUS INFLUENCIAS
Robert Johnson (1911-1938)
La gran leyenda del blues que Clapton persiguió durante su carrera. "Little Queen of Spades" y el cierre con "Crossroads" son apenas dos de las menciones en el concierto a esta alma negra que pactó con el diablo.
Muddy Waters (1915-1983)
Fue la gran influencia del blues de Mississippi en Inglaterra y responsable de la fiebre del rock desatada en los años 60 en la isla. El tercer tema de la lista es para él: "Hoochie Coochie Man".
Bo Diddley (1928-2008)
Otra de las guitarras que inspiraron al primer brit rock, de The Rolling Stones a The Jesus & Mary Chain. Aquí, Clapton lo recuerda con "Before You Accuse Me".
Bob Marley (1945-1981)
El inglés grabó "I Shot the Sheriff" en 1974 y logró lo imposible: difundir planetariamente a la primera estrella de rock del Tercer Mundo. En el ciclo de conciertos en el Royal Albert Hall, Clapton alternó este tema con "Tearing Us Apart", único cambio permitido en la lista a lo largo de los once shows.
Gary Moore (1952-2011)
El gran guitarrista irlandés, fallecido en febrero de este año, compartió con Clapton mucho más que su pasión por el blues-rock. "Still Got the Blues" suena en la guitarra del inglés más sentida que nunca.
J. J. Cale (1938-)
Autor del mayor hit de la carrera de Clapton, "Cocaine", este músico norteamericano ha coescrito y colaborado en canciones con el inglés en una infinidad de oportunidades, incluyendo su más reciente álbum y el que grabaron juntos en 2006, Road to Escondido.
QUE LA TERCERA NO SEA LA VENCIDA
El dios blanco de la guitarra bajó por primera vez a la Argentina en 1990, en medio de un fervor blusero inédito hasta entonces por estas pampas, que permitió ver en directo a leyendas del género como B. B. King y Albert King, entre muchas otras; Clapton volvió al país una década más tarde, en 2001, antes del estallido, y ahora, repitiendo el rito, diez años después, el músico inglés regresará al estadio de River –su casa en Buenos Aires, se podría decir–, el 14 de octubre.
Las entradas para el concierto se pondrán a la venta el próximo domingo, a través de Live Pass, ingresando por www.ticketportal.com , y los precios van desde $ 100 (generales) hasta $ 1800 (el VIP Row Pack), sin incluir el cargo por servicio.