Charly García y La lógica del escorpión: sagacidad, perlitas y flaquezas del prócer vivo del rock argentino
Tras varios años de producción y de pausas, finalmente se publicó el nuevo álbum del astro del rock argentino, con un repertorio de estrenos, covers y evocaciones
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La espera terminó. Luego de varios años, La lógica del escorpión ya está en las bateas de las disquerías y en las plataformas digitales. Lo curioso de todo esto es que ha sido una espera larga por algo que no parece hecho para un público, sino para el propio artista. Y es cierto que se puede decir que en el mundo habrá cientos de miles de artistas que dirán que no componen música para agradar a nadie ni con fines comerciales sino por el solo hecho de expresarse, pero también es cierto que esto es parte de una industria y Charly García, con este flamante estreno, quiere seguir siendo parte. Lo necesita como el aire que respira. Está en su esencia.
Hay una pulsión que se explica perfectamente en La lógica del escorpión y que lo vuelve a embarcar en un proyecto discográfico. Solo por propia satisfacción. En su última charla con LA NACIÓN, el célebre guitarrista Al Di Meola contó que estaba preparando un nuevo álbum. Dijo que sería doble y que quizá fuera el último. Pero en seguida dudó. “No lo sé porque, de alguna manera, nadie necesita otro disco. ¿A qué me refiero? Nadie necesita el próximo disco de los Rolling Stones, nadie necesita el próximo disco de Paul McCartney. Pero como artista necesitás sentirte bien, lo necesitás para estar vivo”. Y Charly García lo necesita para estar vivo. Siempre lo necesitó. El público tal vez no. Como faro ya alumbró todo lo que tenía que alumbrar, aunque para los más fans todo lo que haga Charly será siempre maravilloso. Por eso ha sido un dinero bien invertido el que costó uno de esos siete mil ejemplares en vinilo que se lanzaron como primera tanda de esta edición.
La lógica del escorpión puede ser entendido más como un testimonio en tiempo presente de Charly García que como un álbum más, para aportarle a su extenso y frondoso catálogo. Un gusto que quiso darse, con algunas canciones nuevas, con reversiones de viejos títulos, con la compañía en el estudio de grandes amigos que lo acompañaron en diferentes épocas (David Lebón, Pedro Aznar, Fito Páez, Fernando Samalea), con covers pasados al castellano, como lo ha hecho otras veces. Desde ese lado, es una especie de autocelebración.
Cambiemos el punto de vista. Para quienes consideren que un álbum es la fotografía de un momento, sí es posible entender La lógica del escorpión como un disco. Porque muestra el presente de Charly, aunque la mayor parte de esta producción fue grabada hace casi dos años. O más. Es la foto sonora de Charly, ese escorpiano que cumplirá 73 en octubre. Ese que tiene la voz terriblemente disminuida y que cuesta entender en sus breves frases; ese que, al mismo tiempo, no disimula esa precariedad y se muestra tal cual es hoy, con total honestidad. De todos modos, corresponde aclarar que la honestidad no debe ser tomada como virtud ni como garantía de valor agregado para un disco. Sería mejor entenderla como norma. Además, esa sinceridad en torno a una limitación no mejora ningún disco (solo torna más complaciente la percepción de quien lo escucha). En todo caso, es solo una toma de posición frente a la era digital (Charly lo expresa en temas como “El club de los 27″) y su cruzada contra el autotune.
Gestos típicos
Ahí está ese Charly que elige un tema potente para entrar en escena y busca el concepto de baterías como en la década del ochenta y del noventa; el que hace autocitas musicales (como ese “Chipi chipi...” que sobrevuela “Estrellas al caer” o el “Rap de las hormigas” y las citas que con Serú Girán hizo, cuarenta años atrás, de la música de Satie). También esta ese Charly de las perlitas y de la sagacidad, el del rescate emotivo cuando trae la voz Luis Alberto Spinetta, en “La pelícana y el androide” (tema que “El Flaco” grabó para su disco Privé, de 1986). Charly es el que con frases propias o ajenas lanza consignas, o declaraciones. Porque toda su vida ha sido así: “Freud lo ha arruinado todo, como internet”, “Tengo miedo de América”, “Cuando digo que estoy bien, ellos me miran sin entender“. “Si querés ser una estrella de rock escuchame bien lo que te digo yo”. “Hay gente que se suicida, un acto muy egoísta, para salir en la tele, en diarios y en las revistas”. “Volaré sobre este mundo, traicionero y digital”.
Un dato más para tener en cuenta: los hechos artísticos y sus resultados no siempre van por el mismo andarivel que las pasiones y los premios. Incluso, no se discuten sobre una misma mesa. El presente de Charly es también el hecho de que, fuera de las costumbres de la industria de la música, su disco no se publicó un viernes sino un miércoles, porque su sello discográfico eligió el Día del Maestro para lanzarlo (un mimo que muy merecido tiene, por cierto). Su nombre siempre estará por delante de cualquier cosa que haga y de su resultado. Es un prócer vivo y el hype de este lanzamiento podría tener un broche el año próximo. En la última entrega de Premios Gardel a la música fue homenajeado en varios bloques de la gala. Cuando la ceremonia había terminado, mientras cerraba su computadora en la sala de prensa, un periodista deslizó con ironía: “Lo bueno de la ceremonia del año que viene es que ya sabemos para quién será el Gardel de Oro”. (Aún cuando nadie había escuchado este álbum).
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