Charly García festejó sus 50 años
Con su banda y algunos invitados repasó su carrera e hizo algunos covers
Y, finalmente, Charly festejó los 50: con viejos compañeros de ruta que se acercaron al escenario, con un gran momento compartido con León Gieco ("La colina de la vida"), con otro momento que denominó "heavy", junto a su hijo Miguel, a dos pianos y dos voces, en "El Karma de vivir (al sur)"; y con un público joven que le sigue el tranco (o lo impulsa para seguir).
Porque mientras algunos continúan hablando de su genialidad y otros de su decadencia, son los más jóvenes los que se alistan en las tropas aliadas del "Say No More" de García. Los que a las diez de la noche, puntual, hacían guardia en la puerta del teatro Coliseo; los que vieron a Charly (fiel a su estilo) bajar de una limusina blanca cerca de las once menos cuarto; los que esperaron entre cantitos y un "que los cumplas feliz..." hasta que el ídolo apareciera en escena, pasadas las once y media.
No tenía más de 20 el que estaba sentado en la última fila de la sala con una remera negra y la letra de "Seminare" (aquella de Seru Giran) impresa en blanco, sobre la espalda. ¿Será esa juventud de aliados el secreto de la vigencia del señor García? Quién sabe. Lo cierto es que, en la Argentina, ya casi no hay "rockers" de la edad de Charly. Y los que tienen su edad no les cantan a los de 15, 20 o 25. Charly sí. El sigue cantando para los que, poco antes de las dos de la madrugada, en el concierto de cumpleaños, coreaban "Nos siguen pegando abajo (pecado mortal)" y "Me siento mucho mejor".
Son jóvenes los que en los últimos cinco o diez años siguen sus conciertos. Y es Charly el que se encarga de alimentar a esa audiencia. No lo hace con música afín a esta época, porque sus sonidos no son los más actuales, sino con algunas consignas y frases muy directas.
Sobran los ejemplos. Estos son dos que se mencionan en el disco "Sinfonía para adolescentes", grabado junto a Nito Mestre para propiciar el regreso fugaz de Sui Generis. En el arte del disco aparece un texto que asegura: "Si alguien los saluda con un "klatú-verrakta-nikto" o levantando la mano derecha con un brazalete Say No More, no duden en considerarlo aliado o amigo, pues sus poderes (...) son capaces de paralizar la tierra como advertencia a los que: no imaginan nada (...) piensan que todo tiempo pasado fue mejor..."
Y en una de sus canciones dice, a propósito de su salto ornamental desde el noveno piso de un hotel mendocino hasta la pileta ubicada en la planta baja: "Yo tengo todos los discos/y la actitud radical/quise enseñarle a los chicos/la última oportunidad/Mirá, pen..., me tiré por vos/Tirate ahora -me tiré por vos-".
Este tema no se escuchó durante el último recital. Pero es la actitud lo que le permite a García, con sólo un par de temas nuevos y otros que ya tienen diez o veinte años, ofrecer un concierto en tiempo presente, sin dejar que la sensación del recuerdo se apodere de la velada.
El genio, el artista en decadencia o el ídolo juvenil -según lo prefiera el lector- subió el último sábado al escenario del Coliseo con su banda y varios invitados (aunque menos de los esperados). Primero se refugio en su búnker de teclados para enlazar un juego de pistas y sonidos y voces en vivo. Luego entregó un compilado de canciones que repasan las dos últimas décadas de su historia musical. Hubo temas frescos, como "Yo soy un vicio" y "I´m not in love" rockeado al estilo stone con una guitarra Les Paul; "Dos edificios dorados", una vieja joya de David Lebón; los de la última etapa de Sui ("Aguante la amistad" y "Aquí sin tu amor"); momentos emotivos en compañía de su hijo Miguel para "El Karma de vivir (al sur)" o "La colina de la vida" a dos guitarras con León Gieco; tramos sutiles, con "Pasajera en trance" y el bandoneón que Fernando Samalea puso en "No soy un extraño"; otros de ida y vuelta con el público, que llegaron en "Rezo por vos", "Fanky", "Nos siguen pegando abajo (pecado mortal)" y "Me siento mucho mejor", un hit añejo del ex Byrds Gene Clark que hacia principios de los noventa Charly supo remozar y convertir en nuevo hit.
No fue un recital para la nostalgia. Fue uno con los aciertos y las desprolijidades habituales del "bicolor"; uno del señor García, ese pibe de 50.
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