Para comenzar esta historia habrá que tomar prestados algunos versos de la canción "Como pájaros en el aire", del folclorista argentino Peteco Carabajal. "Arde la leña, harina y barro. Lo cotidiano se vuelve mágico". El hecho artístico es aquí el modo como el artista convierte en mágica esa situación de todos los días que era ver las manos de su madre amasando el pan, para luego llevarlo al horno de barro en un patio con piso de tierra. Ese era, también, el modo como Chabuca Granda hacía de una de sus amigas, 30 años mayor que ella, la imagen más perfecta: "La flor de la canela". Porque mágico era el modo como Chabuca narraba situaciones y describía personajes en los tres minutos que podía duran alguno de sus valses peruanos.
Lo hacía con "La flor de la canela": "Jazmines en el pelo y rosas en la cara. Airosa caminaba la flor de la canela. Derramaba lisura y a su paso dejaba, aroma de mixtura que en el pecho llevaba. Del puente a la alameda, menudo pie la lleva. Por la vereda que se estremece. Al ritmo de su cadera. Recogía la risa de la brisa del río y al viento la lanzaba del puente a la alameda". Así era como Chabuca Granda pintaba a la morena Victoria Angulo Castillo.
Y lo hacía con José Antonio: "Por una vereda viene cabalgando Jose Antonio. Se viene desde Barranco a ver la flor de amancaes. En un berebere criollo, va a lo largo del camino, con jipi-japa, pañuelo y poncho blanco de lino. Mientras corre la mañana, su recuerdo juguetea. Y con alegre retozo el caballo pajarea. Fina garúa de junio, le besa la dos mejillas. Y cuatro cascos cantando van camino de Amancaes".
Maestra de la síntesis, en apenas una estrofa exaltaba todo su peruanismo. La flor de amancaes es oriunda del Perú, el caballo que menciona no es de origen americano, pero es una raza adiestrada para el "paso", por eso es el caballo de "paso peruano". La garúa de junio es el momento único del año en el que florece el amancay, apenas por unos pocos días de ese mes se puede apreciar su flor. Y José Antonio era un muy elegante señor que allá por mediados del siglo pasado criaba estos caballos convertidos en "criollos".
Tan fina en el detalle, aquella María Isabel Granda y Larco, de la Lima aristocrática de mediados del siglo XX, creó un folclore propio y gracias a canciones como "La flor de la canela", "José Antonio", "El puente de los suspiros" y "Fina estampa" se convirtió en universal.
Carácter y decisión
Chabuca nació en Apurímac, el 3 de septiembre de 1920. Su padre (el destinatario del famoso vals "Fina estampa") fue el ingeniero en minería Eduardo Antonio Granda y San Bartolomé. Cuando la niña tenía 3 años la familia se mudó a Lima, adonde llegaron luego de algunas tragedias familiares, que incluyeron el incendio de la casa donde vivían. En el barrio del Barranco trascurrió la mayor parte de su infancia. Esta María Isabel de buenos modales y formación católica llevaba dentro de sí una personalidad persistente, con ideas claras de lo que quería para su vida, dos rasgos que comenzaron a ser cada vez más visibles durante su juventud. Para la época en que escribió su famosa "La flor de la canela" era una mujer de 30 años con tres hijos y un promisorio futuro en la música que, quizá, no tenía en la sociedad machista de la época el mejor entorno. Dos años después y luego de diez de matrimonio se divorció del padre de sus hijos, el militar brasileño Enrique Demetrio Fuller da Costa.
Ella misma lo contaba en una entrevista de la TVE para el programa A fondo, de Joaquín Soler Serrano. "Tenía que hacer algo con mi alma, con la cabeza, con mis manos, con mi tiempo. Y descubrí que las mujeres podíamos hacer canción popular. Porque escuché a la compositora venezolana Conny Méndez, invalorable, que cantaba la geografía de su país. Y así comencé. Sabés que, en esa época [1952], las señoras que nos divorciábamos teníamos que recluirnos mucho en la casa. Tanto que, cuando nos invitaban de protocolo a una cena grande, íbamos por el final de la mesa. Era lo normal: el que tenía el peso del trabajo era el esposo. Y fíjate tu, pude crecer en eso sin darme cuenta, y así pude ver crecer a mis hijos."
Chabuca cantaba desde los 12 y a los 17 comenzó a crear sus primeros conjuntos musicales. Claro que su trabajo como intérprete en su carrera profesional fue posterior a su reconocimiento como compositora. De hecho, uno de sus primeros discos fue una compilación de sus canciones interpretadas por diversos grupos y solistas. Su fama de fumadora y una operación por una afección en la laringe tornaron su registro de soprano en el de una contralto que sacaba un tono agridulce entre la aspereza leve de sus cuerdas vocales y la dulzura de sus canciones.
Las grandes canciones
Chabuca fue Chabuca al cien por ciento cuando tuvo su propia voz y sus propios versos junto a muy buenos partenaires en la guitarra. Desde el genial Oscar Aviles al peruano tan aquerenciado en la Argentina Lucho González.
Su cancionero puede ser descrito con tres características que sobresalen. La primera que surge es a través de las composiciones de las décadas del cuarenta y del cincuenta, de valses y alguna marinera que refieren a la niñez y juventud de una muchacha de familia acomodada, con la magnífica expresión del detalle y la exaltación de la belleza y la elegancia. Su padre, el caballero de "Fina estampa" ("Y en tu andar, andar reluce, la acera al andar, andar") o José Antonio (José Antonio de Lavalle y García, ingeniero agrónomo y criador de caballos peruanos) descrito con absoluta minuciosidad: "Que hermoso es mi chalán cuan elegante y garboso, sujeta la fina rienda, de seda que es blanca y roja. Qué dulce gobierna el freno con solo cinta de seda, al dar un quiebro gracioso al criollo bere-bere".
La figura masculina, sin perder bravura, fue tallada con toda delicadeza. También algunas circunstancias que tuvieron eco en sus relatos-canción. La muerte del "chalán" en la frase "Jose Antonio, Jose Antonio, ¿por qué me dejaste aquí? Cuando te vuelva a encontrar, que sea junio y garue"; o el final de la carrera del mayor boxeador del Perú, Mauro Mina, precipitada por un desprendimiento de retina ("Un solo norte, un solo empeño, tu suelo, corazón del que eres dueño, sacrificando luz por darle gloria", escribió Chabuca en "Puño de oro"). Vale la pena repetir esta frase: "sacrificando luz por darte gloria".
Siempre hubo un personaje, una historia, una anécdota, una frase –todo de la vida real, sin ficción ni situaciones oníricas- que sirvieron de disparadores para las canciones de Chabuca. Desde un gallo de riña ("Camarón") hasta el encuentro amoroso de Violeta Parra y el suizo Gilbert Favré (retratado en "Cardo o ceniza").
Autorretrato
"Soy una cantante muy reciente, tengo solo 16 años de tener mucho swing con voz de perro, pero tengo swing y dependo de mis guitarras. Soy una mujer de mucha suerte, yo no canto ‘acompañada por’, ‘yo canto con'", decía en aquella entrevista para la TVE.
"No alcancé a hacer folclore. Apenas hice canción popular y de ella solamente juglaría. Conté cosas, las cosas que a mí me han llamado la atención. El amor se lo dejé a los poetas. A veces el amor de los letristas es mal consejero y yo lo soy, tengo imágenes poéticas, pero soy letrista. Buena letrista, si tú quieres. A mí no me hice sino tres canciones: una a mi ‘pobre voz’, otra a ese ‘arar en el mar’ y la otra a quién sabe qué. No fui nunca sujeto, pero tengo buenos sujetos".
Faltan otras dos de las características que sobresalieron en el repertorio de Granda. Un vuelco a la canción testimonial que fue adquiriendo con los años, y con una mirada quizás más amplia de la realidad social. Son buenos ejemplos las canciones que dedicó al poeta peruano Javier Heraud ("Las flores buenas de Javier" y "El fusil del poeta es una rosa") asesinado a principios de la década del sesenta, "El Surco" o "Bello durmiente", que dedicó al Perú desde la distancia y a la espera de un cambio de gobierno.
(Hacer una canción) es como escribir una carta. Si no tienes nada que contar, no la escribas
"Dentro de un surco abierto vi germinar, un lucero de infinita soledad. Y con una canasta le vi regar, con agua de un arroyo de oscuridad. Ah, malaya la siembra se echó a perder. Y el agua del arroyo se echó a correr. Al lucero le gusta la claridad y al agua del arroyo la libertad."
Por último, la ampliación rítmica que hizo de los blancos valses con la inclusión de la rítmica afroperuana en sus canciones. Especialmente el landó, derivado de la danza africana lundu. Sus temas más conocidos con esta particular rítmica llevan la identificación en su título: "Landó" (ese que dice: "Landó, Landó siempre contigo y conmigo; una rosa en el hombro y una estrella en la cara, en la mano una aurora y una alondra dormida") y María Landó (con letra del poeta César Calvo y música de Chabuca).
Para la década del setenta Granda ya era una gran figura de la canción peruana para toda la América de habla hispana y España. El escenario era su lugar. De hecho, sufrió un infarto luego de un concierto que había ofrecido en Bogotá, en 1980. Tiempo después sufrió otros dos. En 1983 fue operada del corazón en Miami, pero falleció cinco días después, atravesando el posoperatorio, con 62 años.
La sobrevivieron sus maravillosas canciones, que fueron tomadas por tantos intérpretes de América Latina y Europa. De Caetano Veloso a Plácido Domingo, no hubo artista que no haya pasado alguna vez por el repertorio de la gran Chabuca. "¿Qué es hacer una canción?", le preguntaron una vez. "Es como escribir una carta –contestó-. Si no tienes nada que contar, no la escribas".
Chabuca y la Argentina
La relación de Chabuca Granda con la Argentina fue muy estrecha. Luego de su muerte, en 1983, se encontró en su agenda un texto que hacía referencia a la Guerra de Malvinas del año anterior: "Dispón de mí, amadísima Argentina. Debe de haber alguna manera de entregar por ti mi vida a los 61 años, que para una guerra parecerían inservibles, pero te considero una causa justa y apropiada de morir por ella. Nada puedo decir para ayudarte a conseguir la paz, si tú has mostrado al mundo tus hijos y sus padres como el ejemplo más exacto del honor y del amor y de la voluntad por su tierra. La crueldad y la sinrazón de tu enemigo serán castigadas por la historia. Dios te ayude, amadísima Argentina. ¡Qué país eres! Te amo".
En este video se la puede ver durante una presentación en la televisión argentina, acompañada por el talentoso guitarrista Lucho González y por Chango Farías Gómez.
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