Cinco momentos de la vida de Gustavo Cerati

En el libro Cerati. La biografía, el periodista Juan Morris reconstruye la vida y obra del músico que al frente de Soda Stereo se convirtió en la máxima estrella de rock en toda Latinoamérica, influyendo a varias generaciones de artistas que van desde Shakira a Babasónicos, de Café Tacuba a Miranda! Su infancia en un colegio parroquial de Villa Urquiza, sus años estudiando publicidad y el artista que en Canción animal se pone a la altura de leyendas como Luis Alberto Spinetta y Charly García, pero también está el padre de familia, el hijo, el hermano, el amigo, el hombre guiado por sus deseos y obsesiones, el músico que vive la fantasía rockera de giras, fanáticas y juventud eterna, el accidente cerebrovascular en Venezuela, los años en coma y el nacimiento de la leyenda.

Su primera guitarra eléctrica

A mediados de los 70, como ejecutivo de ESSO, Juan José Cerati empezó a viajar a Miami por trabajo. En esos viajes, solía comprarle a su hijo Gustavo vinilos de rock inconseguibles en la Argentina. Una de esas veces, sin embargo, le trajo de sorpresa una guitarra eléctrica Gibson SG color marrón. Gustavo y Lillian fueron a recibir a Juan José al aeropuerto y cuando él lo vio salir con el estuche de la guitarra sintió que el estómago se le cerraba de la emoción. A la noche, la puso al lado de su cama y durmió con una mano sobre ella. Fue la guitarra que usó durante los primeros años de Soda Stereo.

El llamado de Charly Alberti

En el verano de 1982, a uno de los chicos del equipo de waterpolo de River le gustaba una de las chicas que iban a ver los entrenamientos al costado de la pileta. El chico se llamaba Charly Alberti, tenía 17 años y, aunque era bastante caradura, no lograba que ella aceptara salir con él. Un viernes a la tarde, la llamó a la casa para invitarla a tomar algo. Ella otra vez le dijo que no y, para sacárselo de encima, le pasó el teléfono a su hermano, que también escuchaba rock. Entonces, atendió Gustavo y resultó que a los dos les gustaba The Police. Charly, además, tenía una sala de ensayo y, dos días más tarde, Gustavo fue a lo de Charly con un amigo que tocaba el bajo y se llamaba Zeta Bosio. Así nació Soda Stereo.

La amistad creativa con Daniel Melero

En 1989, después de separarse de su primer esposa y terminar una extenuante gira por Latinoamérica, Cerati estaba en crisis y a sus 30 años volvió a vivir a lo de sus padres. Por esos días, volvió a reencontrarse con Daniel Melero y se convirtieron en amigos inseparables. Después de editar Doble vida con Soda, necesitaba llevar su creatividad a un nuevo nivel y Melero fue clave. Era un artista sin esquemas, un músico intuitivo y conceptual que le contagió a Gustavo una nueva manera desprejuiciada y lúdica de estimular su creatividad para romper sus estructuras. A partir de entonces, su crecimiento creativo fue avasallante: entre 1990 y 1993 grabó cuatro discos esenciales de su carrera: Canción animal, Colores santo, Dynamo y Amor amarillo.

El amor con Cecilia Amenábar

En 1993, en pleno tour por Latinoamerica para presentar Dynamo, Cerati les comunicó a sus compañeros que no iba a continuar la gira. Estaba exhausto de esa vida y, además, se había enamorado de Cecilia Amenábar y quería irse a Chile a vivir una temporada con ella. En marzo, mientras Cecilia (que tenía 21 años) retomaba sus clases en la facultad de cine, la máxima estrella de rock de Latinoamérica se instaló en su departamento de Providencia y empezó a vivir su vida, lejos del grupo y de la fama. Al mes, ella quedó embarazada de Benito y, durante los meses de gestación, Gustavo compuso en el living Amor amarillo.

La reinvención de su carrera

En 1999, Cerati lanzó su primer disco tras la separación de Soda Stereo, un trabajo desafiante. Hacia el final de los 90, el sonido y el discurso del rock nacional se habían vueltos corrosivos, contestatarios y a la vez conservadores. Los Redondos y La Renga llenaban canchas de fútbol con un rock crudo y las nuevas grandes bandas del rock argentino como Bersuit y Los Piojos rotaban en las radios con discursos politizados y un sonido rioplatense. El primer corte de Bocanada que llegó a las radios fue "Raíz", un bolero construido sobre una base tecno-folklórica que mostraba la amplitud estilística del álbum y que fue recibido como un artefacto extraño. Dentro del panorama musical, el collage sonoro con el que Cerati daba su primer paso por fuera de Soda Stereo a muchos les sonó presumido y artificial. Con el tiempo iba a ser comprendido su valor artístico.

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