“Johnny B. Goode”, “Roll Over Beethoven” y otras obras maestras que sentaron las bases del rock & roll tal como lo conocemos
Si revisás cualquier relato de un gigante del rock acerca de sus encuentros formativos con la música de Chuck Berry, vas a descubrir un hilo en común: todos se dejan leer como la historia de una verdadera epifanía casi religiosa. Para Paul McCartney y sus colegas de los Beatles, las canciones del fallecido Berry les "pegaron como un relámpago”. Al repasar el genio de Berry para la lista de los 100 Mejores Artistas según Rolling Stone, Joe Perry, de Aerosmith, dijo: “Esa sensación de excitación en la base del estómago, en los pelos de la nuca: esa sensación la tuve más con Chuck Berry que con cualquier otro”.
Elvis Presley será conocido para siempre como el rey del rock & roll, pero pocos discutirían el estatuto de Chuck Berry como el verdadero padrino del género –el más directamente responsable de su huella infinitamente adaptable. “Chuck tenía swing”, le dijo Keith Richards a RS. “Está el rock, pero el roll también cuenta.” Aquí, a los pocos días de la muerte de Berry, recorremos una selección de canciones que lo volvieron inmortal.
“Maybellene” (1955)
La guitarra del rock & roll empieza acá. El choque entre country rural, blues urbano y hot jazz que hay en la vibración eléctrica de Chuck Berry es el lenguaje primal de la guitarra de la música pop, y en este primer single ya está totalmente perfeccionado. Toda la canción es una escena de persecución de dos minutos repleta de la jerga de la cultura de los autos y de invenciones hipster de Berry (“Mientras iba “motorvatin’” por la colina...”). El ritmo proviene de “Ida Red”, una grabación de Bob Wills and His Texas Playboys de 1938 (una canción que se remonta al siglo XIX). Para el momento de la sesión del 21 de mayo de 1955, Berry llevaba años tocando temas de country para audiencias negras –“Después de reírse de mí un par de veces, empezaron a pedirme esa música rural”, dijo–. El título se le ocurrió a Leonard Chess, inspirado en una caja de rímel Maybelline tirada en el piso en los estudios Chess. El disc jockey Alan Freed no tuvo nada que ver con la composición de “Maybellene”, pero igual recibió créditos y regalías durante años a cambio de pasarla en la radio: un soborno con todas las letras.
“Thirty Days” (1955)
Este alegre pedido de Berry de que una amante vaya a su casa en un mes exhibe tanto su gran estilo para hacer solos, en este caso toca acordes (¡!) durante el quiebre de la guitarra principal, como su sentido del humor. “Voy a hacerte una denuncia falsa”, canta, “eso va a ser todo lo que te envíe”, y no descarta llevar el caso a las Naciones Unidas si eso va a traerle de vuelta a su chica. Escribió, en su autobiografía, que la canción de alguna forma estaba basada en una historia verdadera, y en algo que había visto en una película en la que un juez mostraba indulgencia ante un acusado, hasta que le recordaba que él le había presentado a su mujer. “Esto muestra que nunca me alegró ninguna asociación que se haya hecho con regulaciones y hábitos”, escribió. “Me estimuló la historia del juez y encontré algo de una categoría similar, pero aspectos diferentes, para hacer una creación propia.”
“Wee Wee Hours” (1955)
Berry no necesitó más que una hora, según su propio cálculo, para componer “Wee Wee Hours”, el lado B bluesero de “Maybellene”. Su inspiración para la canción fue “Wee Baby Blues”, la suave canción del bluesman Big Joe Turner, una declaración romántica de amor a primera vista –“Ya estaba enamorado de vos, baby/Mucho antes de saber cómo decir tu nombre”, cantaba Turner. Del mismo modo, la canción de Berry es un homenaje a una mujer llamada Margie a la que conoció y de la que se enamoró cuando era adolescente y tocaba para la USO. “En un cuartito, me siento solo y pienso en vos”, canta. “El blues es simple y sólo parece necesitar la letra de una confesión solitaria para acompañar la música”, escribió acerca de la canción en su autobiografía. “Agarré el recuerdo de una de las tardes en las que no pude ver a Margie en su ventana, armé la letra y la canción es un pedido de acompañamiento que podría hacer cualquier persona.”
“Down Bound Train” (1955)
Una alegoría bluesera del pecado, con una guitarra rítmica que avanza como una locomotora, “Down Bound Train” reflejaba las profundas creencias religiosas de Berry. La letra describe a una persona que bebe hasta desmayarse, sólo para despertarse en un tren iluminado por una lámpara de azufre, moviéndose entre humos sulfúricos –el conductor era “el propio Diablo”. “Podría decir que mi padre, en gran medida, fue quien verdaderamente compuso la base de ‘Down Bound Train’, con su constante prédica acerca de los horrores del infierno cuando te perdés la bendición de la salvación y del cielo”, escribió Berry en su autobiografía. “Que se sepa, entonces, que en los fuegos infernales, no estoy solo por mis propios pecados.” Agregó, además, que le seguía dando escalofríos cada vez que la escuchaba.
“Roll Over Beethoven” (1956)
“Quería tocar blues”, le dijo Chuck Berry a Rolling Stone. “Pero no era lo suficientemente bluesero. En casa siempre había algo para comer.” Berry originalmente compuso este himno como una broma para su hermana Lucy, quien tocaba música clásica en el piano de la casa familiar todo el tiempo, al punto de que Chuck no podía tocar él. Pero “Roll Over Beethoven” se volvió el llamado a las armas definitivo del rock & roll, declarando una nueva era: “Revolvete, Beethoven/Y contale las noticias a Tchaikovsky”. Berry anunciaba este cambio musical con un riff abrasivo y un piano retumbante de su compinche Johnnie Johnson.
“Too Much Monkey Business” (1956)
Berry no era sólo demasiado cool, en realidad estaba más allá de todo, como decía en la letra de “Too Much Monkey Business”. En su cabeza, todo era un incordio –trabajar, salir de compras, salir con chicas, la escuela, la guerra, otra vez el trabajo—y se ocupa de cada una de estas molestias en proto-raps concisos e inteligentes antes de lanzarse al memorable estribillo de la canción. “Me di cuenta de que necesitaba más de cien estrofas para retratar las áreas que más molestan a la gente”, escribió en su autobiografía. “Incluso inventaba palabras como ‘molestación’ para enfatizar las cosas que molestaban a la gente... No había recibido ninguna crítica por usar ‘motorvating’ en ‘Maybellene’, así que ¿por qué no volver a competir con el diccionario?”. Su lexicó sobrevivió en covers de Elvis Presley, The Beatles, The Hollies y The Yardbirds, entre otros.
“Brown Eyed Handsome Man” (1956)
Para hacer esta canción, Berry se inspiró durante una gira por las áreas más negras y latinas de California. Como dijo Berry: “No veía muchos ojos azules”. Sí vio a un chicano buenmozo a quien la policía quería agarrar por holgazanear hasta que “una mujer apareció gritándole al policía que lo dejara tranquilo”. Montada sobre un arreglo de guitarra maníaco, la canción despliega un cuento rebelde acerca de un amante de ojos oscuros.
“Havana Moon” (1956)
La historia de Berry acerca de una cubana que extraña a una americana le vino de tocar “Calypso Blues”, de Nat King Cole, cuando Berry todavía seguía tocando de todo en el Cosmopolitan Club de St. Louis, en una época en la que los ritmos latinos eran populares. Decidió componer su propia canción después de un recital en Nueva York, donde conoció por primera vez a cubanos. “Son las diferencias entre las personas lo que me da una imaginación tremenda para crear una historia y desarrollar una letra”, escribió en su autobiografía. “Había leído, visto o escuchado todas las situaciones de la historia de ‘Havana’. Ciertamente, perderme el barco y extrañar a una muchacha son cosas que había experimentado en mi vida.” Los Rolling Stones hace poco homenajearon la canción poniéndole su nombre a una película sobre un recital filmado en Cuba.
“Rock and Roll Music” (1957)
El tributo de Berry de 1957 a la música que más amó, con un piano tambaleante y una guitarra contundente, sigue destacándose como una de las declaraciones más apasionadas de los poderes del rock. Se mofaba jocosamente del jazz, el mambo y el tango, estilos que en la época eran populares, y claramente retrataba lo que era el rock, desde su ritmo hasta sus saxos quejosos. “Estaba muy en el rock & roll, incluso en ese entonces, y tenía que crear algo que diera en la tecla sin lugar a dudas”, escribió en su autobiografía. “Quería que la letra definiera todos los aspectos de su ser, y la escribí pensando en eso.” Fue un resumen tan potente que la canción fue versionada por los Beatles en 1964 y por los Beach Boys en 1976.
“School Days” (1957)
Chuck Berry tenía 30 años cuando se sentó a componer “School Days”, también conocida como “School Day (Ring! Ring! Goes the Bell)”, pero no es algo que puedas saber en base a la vívida evocación de la experiencia cotidiana de la escuela secundaria, desde los profesores malhumorados hasta los comedores repletos (“¡Tenés suerte si tenés tiempo para comer!”). El ritmo que avanza y se detiene, puntuado por los arreglos de guitarra de Berry, es un sonido al que volvería una y otra vez –aquí está animado por algunos de los músicos que tocaron en los singles maravillosos de Howlin’ Wolf, incluyendo al guitarrista Hubert Sumlin. La letra de la canción ayudó a establecer al rock & roll como un cronista directo de la experiencia adolescente americana, especialmente en su frase más famosa, todavía ahora uno de los pareados más geniales del rock: “Hey, hey, rock & roll”, proclamaba Berry, “sálvame de los viejos tiempos”. Los detalles de la canción salen directamente de la propia vida de Berry, como escribió en su autobiografía: “La letra retrata cómo eran las cosas en mi época… Las frases me salieron espontáneamente, y lo que más tiempo llevó fue hacer las rimas.” Los quiebres rítmicos supuestamente debían “enfatizar los saltos y los cambios que encontré en la secundaria, comparados con una clase y un maestro que tuve en la escuela primaria”.
“Johnny B. Goode” (1958)
“Johnny B. Goode” fue el primer éxito del rock & roll acerca del estrellato del rock & roll. Sigue siendo la mejor canción del rock & roll acerca de la democracia de la fama en la música pop. Y “Johnny B. Goode” está basada en un hecho. El personaje del título es Chuck Berry –“más o menos”, como le dijo a Rolling Stone en 1972–. “Las palabras originales [eran], por supuesto, ‘Ese chiquito de color sabía tocar bien’. Lo cambié por ‘chiquito country’ –porque de lo contrario no lo iban a pasar en la radio.” Berry se tomó otras libertades narrativas. Johnny era de “bien adentro de Luisiana, cerca de Nueva Orleans”, en lugar del St. Louis natal de Berry. Y Johnny “nunca aprendió a leer o escribir muy bien”, mientras que Berry se graduó de la escuela de belleza con un grado en peluquería y cosmética.
Pero la esencia del relato de Berry –un guitarrista sin nada excepto su talento que llega a la gran ciudad y lleva su nombre a las grandes carteleras—es autobiográfica. En 1955, Berry trabajaba como esteticista en St. Louis cuando conoció a la mayor estrella de Chess Records, Muddy Waters, quien lo mandó a ver al co-fundador del sello, Leonard Chess. Para 1958, Berry era el creador de éxitos más consistente del rock & roll después de Elvis Presley. A diferencia de Presley, Berry componía sus propios clásicos. “Ojalá pudiera expresar mis sentimientos como lo hace Chuck Berry”, confesó alguna vez Presley.
“Johnny B. Goode” es el mayor ejemplo de la poesía de Berry en movimiento. La sección rítmica avanza a la velocidad de un tren de carga, mientras la penetrante guitarra de una sola nota de Berry en el estribillo suena, según él dijo, “como un campanazo” –una descripción perfecta de cómo la guitarra del rock & roll puede hacerte sentir en la cima del mundo.
“Sweet Little Sixteen” (1958)
“Sweet Little Sixteen” celebraba las niñas, Estados Unidos y el poder del rock & roll –una oda a las fanáticas del rock menores de edad y con tacos altos, que además incluye una pasada de lista de ciudades americanas. Los Beach Boys adaptaron la canción con nuevas letras, y la llamaron “Surfin’ U.S.A.”; Berry amenazó con hacerles juicio y ganó un crédito como compositor.
“Carol” (1958)
Berry mezcla un consejo protector (“Oh, Carol, no le dejes que te robe el corazón”) con ingenuidad bondadosa (“Subite a mi máquina así podemos pasear”) en esta gema con mucho groove de 1958, inspirada en la hija adolescente de una mujer con la que se había involucrado el cantautor. La asistente de Berry, Francine Gillium, cuidaba de la niña y, como él escribió en su autobiografía, la situación lo ayudó mucho para componer la canción. “Hablar de su ambiente adolescente con Francine ayudó mucho para armar ‘Carol’”, escribió. “Los detalles de mi educación, como los almuerzos de albóndigas y papas por 5 centavos y un cuaderno de papel por 12 centavos estaban desactualizados. Pero un tipo robándole la chica a otro muchacho era algo que no había cambiado mucho.”
“Around and Around” (1958)
El animado lado B de “Johnny B. Goode” cuenta la historia de una fiesta en la que tocó Berry con su banda, y que tuvo que ser interrumpida por la policía. Tiene un ritmo de swing, con las pausas que tanto le gustaban en ese entonces, y un solo de guitarra funky y bluesero que nació de una zapada con la banda antes de aquel show memorable. “A veces no zapaba antes del concierto, pero estos tipos eran músicos del momento, así que casi tuvimos que hacer un recital antes de que empezara el verdadero recital aquella noche”, recordó en su autobiografía. “Zapamos durante casi dos horas, tocando standards y rocks y boogie-woogies clásicos. Uno de los riffs que salieron nunca se me olvidó, así que armé la canción con una letra sobre un baile que duraba más de la cuenta... Hay que admitir que, en la experiencia real, la policía no tocó la puerta.” En cualquier caso, la historia se hizo famosa. Los Rolling Stones tocaron la canción en el programa de Ed Sullivan, y The Grateful Dead la tocó cientos de veces.
“Little Queenie” (1959)
Con una intro de guitarra que recuerda a “Johnny B. Goode” y otro estribillo que dice “go! go!”, “Little Queenie” –lanzada un año después de “Johnny”—muestra la destreza con la que Berry podía hacer variaciones sobre un mismo tema, dado que canta la segunda estrofa (“Mientras tanto, yo pensaba/Si está de ánimo, no hay necesidad de romperlo”) con un contoneo totalmente nuevo. En su autobiografía, escribió que la canción era un retrato bastante justo de cómo era él de adolescente. “Eso era típico de mí en la secundaria, pararme a pensar en lugar de actuar, en ocasiones en las que tenía la oportunidad de acercarme a una chica bailando”, escribió. “Ahora soy igual, esperando hasta que es demasiado tarde para entender cuándo hay una oportunidad para conocer a alguien que me gusta.” Eventualmente se transformaría en una de las canciones más versionadas de Berry –los Beatles, los Stones, Bruce Springsteen, Velvet Underground—aunque en su momento quedó en el puesto Número 80 en los rankings.
“Back in the U.S.A.” (1959)
Cualquier sentimiento encontrado que haya tenido Berry acerca de su país natal desapareció, al menos temporariamente, cuando estuvo de gira por Australia por primera vez, haciendo shows en Melbourne y Sídney en enero y febrero de 1969. Ser testigo de primera mano del maltrato hacia los aborígenes le hizo ruido a Berry, considerando que 10 días después de regresar a los Estados Unidos, grabó este homenaje descaradamente agradecido a los Estados Unidos. Acompañado, entre otros, por Johnny Johnson en el piano y Willie Dixon en el bajo, Berry festeja los rascacielos, los autocines, las hamburguesas, las autopistas y las principales ciudades, desde Nueva York hasta L.A. y Baton Rouge (es lo más cercano a un himno nacional que jamás haya hecho Berry); incluso las cantantes de acompañamiento parecen energizadas.
Lanzado como single en junio de 1959, la canción apenas alcanzó el Número 37, pero no pasó desapercibida para la siguiente generación de rockeros. The MC5 y Linda Ronstadt ofrecieron versiones fidedignas (la versión de Ronstadt era más grande que la de Berry), y fue, por supuesto, la inspiración para “Back in the USSR”, de los Beatles. “Chuck Berry una vez hizo una canción llamada ‘Back in the U.S.A.’, que es muy americana, muy Chuck Berry”, dijo Paul McCartney en 1968. “Muy, no sé, estás en el ejército, y cuando llegue a casa voy a besar el suelo. Es algo muy americano, siempre pensé... En mi cabeza [la canción de los Beatles] es acerca de un espía que estuvo en Estados Unidos un tiempo muy largo... Es sobre los atributos de las mujeres rusas.”
“You Never Can Tell” (1964)
Chuck Berry compuso “You Never Can Tell”, junto con “No Particular Place To Go” y “Nadine”, mientras cumplía una condena en el Federal Medical Center de Springfield, Missouri, supuestamente por haber cruzado la frontera del estado con una chica de 14 años con intenciones dudosas –lo cual no parece haberle impedido escribir esta cancioncita sobre una “boda adolescente” y viejos escépticos. Pero quizás sea más interesante el hecho de que el mayor guitar hero del rock casi no toca la guitarra en este single de 1964, que se apoya en un piano de boogie-woogie y solos de saxo.
“No Particular Place to Go” (1964)
Otra prueba de los poderes de la imaginación de Chuck Berry: compuso este single de 1964, un relato cautivador acerca del idilio adolescente, libertad y frustración sexual, mientras estaba en prisión (por cruzar fronteras estatales con una chica de 14 años, pero esa es otra historia). La canción fue la primera de sus composiciones en beneficiarse de la visibilidad posterior a la British Invasion, con los Beatles y los Rolling Stones versionando sus canciones y elogiando su talento. Musicalmente, es casi idéntica a “School Days”, de 1957, pero la sección rítmica es más dura, y Berry encuentra un nuevo gruñido muy placentero. También están sus crujientes solos de guitarra: el segundo quiebre parece totalmente enojado, como si Berry estuviera dejando que sus sensaciones post-cárcel emanaran de su amplificador.
“Tulane” (1970)
Berry regresó a Chess Records después de un año en Mercury con Back Home, su disco de 1970, y su tema destacado es una de sus mejores gemas tardías. Con un riff tenso y divertido, “Tulane” es una historia graciosa y detallada con letras oportunas acerca de un par de hippies que tienen una “tienda de rarezas”, especializándose en “la crema de la crema”. Cuando le hacen una redada al lugar, y uno de ellos termina “en una cárcel podrida”, llaman a un “abogado con contactos en la política” para que arregle las cosas. En dos minutos y medio simples y divertidos, Berry es capaz de burlarse con cariño de la contracultura que él ayudó a crear, mientras señala la hipocresía de clase americana.
“Reelin’ and Rockin’” (1972)
Uno de los mejores temas de boogie-woogie de Berry, “Reelin’ and Rockin’”, con sus arreglos de piano como cascadas y sus estrofas que se paran en seco, es una sencilla oda sobre bailar el rock & roll hasta el amanecer. “Voy a seguir bailando hasta alegrarme”, canta Berry en lo que originalmente era el lado B para “Sweet Little Sixteen”. En su autobiografía, recuerda haberse colado en un club de Chicago cuando era adolescente para ver a Big Joe Turner cantar “Rock Around the Clock”. “Si alguna vez algo me inspiró en mi adolescencia, fue eso”, escribió. “Traté de provocar lo mismo que escuché y sentí aquella vez, en una canción llamada ‘Reelin’ and Rockin’.” Capturó una sensación con un poder estático; la canción fue relanzada como lado A en 1972 y entró en el Top 30.
Brian Hiatt, David Browne, Jon Dolan, Hank Shteamer, Kory Grow
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