Cinco momentos del show explosivo de Emir Kusturica en el Luna Park
El cineasta y músico se presentó con la The No Smoking Orchestra en un intenso concierto de casi dos horas
La primera vez que llegaron a Buenos Aires, en medio de la crisis de 2001, la No Smoking Ochestra parecía haber aterrizado en el peor momento. Todo lo contrario. La explosiva sonoridad gitana y la catarsis rockera del grupo identificaban como pocas bandas locales la etapa crítica que atravesaba la Argentina. Fue un flechazo mutuo. Una serie de cinco conciertos mitológicos en La Trastienda despertaron una fiebre cultural social y una relación fuerte con el grupo, que se sostuvo en sucesivas visitas, y que los llevó a editar el DVD Live is a Miracle in Buenos Aires, en 2005. Pasó el tiempo y el país vive otro momento de crisis económica y recesión, pero la revolución gitana, quizás no tenga el mismo efecto efervescente y el espíritu de rebelión de su público parece más aplacado. Sin embargo, en el estadio Luna Park, están los miles que todavía los siguen. Aquellos que los vieron la primera vez, desgastados por el paso del tiempo, más ojerosos y con menos pelo, y los adolescentes que vivieron el rebote de ese fenómeno extramusical y quieren ser parte de esta fiesta dionisíaca de música balcánica y rocanrol.
Espíritu cinematográfico. Es la hora. Se apagan las luces. Con puntualidad balcánica, Emir Kusturica sale a la escena. Su silueta gigante se recorta sobre las luces. "Hola Buenos Aires". Comienza la fiesta gitana. El espíritu balcánico no descansará a lo largo de casi dos horas. Canciones nuevas y temas históricos de sus películas más conocidas Gato negro, gato blanco, Underground y La vida es un milagro. La orquesta, un potente ensamble de rock, música de bodas y funerales, gipsy jazz, mambo y sonidos orientales, funciona de banda de sonido de la película que dirige en escena Emir. El show está compuesto por citas permanentes a sus películas. Es como el "guión argumental del show". En ese viaje, Kusturica como director de la orquesta, traza un hilo conductor, entre tema y tema, con el leit motiv musical de la Pantera Rosa compuesto por Henry Mancini. Y arma sobre el escenario una serie de secuencias delirantes protagonizadas por todos los integrantes de The No Smoking Orchestra, que reproducen a veces con inocencia, energía explosiva y humor ácido el estilo de los hermanos Max, el delirio de una película de Spinal Tap, o el reality show de un grupo de músicos serbios que beben litros de alcohol y tocan en una fiesta interminable, a lo Peter Sellers.
Gitanos y cuarteteros. El grupo estrenó en vivo nuevas canciones. Kusturica lo anticipó al comienzo del show: "Nuevas canciones, una nueva película". Así aparecieron un puñado de canciones de alto voltaje con un sonido más latino y que reflejan su tránsito por América Latina. Entre las influencias aparece el gusto por el sonido del mambo, con una canción nueva dedicada a Tito Puente, el maestro de los timbales y el jazz latino. Un gran momento donde Kusturica abandona la guitarra y se pone detrás de los timbales, el instrumento insignia de Tito Puente. Otra de las canciones que adelantó el grupo en este show (todavía no entraron a estudio para plasmarlas en un disco nuevo), fue "Cerveza", una oda al cuarteto cordobés, que podría tocar la banda punk alemana Die Toten Hosen. Sparavalo pasa al frente, deja su violín y se transforma por ese instante en el líder vocal del grupo con su voz aguardentosa y trasnochada. "Tarantela", otra de las nuevas canciones, es una invitación al baile y al sonido más orquestal del grupo, donde se reflejan las cualidades solistas de cada uno de los integrantes, pero sobre todo aparece ese espíritu de orquesta para casamientos, ideal para amenizar la fiesta bien entrada la madrugada.
Los Hits. Toda fiesta gitana de Emir y The No Smoking Orchestra necesita de aquellos himnos que surgieron de sus películas más recordadas y que tienen más de veinte años. Ese grupo de canciones son una invitación al baile desenfrenado, arriba y abajo del escenario, al impulso del saltito frenético en plan ska, a las rondas grupales o al pogo más rockero, son el alma de la fiesta balcánica. Algunas son clásicos del repertorio como "Fuck you MTV" y "Pitbull", que apelan al costado más punk, irreverente y políticamente incorrecto del grupo. Otras piezas como "Underground", directamente provocan un efecto inmediato de catarsis en todo el público. El efecto es tan potente y efervescente como la espuma de la cerveza, sin embargo, allí están otros poderosos temas del grupo, quizás los más importantes, para sostener el climax emocional del show: "Romeo & Juliette" y "Bubamara". Son canciones con una carga sentimental y de nostalgia muy fuerte, un sonido de inmigrantes, donde explotan todas las culturas juntas: el klezmer judío, los sonidos griegos de la costa mediterránea, la influencia bizantina, la melancolía turca y los elementos de la tragicomedia eslava. Es un cóctel poderoso y sentimental que explota en mil pedazos en "Bubamara" y marca el final de un show, que seguirá abajo, incansable, como la vida cotidiana de estos músicos, que no pueden parar arriba y abajo del escenario.
La sorpresa. Cuando nadie lo esperaba, la orquesta completa subió nuevamente al escenario, para dos bises, acompañada de La Bomba de Tiempo. La comunión entre los tambores y la orquesta balcánica, levantó temperatura y generó una combinación exótica e impensable, los tambores del Río de la Plata con el sonido de Europa del Este. Todo confluyó casi naturalmente en el ritmo de cuarteto con el clásico de Rodrigo "La Mano de Dios". Esa mezcla de sonidos como la tarantela y el paso doble español con rasgos telúricos propios, le sentaron a la perfección a la orquesta. Emir ya había realizado su propio homenaje al mejor futbolista argentino de todos los tiempos cuando filmó un documental sobre su vida. Ahora la cita musical al Potro Rodrigo (en el show también el grupo recordó en el medio de una de sus canciones el tema "Los viejos vinagres" de Sumo) se volvió impostergable en cada uno de sus conciertos. Con La Bomba de Tiempo, un bloque percusivo, que potenció el ritmo de la orquesta, le sacaron el último resto de adrenalina a la noche para cantar todos juntos la nueva canción "Cerveza", como si fuera un grito de guerra o un pedido urgente, para calmar tanta sed, a la salida del concierto.