Luego de los contratiempos emocionales que lo llevaron a una internación y del ostracismo provocado por la pandemia, el músico volvió al ruedo con “Mecha”, primer corte de su nuevo disco, que saldrá en el último trimestre del año
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Tiene algo naif en su forma de hablar y hasta en la manera en la que mueve su cuerpo. Por momentos devuelve la imagen de un niño que busca ser contenido y comprendido. Sin embargo, Chano Moreno Charpentier dice desde lo más profundo de su ser, demostrando madurez, crecimiento. Sin pudores ni hipocresía, desnuda su alma, repasa el camino salpicado de escollos. Desórdenes reiterados. Se hace cargo de sus errores. Y también de sus aciertos, que no son pocos. Honestidad sin filtros. Y si no le esquiva al plan confesional en torno a sus dolores personales, tampoco tendrá pruritos en reconocer que su disco anterior fracasó, al menos en términos de masividad.
Hoy está parado en otro lugar. “Mecha”, flamante single de difusión que formará parte de su próximo material, desnuda sonidos que, rápidamente, remiten a su pop más auténtico y a la poética de sus letras dichas con voz electrónica. Como un legado-documento de lo contemporáneo, compuso el tema en abril del año pasado, en un momento de incertidumbre global ante una pandemia que recién comenzaba a sembrar estragos y cuando la luz al final del túnel era solo una utopía.
En el contexto distópico, emergió su arte. “La pandemia me ayudó a reconfigurar, a reconsiderar y a revalorizar las cosas para bien o para mal. Fue un darme cuenta que había aspectos míos que estaban buenos y otros, no tanto”, dice Santiago Moreno Charpentier a LA NACION, en el generoso patio de un bar de Palermo, cerrado por el confinamiento, donde la sensación de soledad en esa inmensidad permite la confesión profunda. Las mesas vacías, la penumbra, en un sitio acostumbrado a nocturnidades extendidas y bulliciosas, pareciera ser también un reflejo de este momento de calma en la vida del músico. “En la cuarentena tuve que obedecer a ciertas estructuras y horarios, porque me hace mal relajarme. También me hizo darme cuenta de lo hermoso que es mi trabajo y de lo agradecido que estoy porque puedo seguir teniendo vigencia, a diferencia de tanta gente que padeció este momento y se fue para abajo”.
Capitalizar adversidades
“No se si afectó tanto a los artistas, como a los empresarios y a la gente que laburaba alrededor, desde técnicos hasta los stages. Para todos ellos fue brava la pandemia. Los artistas, en cambio, sabemos que podemos hacer otras cosas y que hay momentos donde no se puede hacer conciertos, como en los meses donde se juegan los mundiales, donde nadie arma una gira ni hay sponsors porque todo se centra en el fútbol. Esos son los espacios en los que se aprovecha para grabar un disco”, reflexiona. El músico tiene sus razones. El tiempo pandémico fue inspiración para parir un nuevo material con los brillos, alegrías pop y sonidos de sintetizadores que lo definen. “Mecha” es el single que abrió la puerta de esa nueva producción que verá la luz en el último trimestre del año. “Siempre el primer tema es digerible, bailable, tratando de proponer una prosa, pero bien festivo”.
-La llave que abre todo un universo.
-Siempre hay un universo detrás. De hecho, mi segunda canción se llama “Cuarentina”, una mezcla de cuarentena y Argentina.
-¿Qué dice esa canción?
-Tiene una mirada poética. En su estribillo dice: “Si mi vida es, si mi vida es con vos, en lo inevitable de lo inevitable que me encierren con vos. Y al amanecer de un atardecer de noviembre…”.
Lúdico en la creación, refuerza conceptos en la reiteración de vocablos, busca el oxímoron al límite. En “Mecha”, el recurso calza perfecto, se potencia en sus significados cuando dice: “Los pensamientos para no pensar, porque estás más sola que la soledad”. Juega con las palabras en su flamante tema, como cuando decía aquello de “no vuelvas a volver” en su hit “La despedida al sol”. En él, esas conjunciones semánticas cobran vuelo poético.
-¿Todo el material fue compuesto en pandemia?
-No. Lo primero que hizo la cuarentena fue la posibilidad de revisarme a mí mismo como individuo y ese fue un trabajo tan arduo que ni siquiera podía hacer música con eso, lo que hacía de música era por culpa.
-La pandemia propuso esa introspección que no siempre es posible.
-Todos hicimos un balance, es obligatorio. Cualquier situación que te desencaja, ya sea una separación, una pérdida o una mudanza, te hacen mirar para adentro. El tema es cuando hay cuarenta millones de personas mirando para adentro. Ahí aparece un subproducto que se llama pánico, pero desde el miedo es difícil reaccionar.
-Si tuvieras que conceptualizar el nuevo disco, ¿cómo lo definirías?
-Es una colección de momentos míos. Creo que siempre los discos de un artista son autobiográficos, hice varios temas mirando fuerte para adentro. A mí me funcionan esas canciones donde digo algo, donde no estoy pendiente de la palabra que cierra fonéticamente, cuando busco la idea y luego viene la rima. Es un descubrimiento que se hace en el camino, procesos con técnicas, pero muy random. Es como surfear, la ola siempre es diferente.
-¿Tenés método?
-Sí, lo primero es un alerta. No sé si me sucede a mí que estoy medio loco o le pasa a todo el mundo, pero uno convive con palabras que se alojan en su mente. Cuando empiezo a amasar un pensamiento, surge esa llamada de atención, comienzo a jugar con esas palabras y con melodías internas, pero sin cantarlas.
-¿Cuándo se exterioriza?
-Cuando arranco a componer, mi cabeza ya hizo un proceso anterior del que no fui tan consciente. Los Beatles trabajaban con la memoria, lo que quedaba se bajaba al papel. Ahora se graba mucho en el celular, pero yo jamás fui al celular a buscar una melodía.
Chano Moreno Charpentier es un inspirado creador de canciones, muchas de ellas ingresadas en esa categoría de trascendencia masiva denominada “hit”, un nicho consagratorio desde lo popular, pero muchas veces defenestrado por los que encuentran que esos temas coreados por todos no pueden conllevar una idea o una partitura de vuelo relevante: “Cada día que me levanto, no puedo creer cómo a mí me salió todo eso bien”, dice con ese tono de estudiante que logra aprobar la materia sin entender por qué. El músico no alardea con su poeta interior y se sorprende de sus propias capacidades. “Sé que tengo una habilidad para hacer canciones populares, pero esos temas son muy trabajados. Cuando vivía cerca de lo de Cachorro López, iba a su estudio y ahí aprendí a hacer estructuras. Lo bueno que puedo decir de mí es que probé las miles de maneras de la composición”.
-¿Qué sucede en vos cuando un tema es coreado por millones de personas?
-Lo bailable también soy yo. Los fans me mandan historias mostrándome que están bailando mis temas en el boliche a las cinco de la mañana.
-¿Es una presión tener que responder a un sello que quiere vender o al mismo público que busca corear y bailar?
-No, lo hago porque yo quiero. “Mecha” me encanta y también uno aspira a que “Cuarentina” suene igual, pero no es posible. Un tema con una letra profunda, donde se tiene que pensar, se hace más difícil para el oído popular y no porque no esté preparado, sino porque no tiene tiempo. Hay que pensar que la persona te escucha cuando sale del laburo para ir a su casa. Por eso soy muy agradecido de los medios. Mucha gente es la que hace posible que un tema llegue.
En más de una oportunidad, Chano agradecerá la charla. Hay algo virginal en él, como aquel artista novato en el que la prensa posa su interés por primera vez: “Este regreso de poder estar sonando en la radio, me flashea. Me siento muy agradecido”. En una escena del video de “Mecha”, dirigido por Juan Chappa, se lo ve solo, rodeado de una cantidad abrumadora de micrófonos que apuntan hacia él. Alguna vez sus vaivenes emocionales lo llevaron a estar en el centro de la opinión pública, un lugar que buscó el artista, pero que le resultó incómodo de sobrellevar al ser humano diezmado por las adicciones, incidentes en la vía pública, relaciones afectivas tormentosas y una vida desordenada. Se le adjudicaron romances variados aquí y allá. Alguna vez, Juana Viale fue uno de los nombres que danzaron alrededor suyo. Pero esas cuestiones no son la esencia de su trascendencia. Una obra inspirada le da entidad y validez al cartel de su nombre. Y detrás de esos oropeles, la conciencia genuina de lo zigzagueante del camino artístico: “Hice un disco entero que nadie escuchó”, dice en relación a El doble, su material anterior.
-No es habitual que una figura reconozca sus traspiés artísticos recientes.
-Es que tampoco estaba bien con la gente. El Chano que la gente había elegido no estaba. Fue cien por ciento mi culpa, pero también fue entender que habrá gente a la que nunca le voy a agradar. Todo lo que hice fue con pasión y haciendo canciones. Nunca dejé de hacer canciones, no soy un artista que está diez años con la mejor campera y nadie sabe qué hace.
-Hay una obra que te respalda.
-La obra está quedando. Aunque cueste, o salga lo que salga, esto es algo a lo que le voy a dedicar mi vida, me voy a morir haciendo música. Por eso, que la gente me de otra oportunidad, que me ponga en la radio y me escuche, no puedo dejar de agradecerlo. Yo puse mi parte, pero enfrente hay un chabón que te elige.
-Que un disco no haya calado en el público, no habla de las cualidades artísticas que pueda tener ese material.
-Me preguntaba por qué la compañía no me trabajaba, por qué no había difusión...
-¿Qué te respondías?
-Supongamos que la compañía no me difundía porque me quería cuidar. Pero también pienso lo opuesto: si me hubiese querido difundir, no estaba esa canción.
Fe
“La cuarentena me permitió relajarme y, si bien necesito trabajar, fue una forma de poder estar tranquilo, hablar con los fans en los vivos como un servicio, y no tener que estar pendiente de difundir un disco. Uno, a veces, se equivoca y cree que cuando más ahorra, cuando más ventajea, más tiene. No es así. Cuanto más se da, más se tiene. Ese es el negocio del espíritu”.
-Pensando en cuestiones del espíritu, ¿adherís a alguna religión? ¿Creés en Dios?
-Tengo una fe desordenada, interpelada por el conocimiento. Pero cuando estás hasta las bolas, rezás.
-Se habla mucho de resiliencia, banalizando el término. Sin embargo, no encuentro otra posibilidad para pensarte. ¿Te considerás así?
-Sí. Sí, sí.
Remarca la afirmación y no duda en reconocer en él esa capacidad para emerger de las cenizas de su propio fuego. “No sé si es bueno, pero no me queda otra que levantarme y ponerme de pie. Me pasaron un montón de cosas, pero creo que tomé la buena decisión de no ponerme en víctima de nadie, ni de echarle la culpa al afuera, a los medios o a la compañía discográfica. Las cosas que me pasaron a mí, me pasaron a mí. Si hubo otros que se favorecieron, y los hubo, a mí no me sirve de nada enfocarme en eso”.
-El presente no deja de ser una construcción de pasados, buenos o malos.
-Le agradezco mucho a todas las experiencias que tuve, las que me tocaron. Pero siento que se construye con el presente, con el día de hoy. Por eso digo que no sirve de nada enfocarme en lo que pasó o en quienes hayan querido verme mal, aunque tampoco creo que soy tan importante para que se ocupen de mí.
-Se te percibe agradecido.
-Soy muy agradecido de poder seguir haciendo música en un país donde me pasó de todo y todavía todos me quieren. Pienso en eso todos los días y me hace muy feliz, no podría ser feliz si el otro está mal.
-¿A qué atribuís el afecto colectivo hacia vos?
-Nunca mentí, nunca me enojé con nadie. Solo hice música y me banqué las cosas que me pasaron, muchas de ellas muy feas y que, posiblemente, no me las merecía. Pero si entro en ese modo, si me pongo a decir que soy víctima de lo que me pasó, tengo otro problema...
-El facilismo de depositar la culpa en el otro.
-Sería una forma de boicotearme, una manera de encontrar razones porque “el mundo me zarpó”. No es así. Por eso, lo único que traté fue de seguir haciendo música y no me fue fácil.
-En lo personal, ¿llegaste a tener conciencia de algún piso que no podías perforar más? Hubo un “hasta acá llegué”.
-Sí. Hace dos años que estoy muy bien. Y te lo quiero contar porque no me gusta darte una nota aburrida.
-La charla no es aburrida y se te percibe muy bien.
-Siempre tuve la vocación de internarme cuando estuve mal, cuando consumía, cuando me pasó todo lo que me pasó. Como te decía, hace dos años que estoy muy bien. Pero hubo una situación puntual que fue compleja.
-¿A qué te referís?
-A cuando fui a internarme a la clínica a la que iba siempre y me dijeron que no, que no me podían tomar así como estaba, que necesitaba algo más intensivo que no quiero ni nombrar y que fue muy feo. Llegó a salir publicado y no era una mentira de los medios. Lo peor fue cuando le decía a mi doctora: “No me dejes acá”, pero yo sabía que tenía que quedarme.
Chano se refiere a una clínica psiquiátrica de atención avanzada en la que llevó adelante su proceso de sanación. Para no vulnerar su privacidad más dolorosa, no faltó la consulta sobre la opción de brindar el dato: “Sí, ponelo”.
"La fama es esa novia linda que nos dura un tiempo"
Chano Moreno Charpentier
-Es muy saludable correr el velo a los temas psiquiátricos. Social y culturalmente, hay cuestiones que se tratan de tapar o sobre las que acciona el prejuicio o el tabú.
-Mi oficio es, también, hablar con un periodista, contar. No puedo salir como si fuese un producto de fórmula, que los hay. Esa sería una charla donde no se podría responder nada que no estuviese dentro de un plan.
-¿Cómo se convive con algo antinatural como es la fama?
-Te lo voy a explicar así: en la vida uno tiene relaciones diversas, hasta que llega una novia muy linda que sabés que no es para vos y que al vecino le iría mejor.
-La fama es una novia que te viene durando.
-La fama es esa novia linda que nos dura un tiempo.
Los Charpentier
“Tengo seis hermanos, nos criamos en una clase media donde no sobró nada, pero no te voy a contar que tengo la historia de Maradona”. A los 40, Chano aún siente cierta dependencia por esos lazos que lo construyen: “A esta edad tengo una mamá que aún se preocupa por mí cuando sale algo en los medios, por eso no entiendo el famoso que va a los medios a contar lo que nunca contó en su vida. Yo nunca busqué fama hablando, sino que se me notaban los problemas. En Tan Biónica era un pibito que parecía que nunca había tenido un problema, pero yo fui un bardo siempre, lo que pasa es que tenía gobernado a mi monstruo. A mi monstruo no lo tengo que matar, sino gobernar”.
En 2002 se conformó Tan Biónica, una agrupación exitosa a la que Chano le imprimió su estilo en su rol de frontman y compositor. Desde hace cinco años, después de que la banda quedara en pausa, cantar en solitario fue el rumbo. Tiempos donde el hit “Carnavalintro” se impuso de manera arrasadora con aquello de “Tengo que tratar de no esperar lo inevitable más, te vas, te vas” que logró más de 49 millones de reproducciones en YouTube y más de 36 millones de streams en Spotify.
-¿Cómo fue el tiempo explosivo de Tan Biónica?
-Hay algo adolescente en entrar a un grupo de rock, un proyecto con amigos, pero nunca nada puede durar siempre, porque no es lo mismo pelearte con tus amigos por cien pesos que por un millón de pesos. Con los años esa relación se hace más difícil.
-¿Cómo es el vínculo con tu hermano Bambi?
-Excelente, maravilloso, es lo más grande que me dio la vida. A mi hermano y a mi sobrino los amo.
-¿Te imaginás construyendo tu propia familia?
-Cada vez me interesa menos tener hijos. Quizás es egoísta pensar así, pero estoy cómodo, vivo solo y muy bien.
-La sociedad no solo presiona a la mujer, sino también al hombre con la paternidad. Hay un mandato de procreación muy fuerte.
-Por ahora no quiero ser padre, pero no estoy tranquilo con esa decisión. Me hace ruido. A su vez, también me hace ruido los que me dicen que voy a estar solo en la vejez y a mí no me parece que haya que tener un hijo pensando en eso. Por ahora no me pinta, soy una persona que se divierte sola. Aprendí a divertirme sin romperme, moderadamente. Hay un montón de lugares a los que no voy; me hizo bien no estar pelotudeando en Palermo.
-Vivís en Exaltación de la Cruz, todo un cambio.
-Vivo cerca del campo, a diez kilómetros del pueblo. Si me quedo sin cigarrillos, olvídate. Está bueno. No vivo en una casa tipo Nordelta, sino un lugar de familias de clase media, retirado, tranquilo.
Sobre el final de la charla, el intérprete de “Naistumichiu” dedicará un momento a recordar la cercanía afectiva de su familia con este medio: “Mi abuelo Oscar Charpentier escribía cartas de lectores y se las publicaban. Me acuerdo que decía que quien leía LA NACION era una persona culta. También mi abuelo era fan de Lanata y yo, luego, toqué en el programa de él”.
-De hecho, sos el autor de la cortina de Lanata sin filtro, el programa de radio Mitre.
-Soy amigo personal de Jorge.
-¿Extrañás el escenario?
-Sí, pero siento que habrá una pospandemia fuerte, una gran activación de la joda y el show. Está pasando en otros países.
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