Chispeante versión de Rossini
Ficha técnica: El barbero de Sevilla, ópera bufa en dos actos , de Gioacchino Rossini, con libreto de Cesare Sterbini / Elenco: Mariana Carnovali (Rosina), Armando Noguera (Fígaro), Iván Maier (Almaviva), Alberto Jáuregui Lorda (Bartolo), Maximiliano Michailovsky (Basilio), Verónica Canaves (Berta), Gabriel Carasso (Ambrogio), Alfredo Martínez Torres (Oficial) y Sebastián Diedrich (Notario) / Dirección escénica: Ana D’Anna / Preparación y dirección musical: Hernán Sánchez Arteaga / Teatro: avenida
Nuestra opinión: excelente.
La liviandad de los sonidos instrumentales, no bien comenzada la más conocida obertura del repertorio lírico italiano, vaticinó una versión de El barbero de Sevilla como la que seguramente pretendiera el joven Gioacchino Rossini en 1816, cuando se dio por primera vez en el Teatro Argentina de Roma.
Es que en contados instantes de música quedó en evidencia que el maestro Hernán Sánchez Arteaga -quien dirigió sin batuta y de memoria- había realizado un trabajo meticuloso en las lecturas previas y ensayos de conjunto con todo el elenco, logrando el equilibrado empaste de los sonidos de las cuerdas, los aerófonos de madera, los metales y de las voces humanas.
Además, su mirada interpretativa apuntó a remarcar los cambios de carácter provenientes de las energías del sonido desde el foso instrumental, contribuyendo así a que los numerosos pasajes en recitativo con clavicordio ejecutados con precisión por el músico Manuel de Olaso, especialista en la materia se pudieran oír con claridad. También se escuchó nítidamente al guitarrista Gustavo Cayoso.
Por otra parte, el cuadro de cantantes fue excelente a partir de la soprano Mariana Carnovali, a quien se la puede encuadrar como una auténtica soprano sfogatto (acaso de las pocas de la hora presente), definidas como aquellas de voz de timbre oscuro pero de amplia extensión para alcanzar la zona aguda extrema, sumando liviandad al cantar arduos adornos, trinos, mordentes y agudos con claridad y firmeza.
Asimismo, el protagonista del título, el despierto barbero, fue encarnado con desenvoltura por el barítono Armando Noguera, ofreciendo una impecable versión de la célebre y temible aria "Largo al factotum...", que conlleva la necesidad de articular con claridad cada palabra, y hacer los adornos en aumento progresivo del volumen sonoro. En todo el resto del espectáculo se destacó por su naturalidad como actor y por la precisión de su canto, aportando en los dúos y conjuntos las bondades de una voz plena, que sabe amalgamarse en perfecto equilibrio. Con esta actuación, el barítono suma un jalón valioso a su ya magnífica carrera artística.
Como Rossini le otorgó al tenor una alto grado de dificultad el Conde de Almaviva, éste debe estar a cargo de un cantante capaz de resolver numerosos pasajes de agilidad emitidos con voz plena pero con una línea y estilo mozartiano, que se mimetiza con los instrumentinos de la orquesta, además de la necesidad de poseer buenos recursos actorales y, en todos los aspectos, el tenor Iván Maier fue impecable, con lo cual transita sin esfuerzo la cumbre de su maravillosa carrera. Otro personaje muy bien resuelto fue Don Basilio, a cargo de Maximiliano Michailovscky, que cantó su célebre "La calunnia e un venticello..." con una clara dicción y atinada expresividad.
En relación a Alberto Jáuregui Lorda como Don Bartolo, quedó en evidencia que el artista aportó el aplomo y la solvencia cimentada a través de una valiosa trayectoria en nuestro medio, que el público en su mayoría valoró con su gentil aplauso y ciertamente por tener en cuenta las dificultades inocultables que presenta el personaje desde el punto de vista psicológico en el tiempo de la inevitable vejez, que al artista encaró con sobriedad y sin exageraciones.
La servidora Berta, demostró a Verónica Canaves muy segura en el canto de su pequeña arieta previa a la tormenta, y sobrios estuvieron Gabriel Carasso (Ambrogio), Alfredo Martínez Torres (oficial) y Sebastian Diedrich (notario).
En definitiva, una versión musical muy acertadamente lograda por la benemérita institución Juventus Lyrica, para bien del arte del teatro cantado.
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